Los cuentos y la destreza discursiva

Los niños en general, y Joanneta como tal no es una excepción, tienen una afición casi irrefrenable por los cuentos. Joanneta desde hace unos meses tiene locura por los cuentos. Le gustan para dormir, pero también a cualquier hora del día. Es capaz de seguir perfectamente la historia e incluso repetirla. Esto se ha acrecentado en los últimos dos meses. Para ella personajes como el llop (lobo), caputxeta (caparucita), el tigre, los tres cerditos, etc., etc. forman parte de su vida de manera sustancial. Esta claro que ella sabe que son parte del mundo del juego, de sus muñecos, de las historias que le cuentan su padre y su madre, de las historias que ella misma inventa, pero no por ello dejan de ser menos importantes. Lo que no se cansa es de que las historias sean las mismas. De hecho, parece encontrar un inexplicable placer para los adultos en reencontrarse con ellas. Es capaz de oír un cuento y pedirlo de nuevo al instante (aunque eso era más hace un mes), y si no, al cabo de un rato. Los niños no tienen la conciencia temporal completamente desarrollada por esto se sumergen en las historias como si fuese la primera vez que las oyen. No es que no las reconozcan, sino que para ellos el placer de la primera vez vuelve a repetirse. Con los cuentos los niños van adquiriendo la estructura del texto (inicio-desarrollo-desenlace), aunque todavía no son capaces de vincularlos con la vida, con el hecho de que la vida también tiene estas fases. Eso es lo que diferencia a los niños de los adultos, y por eso disfrutan tanto con la repetición de una misma historia.