Todos los años planteo a mis alumnos de Máster la misma pregunta: ¿Qué español enseñar? ¿qué español debe llevar el profesor al aula? ¿debe un español norcentral cambiar su dialecto cuando enseña en los EE.UU.? ¿debe un argentino cambiar el suyo cuando enseña español en España? Normalmente, esta polémica se cierra sin dejar en la cuneta ni heridos ni heridas reseñables. En esta ocasión, sin embargo, la tensión del debate ha sido más intensa que en otras ocasiones. Ello se debe quizás a que mis alumnos proceden esta vez, en un buen número, de Latinoamérica y de Andalucía, y que los norcentrales, como sucede en el ámbito hispánico general, somos una minoría. El sector más combativo ha sido el andaluz y el argentino. Unos postulaban que la realidad dialectal era muy compleja y que hablar de macrodialectos como el norcentral y el meridional (dentro de la Península); o hablar de español de España y español de América era una simplificación extrema. Otros, como los argentinos, no veían clara mi propuesta de que el profesor de ELE no debe cambiar de dialecto, y apuntaban que ellos en cierta manera lo hacían. Es decir, dejaban sus rehilamientos para casa y, en clase -e incluso en la calle en España-, utilizaban un porteño muy a la española. Soy una persona polemista y me gustan las polémicas. De hecho, en muchas ocasiones, defiendo en clase posturas que no comparto plenamente para crear debates y animar la discusión. Pero, en este caso, creo que la polémica se acaba si utilizamos el sentido común. Un meridional (utilizando este término en un sentido muy amplio y reconociendo que la realidad es muy compleja) no tiene que pronunciar la [θ], si no la pronuncia, pero tiene que hablar de su existencia, especialmente si está en España; y puede mostrarla utilizando grabaciones sin ningún problema. No significa esto que un estudiante de ELE que viva en Cadiz deba utilizarla en su habla cotidiana, sino que debe saber que existe. Un profesor de ELE no debe cambiar de dialecto, debe usar el suyo propio, intentando evitar aquellas cosas que puedan ir en perjuicio del alumno. Es decir, aquellas cosas que por excesivamente dialectales podrían marcar de forma negativa el idiolecto del estudiante. Que un estudiante de ELE ceceara ([s]>[θ]: Sevilla> Zevilla) no sería un problema en sí, pero su pronunciación sería minoritaria en el mundo hispánico. Quizás no sería la mejor elección, pero digo sólo quizás, porque sin duda es tan válida como cualquier otra. Acabo esta entrada con un vídeo sobre el andaluz que me ha enviado Vanessa, alumna de Granada (http://www.youtube.com/watch?v=5po3PmnpMxc), para más datos, tierra de mi padre; y con una información que, como es obvio, no he contrastado estadísticamente, pero que me llama a veces la atención: los estudiantes de español de procedencia europea son especialmente combativos a favor de que les enseñen el español norcentral. La explicación más probable es que saber el español norcental les ayuda con la ortografía.
Gregorio Salvador dixit:
http://www.cervantestv.es/lengua_ensenanza/video_entrevista_espanol_america.htm
Buenas tardes a todos y a todas,
Como alumna del máster de español e inglés como segundas lenguas y granadina, pienso que este video es importante para aquellas personas que estén interesadas en la enseñanza del español como lengua extranjera. Como bien ha dicho el catedrático José María Pérez, el andaluz ni es un idioma ni es un dialecto, se trata de un conjunto de hablas. El andaluz no tiene un sistema gramatical independiente pero si un sistema fonético fonológico.
Hay personas que piensan que enseñar el español con el habla andaluza, puede influir negativamente en la ortografía de los y las discentes, pero como bien ha comentado José María Pérez en el video, el andaluz no tiene un sistema gramatical independiente al español. Con esto quiero decir que el acento meridional es igual de válido que el norcentral de España y de Latinoamérica.
Pienso que un buen profesor o una buena profesora de ELE no debe imitar otro acento, simplemente,debería matizarlo, como ha comentado Paula Andrea anteriormente en el blog. Creo que se puede enseñar al alumnado las particularidades de la lengua y enlazar la fonética con la cultura y con el léxico para llegar a una enseñanza lo más real posible.
