Orihuela, Alicante (III) – Puerta de la Sacristía, Convento de Santo Domingo

El ángel se eleva ingrávido y la Virgen, realmente sorprendida, muestra un gesto de tremenda humildad y trascendencia.

El convento de Santo Domingo de Orihuela es un edificio monumental de estilos gótico, renacentista, barroco y rococó, fundado por el Cardenal Loazes en la entonces zona periférica de la ciudad. Conocido también como El Escorial del Levante por sus 15000 metros cuadrados de extensión, es el Monumento Nacional más grande de toda la Comunidad Valenciana.

Se comenzó a construir en el siglo XVI, de modo que de esta centuria se conserva la fábrica de los muros, que se presentan lisos y sobrios, salpicados por ventanas. Uno de los claustros es de estilo renacentista, si bien comenzó a construirse a principios del XVII, por lo que no nos detendremos en su estudio.

Sí veremos, con más detenimiento, una de las puertas que, desde el interior del convento, dan acceso a la sacristía de la iglesia. De nuevo encontramos, en algunos lugares, la atribución a un desconocido Juan Inglés; debemos pensar que la puerta la diseñó, al igual que tantas otras obras oriolanas, Jerónimo Quijano o alguno de sus seguidores.

Se trata de una puerta deudora de la Puerta de la Anunciación de la Catedral; tan similares son, que se repite el tema iconográfico de la Anunciación a María. El esquema compositivo la asemeja, al igual que la catedralicia, a un arco de triunfo, aunque esta portada presenta diferencias respecto a aquella: las columnas pareadas que custodian el acceso, de orden corintio, tienen el tercio superior del fuste profusamente decorado con bellos relieves. Estas columnas, que sostienen el entablamento superior, se encuentran exentas del muro, de modo que este dispositivo arquitectónico gana en volumen y porfundidad respecto al de la Anunciación. Además, sobre el entablamento se localiza un ático en forma de templete, que custodia un escudo eclesial, y a ambos lados, sendas piñas pvétreas.

Cabe pensar que esta portada sea una revisión de la hecha para la Catedral, lo que explicaría que la decoración se haya extendido y hecho más profusa; además, el arcángel Gabriel y la Virgen, en las enjutas del arco, presentan actitudes más dinámicas y con un tratamiento de los paños más cercano al modelo clásico de paños mojados. El ángel se eleva ingrávido y la Virgen, realmente sorprendida, muestra un gesto de tremenda humildad y trascendencia.