Portada de la iglesia de Santa María (detalle), Requena

Requena, Valencia – Cuestiones acerca del gótico a través de la iglesia del Salvador

 Cristo suplica que alguien le libre de la desidia que tanto tiempo y tantas obras han sufrido; martirio lento pero constante el que han padecido los apóstoles de esta portada, en el que muy pocos se han salvado de la decapitación de la ignorancia y la falta de atención.

Portada de la iglesia de Santa María (detalle), Requena
Portada de la iglesia de Santa María (detalle), Requena

Requena, ciudad del interior de Valencia, posee un casco histórico, el denominado “Barrio de la Vila”, declarado bien de interés cultural. En este centro histórico, encontramos dos construcciones que se adscriben a lo que se ha denominado estilo gótico isabelino, es decir, el gótico evolucionado en sus fases finales de desarrollo. Una de ellas es la iglesia del Salvador; la otra, la iglesia de Santa María, cuya portada se encuentra mucho mejor conservada que la anterior.

Puerta principal de la iglesia del Salvador, Requena
Puerta principal de la iglesia del Salvador, Requena

La iglesia del Salvador terminó de construirse en 1533, bien entrado por tanto el siglo XVI. Dado que el concepto constructivo es del cuatrocientos, con razón habríamos podido eludir esta obra de esta ruta por el arte del seiscientos. Sin embargo, la utilizaremos como pretexto para introducirnos en diferentes cuestiones que pueden resultar de interés para conocer el arte del renacimiento español.

En primer lugar, llama la atención la presencia de gótico isabelino en tierras valencianas, pues proliferó en los dominios de la corona castellana, mientras que en los territorios aragoneses, fue el llamado gótico catalán (Lonja de Valencia) el preponderante. La presencia del estilo castellano en Requena se explica porque esta ciudad perteneció a territorio castellano hasta bien entrado el siglo XIX.

En cuanto a la presencia de gótico, cual sea su manifestación, en el siglo XVI, es algo que iremos viendo en repetidas ocasiones. El gótico, que a principios del quinientos era denominado el estilo “moderno”, estaba totalmente aceptado y asimilado tanto por la monarquía como por el propio pueblo, pues se ceñía perfectamente a sus exigencias. Por ello, no es de extrañar que, obras como esta iglesia, que hoy nos parecen anacrónicas para el siglo XVI, en su día fueran absolutamente aceptadas como contemporáneas.

La portada principal de esta iglesia del Salvador presenta un acceso de dos arcos carpaneles separados por el parteluz, insertos dentro de dos arquivoltas apuntadas y una exterior conopial. En los arranques de las arquivoltas aparecían bajo doseletes esculturas de los apóstoles; hoy en día, muchas se encuentran sumamente deterioradas y otras, simplemente, no aparecen, debido a la desidia y el paso del tiempo.

En el tímpano vemos a Cristo Majestad dentro de una mandorla. Se trata de una representación tosca, casi románica, muy alejada de lo que desde hacía años el Renacimiento había conseguido. Y sin embargo, esto no resultaba anacrónico. Las gentes del dieciséis eran capaces de asumir el valor de las obras, sabían lo que aquello había costado y, sobre todo, ansiaban comprender lo que Cristo les transmitía desde el tímpano. En cambio, hoy, ese Cristo suplica que alguien le libre de la desidia que tanto tiempo y tantas obras han sufrido; martirio lento pero constante el que han padecido los apóstoles de esta portada, en el que muy pocos se han salvado de la decapitación de la ignorancia y la falta de atención.

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