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Costa Rica 3 Arenal

Abandonamos Monteverde y tras un trayecto en autobús y atravesar un lago,
llegamos a Fortuna, un pequeño pueblo que se encuentra a las faldas del volcán Arenal.

Aquí nos alojamos en Jardines de Arenal, una buena elección sin duda, el hotel esta a unos dos kilómetros del pueblo, el dueño y su ayudante un chico español son realmente un encanto, el primer día tras escuchar las diversas posibilidades y los diferentes precios optamos por irnos a las termas Baldi, que nos cuestan unos 20 dólares con instalaciones estupendas y una relación calidad precio estupenda muy alejadas de los 70 dólares que nos piden en las termas Tabacon, aunque en estas nos den de cenar, además el día esta nublado con lo cual estupendo porque con sol, puede ser un poquito duro, ya que solo cuenta con dos piscinas de agua fría, al fondo mientras te remojas esta el volcán callado distante y majestuoso, en un momento de despiste meto el pie en una piscina de 42 grados y creo que tengo el dedo gordo del pie cocido, solo este,… ya que los demás no quisieron entrar.

Tere pisa un cepillo para rascar la piedra que se ha dejado un trabajador
olvidado en el agua y fantaseamos con la idea de denunciarlos y quedarnos con la piscina de arriba y también porque no con el helicóptero que hay en el
helipuerto.

Al día siguiente nos levantamos y nos vamos a la catarata de la fortuna, la
excursión vale cuarenta dólares por persona, pero negociamos un taxi por seis
dólares ida y seis dólares vuelta que junto a los dieciocho dólares de la
entrada, hacen un total de treinta dólares, con lo que nos hemos ahorrado
otros cincuenta dólares… los guardamos para cervezas, por lo de no
deshidratarnos, ya sabéis.

Como vamos en chanclas me adelanto y le pregunto al taxista si hay que andar mucho y el tipo me responde que no que de donde el nos deja solo tenemos 48 escalones, con lo cual estupendo, pero cuando entramos y veo la altura de la impresionante catarata no me cuadra lo de los escalones a no ser que los escalones sean de diez metros cada uno.
En el letrero de bajada pone que se abstengan de bajar los hipertensos y gente con problemas cardiacos, al lado del letrero hay un abuelo al que le tiemblan las piernas con la cara muy blanca y al que le falta la respiración, en un momento dado mira hacia el cielo y pienso que le van a saltar los ojos de las cuencas, el trayecto son creo 480 escalones, estoy de acuerdo que el cero no cuenta, pero no cuenta cuando va a la izquierda, joder.
La bajada bien, la subida cuesta un poco pero si el abuelo de setenta años con bastón lo ha conseguido yo también.
Por la noche nos vamos a una excursión en la que se supone que nos van a enseñar la lava,… yo ya la he visto en Guatemala y bien cerca, pero vamos para que la vea Tere, ahora de camino ya pienso que va a estar jodido ver la lava cuando no se ve ni el volcán, una de mis increibles deducciones….

Total que no vemos la lava, pero vemos una increíble noche estrellada al otro lado del volcán y cientos de luciérnagas, precioso, ahora estamos Tere y yo mirando el precioso cielo estrellado hacia un lado y como veinte guiris mirando hacia el otro donde no se ve absolutamente nada, parece que estén esperando una llegada extraterrestre, todos en la oscuridad de la noche con linternas apuntando hacia la nada.

Al siguiente día el ultimo nos vamos a hacer rafting ya que estamos hechos unos valientes, y nos lo pasamos como enanos a mi se me hace corto, me hubiera gustando estar dos horas mas, ahora cuando al día siguiente me entre un tremendo dolor de spalda por no tener ni puta idea de cómo remar, una mala posición supongo agradezco que no durara mas, nos sorprende la capacidad asombrosa que tiene el guia para descubrir animales tanto que en un momento dado bromeamos y le preguntamos si son de plastico y los ha colocado antes de empezar el tour, para despedirnos vamos al restaurante que tiene Hernan, el dueño del hotel y tomamos la mejor cena que hemos tomado en Costa Rica, con permiso de Juan de Finca Maresia donde también cenamos estupendamente.

Muy recomendable el restaurante, sin duda, y además Tere y yo les deseamos la mejor suerte en el nuevo proyecto, ya que lo inauguraron la semana que estuvimos allí.

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