Zamora – Los tapices del Museo Catedralicio

Es habitual que en los estudios de arte se olvide una manifestación tan importante en su día como lo fueron los tapices. Si acaso, se mencionan cuando se estudian los primeros años de la obra de Francisco de Goya. Y poco más.

No obstante, a lo largo de la historia los tapices han sido una de las muestras artísticas más itinerantes y que más lejos han llegado respecto de su lugar originario. Transportarlos era tan fácil como enrollarlos, mientras que las pinturas, generalmente realizadas sobre tabla, eran difíciles de transportar si sus dimensiones no eran las más ajustadas; además, los tapices eran piezas de un alto valor añadido por su suntuosidad. Por tanto, los tapices, junto a los grabados, fueron muy importantes en el trasvase de estilos, temas e iconografías entre diferentes países.

Flandes era un territorio en que la creación de tapices era algo habitual, y mientras duró el dominio español, muchos de esos paños tuvieron como destino los reinos peninsulares. Así, hay museos que exponen grandes muestras de tapicería, como ocurre en El Escorial o en el museo catedralicio de Zamora.

Del siglo XVI conserva este museo zamorano diferentes tapices, entre los que destacan los dedicados a la historia de Aníbal, el conocido estratega que puso en jaque a la República Romana, llegando a las puertas de la capital con todo su ejército, en el que había hasta elefantes. Esta serie de tapices está datada en 1570 y está constituida por hilos de lana y seda. Supone una de las mejores muestras de este arte en nuestro país, por la calidad de su tejido y del tratamiento de las escenas, de un renacimiento mucho más avanzado que las propias pinturas flamencas.

En el tapiz que muestra a Aníba cruzando los Alpes vemos a un guerrero digno y fuerte, ataviado a la romana, que guía con decisión a sus tropas, mientras que un suave viento mueve sus ropajes, que se disponen de una manera absolutamente elegante y clásica, otorgándole al protagonista un halo de total majestuosidad.