Almería – De ausencias y pérdidas: Patio del castillo de Vélez-Blanco

Patio del castillo de Vélez-Blanco
Patio del castillo de Vélez-Blanco

Vélez-Blanco es una pequeña localidad situada al norte de la provincia de Almería, muy cercana a la frontera murciana. En su término municipal se encuentra el Castillo de Vélez-Blanco, que mandó construir Pedro Fajardo y Chacón en 1506 o 1507, acontecimiento cercano en el tiempo a su nombramiento como primer Marqués de Vélez por Juana I, la Loca.

El edificio, que se termina en 1515, se inicia como un proyecto gótico, aunque pronto se adapta a las nuevas corrientes renacentistas y, a pesar de su aspecto de fortaleza militar, en su interior se construye uno de los mejores ejemplos de patio renacentista de nuestro país. Se trata de un espacio que posee la belleza sosegada de este tipo de patios. El mármol se encuentra finamente labrado, especialmente en los capiteles, los intradós y las enjutas de los arcos, que son rebajados; y también en la decoración que rodea a las ventanas y las puertas de acceso al patio, porticado en uno de sus lados tan sólo. Todo resulta de una belleza clásica fantástica. Todo, excepto que hoy, este maravilloso patio, no está donde debiera.

Aspecto actual del patio del castillo de Vélez-Blanco
Aspecto actual del patio del castillo de Vélez-Blanco
Detalle del patio del castillo de Vélez-Blanco
Detalle del patio del castillo de Vélez-Blanco

No está donde debiera porque, en 1904, los sucesores de Pedro Fajardo en el marquesado decidieron deshacerse del patrimonio que albergaba este castillo, y en lugar de donarlo a instituciones españolas, prefirieron venderlo a un magnate francés (por lo visto se adelantó a Randolph Hearst) que, por 80000 cochinas pesetas, se lo llevó consigo a París, de donde pasaría en 1964 al Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

La historia de este expolio pesetero (que es como se consideraría hoy lo ocurrido) por desgracia no es la única, ni tampoco termina aquí. En 2009, el entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, asistió el 23 de septiembre a una cena que ofrecía en el Metropolitan Museum (¿Una cena en un museo?) el presidente de los Estados Unidos, Obama, para sus socios de la ONU. Nadie se acordaría de esto si no fuera porque a Zapatero se le ocurrió tomarse una fotografía familiar con Obama, de modo que se inmortalizó con sus góticas hijas y su esposa junto a Barack y Michelle Obama. Ya no sabemos si fue cosa suya o del curioso e impertinente protocolo americano, pero dicha foto se realizó ante uno de los marmóreos accesos expoliados del patio del castillo de Vélez-Blanco.

Fotografía de la familia de Rodríguez Zapatero con los Obama

El debate acerca del curioso atavío de las hijas del expresidente centró la polémica, pero ¿cómo es que nadie se percató del provocador fondo escogido para la fotografía? España, donde el deporte nacional es la crítica personal, olvidó que lo verdaderamente importante de la foto no eran las hijas del presidente, sino la legitimación (por enésima vez) de este saqueo al patrimonio artístico español.

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