En este debate hay muchas cuestiones planteada: ¿Qué norma de pronunciación conviene llevar al aula? ¿Debemos enseñar de forma obligatoria el español norcentral peninsular? ¿debemos enseñar el dialecto meridional y guiarnos por su mayor número de hablantes?.
Sin embargo, no nos centramos profundamente en la clave de la enseñanza del ELE.
“Enseñar a nuestros estudiantes la lengua en uso, en su propio contexto comunicativo, es decir, en la realidad en la que viven para que no se quede en una simple teorización gramatical, léxica o fonetica, sino que la aprendan para poder llegar a utilizarla. Por lo tanto, comparto lo dicho por Natasha, vivimos en el siglo XXI, dentro de una sociedad plurilingüe, donde todas las variedades deben ser aceptadas y respetadas por igual.
Ahora bien, cada profesor tienes sus propios criterios de enseñanza, y en mi opinión, no debe cambiar sus rasgos dialectales pero si debe acomodar esas características, o mostrar otras variedades para que los aprendientes comprendan que al igual que no sólo hay una variedad estándar del español, tampoco hay unos rasgos fonéticos más válidos que otros.
Desde mi corta experiencia como docente, he podido apreciar que mis estudiantes americanos agradecían el uso de sinónimos como “carro, coche” o “autobús, guagua”…Y del mismo, modo les gustaba saber que en partes de España se pronunciaba la “z”, pero que en otras partes del mundo como latino-américa, (incluyendo otras comunidades de nuestro país), se producía el fenómeno del “seseo”.
En definitiva, no creo que debamos cambiar nuestras características fonológicas, ya que eso ayuda a que nuestros estudiantes aprecien las distintas variedades del español, pero sí pienso que es conveniente que les mostremos la realidad plural de nuestra lengua, y sobretodo la realidad a la que ellos están más próxima para que en el futuro, ellos mismos, la puedan poner en práctica de forma eficiente y eficaz.
Hola a todos y a todas:
Mi opinión en cuanto a los dialectos es clara: no creo ni que el profesor de ELE tenga que cambiar su dialecto en el caso de que sea hablante nativo, al menos no completamente, solo cuando vaya en perjuicio del aprendizaje del alumno (eso será en los primeros años de aprendizaje) y creo que intentar cambiar el dialecto del estudiante, en el caso de que sea argentino, andaluz o melillense, también es un error.
Mirad, yo me planteé esta misma cuestión hace unas semanas, cuando empezamos con el proyecto piloto de ELE1: al conocer a mi “alumna-compañera” holandesa, resultó ser de origen venezolano. Pues bien, nos entendemos perfectamente aunque su forma de hablar es muy distinta a la mía y, obviamente, comete muy pocos errores de entonación (por no decir ninguno) pero donde sí falla es en la gramática.
Que ¿aprender el dialecto norcentral de España podría ayudarle a solucionar estos problemas? Me parece que la solución es estudiar la gramática y la ortografía, no destruir las variantes del español en favor de una lengua unificada o imponer “una manera de hablar” porque sea más cercana a “la manera de escribir”.
Yo soy estudiante de árabe y en esta lengua el debate entre “enseñar dialecto” o “enseñar la lengua estándar” está presente en las clases de lengua desde el primer año de carrera. Por mi experiencia, creo que en los primeros cursos está bien enseñar una lengua más cerrada, más medida, con el fin de que el alumno interiorice mejor la gramática, con menos irregularidades pero, opino, que el dialecto y la experiencia que el alumno tiene de él (oirlo, hablarlo…) forma parte del proceso de aprendizaje, lo enriquece y lo acerca más a la lengua que se habla en la calle, es más, creo que un andaluz no debería cambiar su forma de hablar pero sí conocer cómo se habla el español en otros lugares para, llegado el momento, hacerse entender (si no le entienden) y, este principio, me parece fundamental en la enseñanza de cualquier lengua extranjera.
Para que mi madre no se enfade y para ser justos con mi realidad dialectal, diré que mi madre es de Burgos (norcentral), mi padre de Granada (meridional) y yo sóc valencià. Hoy en día mi castellano es el de las zonas bilingües.
No se puede decir mejor, ni explicar mejor. Coincido plenamente con Natasha.
