En Así asfixia la burocracia a la Universidad española (El Mundo, 16/10/2019):
Papeles para todo. En la Universidad se ha impuesto la cultura del «todo por escrito», aunque en formato virtual. Y todo es mucho. El día a día de un profesor se ha convertido en una pesada carrera de trámites burocráticos, un auténtico ladrón de guante blanco que se lleva un preciado tiempo que debería dedicarse a la docencia y la investigación. Pero lo uno es condición necesaria para lo otro. Y así se asume con resignación la carga de introducir, hasta para las cosas más ínfimas, un sinfín de datos, formularios y documentos en una constelación de aplicaciones y programas informáticos, cada uno de ellos con sus propias exigencias, formatos, contraseñas y, en ocasiones, fallos de funcionamiento: los sistemas se cuelgan, faltan archivos o no se puede acceder a ellos.
Introducir los datos del proyecto docente, con su lista de competencias para información del alumno y operaciones que hay que repetir por cada grupo teórico; los horarios de los exámenes, detallados programas de prácticas, justificación de los gastos en proyectos de investigación, en los que a veces no basta con la factura y se tiene que explicar por escrito la finalidad de las compras. Órdenes de pago con sus correspondientes copias, liquidaciones de dietas con sus impresos y modelos, memorias justificativas; impresos para realizar estancias en centros extranjeros, comisiones de servicios, solicitudes de licencia de estudios, rellenar encuestas sobre el funcionamiento de los servicios universitarios, actualización de artículos y participación en congresos, certificados de impartición de conferencias y seminarios, introducción de datos del CV en diferentes formatos, ya sean para la Aneca (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación), para la solicitud de sexenios, los complementos autonómicos, la habilitación, modelos en inglés, cartas y más cartas… Todo esto y mucho más compone el agotador suma y sigue en el día a día del universitario.