La Isla en las utopías modernas

Según la RAE isla es “aquella porción de tierra rodeada de agua por todas partes”, como descripción está bien, sin embargo creo que hay algo más tras de sí.

Debemos de partir de la premisa que el ser humano es una animal básicamente terrestre, por lo que el agua no es su medio. A esto hemos de sumarle que en la edad moderna la geografía no tenía el grado de domesticación actual. Todo ello hace que el mar sea un lugar inexplorado, foco de historias mitológicas y misterios. En este contexto las islas serán vistas como lugares cuasi sagrados, herméticos y misteriosos. Por lo que en la creencia popular estos lugares podían tener la connotación de mundos paralelos

Todo ello hará que las islas sean el lugar predilecto para las obras utópicas. Paralelamente, a causa de su pequeño tamaño estos fenómenos geográficos son más que propicios para reproducir sociedades a pequeña escala. Esto facilitará en gran medida las labores y actuaciones de los Estados reinantes, puesto que es más llevadero el control sobre un área pequeña. De este modo se creará un microcosmos en el interior de las islas utópicas.

Además, por el mero hecho de que sea una isla, es mucho más fácil mantener intacta la cultura interna, de esta forma es más sencillo estar lo más alejado de los agentes externos. Como vemos será la propia naturaleza quien haga de barrera natural. Empero también el residir en una isla conlleva barreras mentales. Me refiero a la posibilidad por la que el individuo asimila más fácilmente el arraigo hacia una nación, ya que este se encuentra en un lugar perfectamente limitado.

Otro protagonista en estos espacios será el jardín, de reminiscencias claramente bíblicas y coránicas. Lugares donde la exuberante vegetación es una característica relevante.

Todo ello conlleva a que el sentimiento sobre el exterior se ve doblemente reforzado. Por un lado por la propia barrera natural; y por otro, por la confluencia entre dichas barreras y la frontera nacional.
Esto también afecta a los visitantes, puesto que al estar en un lugar tan apartado de su civilización de origen pierden de una forma más drástica el contacto con la realidad, a la par que se adentran en lo más profundo de estos microcosmos.

No es casualidad que en Utopía, La Nueva Atlántida, La Casa del Sol o Las Islas Fortunas de Pierre de Ronsard se desarrollen en estos espacios. La insularidad da portanto la posibilidad a la utopía literaria de llevar en estos espacios cerrados y asilados sus experimentos.

 

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