Porque en el mundo tiene que haber de todo, hay polemistas y hay conciliadores. Entre otras cosas soy, a veces sólo logro intentarlo sin llegar a ser, conciliadora.
Realidad número uno: la lengua española es la que es, se habla de todas las maneras que se habla, en todos los países que se habla, y un largo etcétera. Aceptar esta realidad plural es esencial si pretendemos dar a conocer el español.
También soy cubana (¿era Whitman el de “somos multiutdes”?), con lo cual la variedad norcentral no sólo no es mi fuerte, sino que me siento falsa si intento imitarla. A pesar de eso, logro comunicarme perfectamente con personas que hablan diferentes variedades dialectales, incluso con no hispanohablantes que han aprendido nuestra lengua en los sitios más disímiles, ¿será que pongo un poco de voluntad?
Lo que más me ha llamado la atención cada vez que sale este debate en las diferentes clases del máster, no sólo en las de Fonética, es el reclamo de algunas voces no hispanohablantes, pareciera que necesitaran que hiciéramos “algo” con el español, me pregunto qué tenemos que hacer, ¿mandar a fabricar una lengua a la medida de los que la quieren aprender? ¿sería eso una garantía de invariabilidad por los siglos de los siglos? ¿de qué estamos hablando? En cuanto a la ortografía, por supuesto que es más fácil no cometer faltas si se pronuncia sin seseo ni ceceo, sin embargo, creo que hay muchos hispanohablantes que sesean y tienen buena ortografía; se puede enseñar un español correcto tanto hablado como escrito independientemente de la variación dialectal del profesor.
Por supuesto que cuando hablo de variaciones dialectales, pienso en cuestiones léxicas y de pronunciación principalmente, que pueden ser diferentes; pero sea cual sea nuestra particularidad, intentemos enseñar un uso correcto del español. Se utilice una u otra, si lo hacemos bien, seguramente nuestros estudiantes lograrán entender y hacerse entender, y cuando tropiecen con algo diferente lo aprenderán, al igual que siempre estamos aprendiendo nuevas cosas en la vida, ¿o es que todos seguimos interactuando lingüísticamente sólo en el contexto en que aprendimos la lengua madre? Como comenté hace unos días en clase, a propósito de este tema, también los hispanohablantes nos vamos adaptando con frecuencia a otras variedades cuando viajamos, escuchamos música, vemos una película,…
Sentido común, benditas palabras.
¡Hola!
Como comentaba Mª Ángeles en unos comentarios más arriba, la cuestión que se plantea es un tema sobre el que nunca antes había reflexionado hasta hace unos días. Soy alumna de la asignatura de ELE1 y la evaluación de nuestra signatura consiste principalmente en una exposición oral que se realiza en clase. Al principio del curso éramos muchos alumnos inscritos en la asignatura, la mayoría de ellos Erasmus que la habían cogido considerando que el temario y objetivo era distinto al que en realidad tiene la asignatura: formarnos como profesores para impartir clase de Español como Lengua Extranjera.
Pues bien, aún así en nuestra clase quedaron alumnos Erasmus con un nivel muy bueno de español, aunque claro está con rasgos en la pronunciación típicos de su lengua de origen. Entonces me surgió la duda respecto a este aspecto, ¿puede ser un profesor de ELE una persona que no tiene un control exacto sobre la lengua? ¿No puede ser que alguno de sus errores, muy comprensible por otra parte, lleve a sus alumnos al error y a que aprendan la lengua de una forma que no es la normativa? Al mismo tiempo que me hacía esta pregunta reflexionaba sobre mi propia capacidad para ser profesora de ELE.
Soy valenciano parlante y hasta hace tres años, cuando vine a estudiar a Alicante, el castellano era prácticamente inexistente en mi habla habitual, es más, me costó muchísimo adaptarme a mi nueva situación lingüística. Fruto de este hecho es que se me escapen con bastante frecuencia términos en valenciano o un acento demasiado abierto y marcado que no se corresponde con el español norcentral.
