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Relatos

Recuerdos enlatados

De pequeños, éramos otros, diferentes, extraños, tan lejanos a lo que somos hoy en día, que me asusta, me asusta hasta donde he llegado, aunque me asusta mas hasta donde podía haber llegado, quizá soy muy asustadizo… ¿Quién sabe?

Mi hermano corría, corría más que los coches, era muy veloz, nos ganaba a todos, pero claro si ganaba a los coches, nosotros nunca podríamos vencerle, hoy con los años hasta mi hermano ha dejado de correr contra los coches.

El médico se acerco a mí y me miro con mirada de médico, yo le devolví la mirada, con mirada de crío, entre miedo y respeto.
-Te vamos a hacer un análisis de orina
-Muy bien señor doctor hágame lo que usted quiera, al fin y al cabo usted es el médico
-Tienes que traerme una muestra de orina
Yo le devolví otra mirada de crío, entre duda e interrogación.
-¿Y donde consigo yo la orina, señor doctor?
El médico me volvió a mirar con mirada de médico – ¡La suya!
-No se ponga así señor doctor que yo le traigo mi orina, solo me falta encontrarla porque no sabía que tenía pero luego le pregunto a mi madre, que ella claro por ser madre siempre sabe donde esta todo.
-La orina es el pis cuando se levante mea y me trae una muestra
-Vale, pero yo meo mucho, le traigo una botella de dos litros de coca cola llena.
El médico me miro con una mirada de crío, entre duda y vacile
-¿Una botella de dos litros? Con una sonrisa en la boca -Pues nada si la llena tráigame una botella de dos litros.
Al día siguiente me fui con mi botella de dos litros y me di cuenta que aunque estuviese mucho tiempo meando, nunca llenaría una botella de dos litros, y que si intentas mear dentro de una botella de dos litros vas a poner el baño perdido de Pis u Orín y te vas a mear las manos, seguro.

Miedo a las palabras no pronunciadas, a la imagen no captada que siempre es la que más duele