Navarra sigue siendo entre los siglos XVI y XVIII un país esencialmente agrícola, ganadero y forestal, con una industria artesana.
Las ferrerías norteñas trabajaban sobre todo con mineral guipuzcoano y vizcaíno. Los buenos caminos favorecían el tráfico interior entre la Ribera y la Montaña, con productos complementarios; la situación geográfica del reino permitía un activo comercio de tránsito, controlado fiscalmente en las “tablas”
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