Está claro que mi caso es un caso muy concreto y que no se puede comparar con las versiones del español de Argentina o de Andalucía, a cuyos hablantes les puede resultar mucho más costoso adaptarse al español norcentral. Desde mi punto de vista, creo que los profesores de ELE sí que deberíamos hacer un esfuerzo por enseñar la variante “estándar” porque, al igual que cuando enseñamos no utilizamos los mismos términos ni las mismas construcciones que cuando hablamos en nuestra vida diaria (evitamos tacos, palabras malsonantes, abreviaciones) también deberíamos realizar el mismo esfuerzo en la pronunciación ya que creo que nuestros alumnos esperan que les enseñemos una lengua que puedan utilizar y que sea la que se utiliza de una manera más general y no en una zona concreta.
Esta es mi opinión, gracias.
Buenos días a todos:
En primer lugar me gustaría comentar que el vídeo es interesante. A mí el Andaluz, la manera que un andaluz tiene de expresarse y hablar me parece interesante. Es algo que choca con mi pronunciación. Yo soy de Redován [cerca de Orihuela y situado en la Vega Baja] (oficialmente, somos alicantinos, pero estamos a mitad entre Alicante y Murcia). En mi pueblo se concentran muchos tipos de idiolecto, pues tenemos acento murciano, alicantino, andaluz [elidimos la ‘d’, aspiramos la ‘s’, según con quién hables hay ceceo y seseo]. Podría decir que mi pueblo es un ‘popurrí’ de todo un poco y de muchas influencias y tipos de habla de España (según la pronunciación). También es importante tener en cuenta que siempre ha sido un pueblo agricultor, que trabajaba la tierra para vivir y vendía la materia prima que podía …la población más anciana -como dato curioso- tiene ciertas palabras, ahora en desuso (o eso creo yo), y conocidas sólo por las generaciones de mis padres y mis abuelos y todo eso. Yo hay palabras que escucho en mis padres y antes las oía de boca de mis abuelos, que actualmente no se usan (porque las palabras evolucionan y ahora designamos con otro nombre lo que antes todos conocían que era una palabra), y que durante años han sido la comunicación diaria de mi pueblo. Yo siempre he pensado (en broma) que mi pueblo tenía su propio diccionario. Por ejemplo: yo oía a mis padres y abuelos decir ‘milocha’= cometa; y ‘tachuela’= chincheta; ‘bolinche’ como sinónimo de ‘canica’; ‘panocha’ como ‘mazorca de maíz’; ‘arcacil’ como ‘alcachofa’; ‘trompa’ como ‘peonza’; ‘cherol’ como piedra o como bolinche, ‘truje’ como ‘traeme’… etc. [esto es debido a la evolución de la lengua y que cada pueblo deshechaba o se queda con las palabras que más le convienen o que más se usan].
En segundo lugar, creo que es un tema complicado. Un profesor, no es profesor en base a la pronunciación que posea, sino en base a sus conocimientos, a su preparación y a su experiencia. Por esto, me parece bien que cada uno tenga su pronunciación (eso sí, siempre y cuando sea medianamente correcta, con esto me refiero a que cada uno pronunciamos de una manera pero que las palabras que pronunciemos estén bien, que no sean diferentes porque no las estemos inventando).
La manera de pronunciar cada persona es la que nos hace diferentes y peculiares. Yo poseo un poco de toda esta mezcla de la zona geográfica en la que vivo. A veces, se hace más patente en mi vocabulario que otras, puesto que también depende en el contexto en el que nos situemos. Yo no hablo igual en mi casa, en la universidad y con mis amigos. Ninguna persona lo hace, creo yo. El contexto y la situación es diferente y nuestro lenguaje se matiza y acomoda en base a esto.
Como bien has dicho, Xose, creo que todos más o menos, deberíamos no cambiar nuestra manera de pronunciar para enseñar español, pero sí matizarla un poco, tampoco hacerla tan estándar pero sí saber que cada habla de cada persona no sirve en todos los lugares de habla hispana. Creo que debemos tener en cuenta una pronunciación estándar para enseñar a nuestros alumnos, siempre con ese deje o marca personal, que caracteriza nuestro habla, pero siempre teniendo en cuenta que la comunicación efectiva ocurre cuando otra persona te entiende y puede hablar contigo.
Es decir, no podemos o no debemos enseñar ciertas palabras, por ejemplo, americanismos, que sólo se entienden en un ámbito latinoamericano, puesto que ésta es la limitación que me parece tener un profesor de Español como Lengua Extranjera.
