Bilbao, Vizcaya – Renacimiento en el Museo de Bellas Artes

En Bilbao, la capital de la provincia de Vizcaya, se encuentra el Museo de Bellas Artes de dicha ciudad, que conserva entre sus muros una importante colección permanente con unos más que interesantes fondos. Además, este museo cuenta con una página web actual y más que interesante, que ofrece la posibilidad de realizar una visita virtual por las salas de la institución.

De la colección de obras del siglo XVI, destacaremos alguna de ellas, de un gran valor artístico y equiparables a cualquier obra custodiada en alguno de los principales museos nacionales. No obstante, los fondos de este museo son extensos y aquí nos referiremos tan sólo a tres pinturas.

Dos de éstas pinturas de las que vamos a hablar son magníficos retratos, obras de Antonio Moro y de Alonso Sánchez Coello. El retrato de Felipe II que pintó Moro es un magnífico ejemplo de su pintura y de la retratística del XVI. El artista consigue crear un retrato en el que aúna la dignidad y la majestuosidad con un estudio objetivo del personaje, de modo que consigue una semblanza no sólo física, sino también psicológica. Además, la calidad técnica de la pintura es excelente, consiguiendo unas calidades y texturas notabilísimas.

El retrato de Doña Juana de Portugal, pintado por Sánchez Coello, también es uno de los cuadros paradigmáticos de su autor y, por tanto, de los retratos españoles del siglo XVI y XVII. La sobriedad es absoluta pero a pesar de ello, el artista consigue crear una pintura de extraordinaria factura, gracias a los diferentes materiales que conforman el vestido de la retratada. La captación psicológica es también fantástica, y aunque las concesiones son mínimas, la princesa se reviste de una gran dignidad.

La última pintura de la que hablaremos es una versión reducida de El Greco de su Anunciación, que se custodia en el Museo del Prado. La corte celestial toca instrumentos mientras el Espíritu Santo desciende raudo al encuentro entre el ángel Gabriel y la Virgen María, que en un gesto de sorpresa, acepta su destino. La pintura muestra los rasgos principales del maestro cretense, y es tan subyugante como la mayoría de sus obras. Las pinturas de El Greco nos presentan un mundo etéreo, de figuras ingrávidas y fantásticas, que sin duda nos recuerdan constantemente el genio creativo y el mundo interior de este importantísimo pintor.