La fusión del gótico y renacimiento. Esto es lo que consigue Forment con este retablo.
Retablo mayor de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza
La Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza es uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca española. No obstante, en su interior alberga un fantástico retablo obra de Damián Forment, escultor renacentista que se ocupó de esta magna obra.
Damián Forment inició este retablo, tallado en alabastro, con el encargo de la predela, de modo que ésta goza de cierta independencia respecto del resto del retablo. Una vez concluida esta parte del retablo, en 1511, le fue encargado por el cabildo catedralicio el resto del mismo, que distribuyó en tres calles, mientras que la estructura tradicional de cuerpos se rompe por esos curiosos doseletes de inspiración gótica.
En la calle central del retablo se representa una monumental Asunción de la Virgen, alrededor de la cual aparecen los apóstoles, sorprendidos por la magnitud de la escena que contemplan. A la derecha, aparece el nacimiento de la Virgen, con un tratamiento bastante más avanzado en el estilo que el que encontramos en el MNAC; mientras que a la izquierda contemplamos la escena de la Presentación de la Virgen en el templo.
Damián Forment crea una de sus obras maestras en este espectacular retablo, que gracias a la cantidad de elementos que lo inundan y a la proliferación de motivos arquitectónicos del gótico final, adquiere un tremendo dinamismo y efecto ascendente.
La fusión del gótico y renacimiento. Esto es lo que consigue Forment. Si su escultura bebe de cierto goticismo, hemos de considerarlo como una respuesta deliberada a la dualidad de estilos en la época (lo “moderno” [gótico] y lo romano [renacimiento]) y no como desconocimiento de ellos. De hecho, y a pesar de su dualidad renaciente-gótica, Forment se erige como una de las personalidades clave del renacimiento aragonés.
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