Un profesor se va a encontrar con hablantes de muchos países y debe tener en cuenta que su pronunciación influirá en que luego a su estudiante se le entenderá en zonas de España y en otras no (limitación de enseñar una pronunciacion respecto a otra).
Por otro lado, también me parece bien que aunque el profesor tenga ciertos vicios en su pronunciación, sepa que hay una pronunciación estándar y que es en base a ella lo que tenga que enseñar, es decir, que porque el profesor no pronuncie la ‘s’ (por ejemplo) sepa que existe y que se la debe explicar a sus alumnos.
Para finalizar, me parece que ya lo he dicho antes, debemos hacer como profesores de Español como Lengua Extranjera que nuestros alumnos no salgan perjudicados con nuestra pronunciacion. un saludo
Hola a tod@s:
En primer lugar tendríamos que asegurarnos de que estemos hablando de dos cosas distintas: lengua y habla (según la concepción saussureana). Por una parte tenemos lo que la RAE nos dicta que debemos hacer y por otro lo que realmente hacemos. Como bien apuntaba Mª Ángeles lo que se persigue (a mi entender) con la enseñanza de lenguas extranjeras es facilitar la comunicación. Nosotros lo que realmente queremos es que nuestros alumnos sean capaces de desenvolverse sin problema en contextos REALES de la lengua. No tiene sentido que les enseñemos SÓLO la lengua estándar, si luego ésta no les va a servir para comunicarse con los hablantes nativos de la lengua en situaciones reales.
Por otra parte, en cuanto al dialecto del profesor de ELE, creo que si es andaluz debería dejar claro desde el primer momento que en qué medida su variedad diatópica difiere de la pronunciación estándar, para que los alumnos no conciban esa pronunciación como la estándar, no obstante, a mi parecer, no cambiaría el acento, pues éso les serviría a los alumnos para ver el lenguaje en una situación comunicativa real. Cuando me refiero a hablar dialecto quiero decir que pronuncian las palabras de forma distinta, porque si permitiéramos que el profesor dijese “ustedes queréis”, “la dije”, etc, como dicen mucho en algunas zonas de Andalucía y Madrid respectivamente, estaríamos enseñando a los alumnos cosas que están mal dichas (lo siento por aquellos que lo digan) y por tanto estaríamos haciendo exactamente lo opuesto a lo que deberíamos hacer.
En resumen, el profesor no deberá dejar de hablar su dialecto, pero tendrá que informar a los alumnos de las diferencias respecto al estándar siempre y cuando las diferencias dialectales sólo sean fonéticas y no gramaticales. En el caso de que hubiese diferencias gramaticales el profesor debería intentar autocorregirse.
Saludos
Salva
Buenos días a tod@s. Realmente este tema es polémico y complicado. Nunca me había planteado esta pregunta antes, pero es cierto que si en el futuro quiero ser profesora de español tengo que tomar una posición al respecto.
Pensandolo bien, creo que yo soy una de esas personas que opta por simplificar español de España y español de América. Como bien has comentado Xose, esto puede resultar una simplificación extrema pero creo que en los inicios del aprendizaje de una lengua hay que simplificar y seleccionar información. Me acuerdo de una vez que una chica de EEUU vino a España como estudiante de intercambio y se alojaba en casa de una amiga mia. Para desayunar, la estudiante le pidió a mi amiga “jugo” y mi amiga no sabía a qué se refería. Claro, yo, cuando me lo contó, sabía que la chica quería un zumo pero mi amiga no tenía ni idea de lo que le estaba pidiendo. Quizá, con este ejemplo tan simple, podáis entenderme cuando separo el español según la variedad geográfica.
Respecto al dialecto, yo intentaría no usarlo para enseñar español al menos en un principio porque creo que puede marcar negativamente al estudiante. En España no todos hablamos “el mismo español”, eso está claro, y eso, en algunas ocasiones, puede dificultar la comunicación. Y como concibo que la comunicación es el objetivo de aprender una lengua, opino que tendría que enseñarse una especie de español estándar con el que el estudiante pueda comunicarse con personas de A Coruña, Andalucia o Cataluña.
Espero ver vuestros comentarios porque creo que pueden ser unos consejos valiosos para mí.
Un saludo.