La Albufera de Valencia es en la actualidad un laguna costera de agua dulce con tres aliviaderos al Mar Mediterráneo, las golas de Pujol, Perellonet y Perelló. El paisaje actual es reciente de los últimos años, hace 240 años la mano del hombre cambio el lago y pasó a ser lo que conocemos ahora. La historía de la Albufera se describe en los libros de Carles Sanchez Ibor y Vicenç Roselló Verger
Sin embargo, hay que reclamar la atención para una pequeña nota de Ramón Margalef y Maria Mir publicada en 1972 sobre el estudio de un sondeo en el centro del lago donde ya reconoció un importante cambio ambiental que se había producido en la Albufera y que venía marcado por un nivel de berberechos con valvas cerradas. Según estos autores la Albufera pasó de un lago salado a un lago salobre y de agua dulce produciendo la muerte de los bivalvos.
Además, existe el topónimo “El Saler” que nos indica que la existencia de sal. El Saler era una construcción donde se almacenaba la sal para abastecimiento de la ciudad de Valencia. La sal se recogía en las Salinas de la Albufera que aparecen en las acuarelas de Anthonie van den Wijngaerde y que tomaban su agua, no del Mediterráneo, sino de la laguna y se encontraban en donde en la actualidad esta el centro de interpretación del Racó de L’Olla.
Una amplia descripción de la Albufera salada la podemos leer en el 6º libro de la Década primera de Escolano (1611) que en la edición de Perales de 1880 dice así:
“Sus aguas, parte nacen de ojos manantiales que brotan dél, y parte de avenidas de barrancos mayormente del que llamamos de Torrente; que en tiempos pasados (antes de haber divertido sus fuentes á la acequia, que agora riega el campo de dicho pueblo), venia como un riachuelo perpétuo á dar en la Albufera. Otra parte le entra de la caudalosa acequia, que se toma de Júcar para riego de los arroces del campo de Cullera y Sueca; y otra de una mas que mediana fuente de agua dulce, que nace en el campo de Catarroja, y se vá engrosando della una acequia, que al cabo de quinientos pasos comienza á ensancharse poco á poco á modo de rio; y dá principio por este cabo á la Albufera: de forma, que sirve de puerto para embarcarse y entrar en ella. De todas estas aguas y mas de las avenidas, viene á veces en años lluviosos á estar tan preñada que es menester por el lado que mira al mar, abrirle un portillo por donde desagüe: y es un extraordinario deleite el dia que le abren: porque saliéndose los peces por aquel boquerón al hilo de la corriente, por atajarles el paso les echan debajo ciertos reparos, y como vienen cortando el agua, al topar en ellos dan un brinco en el aire, por dar consigo desotra parte y hacer viaje al mar. Mas aguárdanlos detrás de los reparos unos barcos puestos en hilera; que como van cayendo como una lluvia espesa, los recojen con sus senos con sumo solaz de los miradores. Al contrario, cuando la pesca enflaquece por la mucha batería que con sus redes y otros instrumentos de pescar le han dado los pescadores, y el agua ha descrecido mucho por la sequedad de los tiempos, allá al Agosto en el récio de los calores (en que el mar hirviendo se sale de sus límites y llega casi á comunicar sus aguas con las de la Albufera, por la parte que mas cercanos están, entonces abren la boca (que dicen), y entran las del mar con infinita cuantidad de crias de todos géneros de pececitos recién nacidos, cebados con el gusto del agua medio dulce, y viene á llenarse para años dellas y dellos, criándose en aquel charco, crecen tanto en número y corpulencia, que dan la vida á mil pescadores con sus lances, y con la comida á todo el vulgo de naturales y forasteros, de una ciudad tan populosa como Valencia.” (…)
” La boca de este estero por la cual se hicha ó vacía, está hecha por maravilloso y delicado artificio de unas compuertas de madera, con tal traza, que tienen á su mano, los que andan en la labor echar ó recibir la cuantidad de agua que quieren, á medida de la necesidad y provecho. No es mas honda la Albufera de lo que basta para sustentar barcos de á dos remos por banda; y así en toda ella se puede hallar pié, por la mucha arena que le entra con las avenidas de los barrancos. De cuando en cuando, á trechos, se levantan dentro della, unas como islas de cañaverales ó carrizales, que sirven de bosques y fortalezas para guarecerse las infinitas aves (…). Un solo islote ó seco de arena se descubre en toda su latitud; y con estar rodeado de aguas saladas, como para alivio de los navegantes, produce una fuente de dulce. Al lado que mira al mar, subiendo de Valencia al Mediodia, tiene este vivero de naturaleza una famosa Dehesa de espeso jaral; que media entre el mar y ella, de anchura de medio cuarto de legua y de tres de longitud, y viene á rematarse en el desbocadero de la laguna. Es vedado de Su Majestad y de grande recreo, por la mucha caza de codornices, francolines y conejos. En este espacio, una legua antes de llegar á la dicha boca, se ven las salinas que bastecen copiosamente de sal la ciudad y su comarca. La cual hacen en esta forma: Sacan dos acequias de agua, que van á dar á un pozo muy ancho y profundo, donde se hace la primera digestion; y despues sangrándole por muchos canales, coladeros y venas encaminan el agua á diferentes eras ó placetillas: y en ellas empantanada y revuelta con el rocío del cielo, se recuece á los rayos ardientes del sol del estío y caniculares: de que queda convertida en sal.”
Referencias
Escolano, G. (1611): Segunda Parte de la Década primera de la Historia de la Insigne, y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia. Imprenta Pedro Patricio Mey, 2004 pp.
Margalef, R. y Mir, M. (1972): Indicadors de canvis de salinitat en els sediments de l’Albufera de València. Trevalls de la Societat Catalana de Biologia. 32: 111-117.
Sanchis Ibor, C. (2010): Regadiu i canvi ambiental a l’Albufera de València. Publicacions de la Universitat de València. 332 p.
Roselló i Verger, V. M. (1995): L’Albufera de València. Publicacions de l’Abadia de Montserrat. 192 p.
Roselló i Verger V. M., Teixidor de Otto, M. J., Esteban Chapapría, J., Sicluna Lletget, R., Mateu Bellés, J. F., Palomar Abascal, J. M., Piqueras Haba, J., Gregori Berenguer, J. J., Palanca Vinué, F. (1990): Les vistes valencianes d’Anthonie Van der Wijngaerde, Generalitat Valenciana. Conselleria de Cultura, Educació i Ciència. 363 p.
Perales, J. B. (1878-1880): Escolano Historia de Valencia. Terraza, Aliena y compañía. Valencia y Madrid. 3 tomos. Edición facsímil por librerías Paris Valencia 2006. 700 p. + 880 p. 1071 p