Desde su entrada en la Península Ibérica, a comienzos del siglo XV, hasta la actualidad, los gitanos han sabido mantener su identidad cultural, constituyéndose como una de las minorías más importantes de España, y su historia ha estado marcada en gran medida por la marginación.
El estudio sobre el pasado de este pueblo choca con la dificultad de la ausencia de testimonios escritos propios; limitándose las fuentes literarias, casi exclusivamente, a los documentos elaborados por las autoridades de las comunidades con las que los gitanos entraron en contacto.
Gracias a la lingüística podemos situar el origen de los gitanos en la India. Sobre su forma de vida en el subcontinente indio y de las condiciones de su salida en torno al siglo X, solo podemos especular, pero es probable que se tratase ya de un pueblo nómada, pues la itinerancia ha formado desde entonces parte de su idiosincrasia.
De su estancia en Oriente Próximo, Siria, Turquía y Grecia; conocidas como el Pequeño Egipto, proviene el término gitano, derivado de egipciano o egiptano.
A su entrada en Europa son, al principio, bien acogidos. Las autoridades les conceden salvoconductos que les permiten el paso en su peregrinación hacía Santiago de Compostela, para la expiación de un pecado de apostasía, como las cartas del emperador Segismundo y del papa Martín V. Se extienden por toda Europa, viajando en grupos que no llegan al centenar, y dirigidos por un jefe que se presenta con un título nobiliario como duque, conde o voivoda.
Pero, al parecer, este peregrinaje se hizo demasiado largo. Su forma de vida y costumbres, que debieron resultar exóticas en un principió, acabaron por chocar con la forma de ser de las comunidades con las que se encontraron. Y su nomadismo inquietaría a los poderes locales, incapaces de controlarlos. De este modo, se fue creando una visión negativa de los gitanos, acompañada por una legislación enfocada en dos vertientes: el asentamiento, en un intento de controlarlos; o la expulsión.
Como en el resto de Europa, en los reinos de España, los gitanos corren una suerte paralela. Sabemos que primero disfrutaran de privilegios por su condición de peregrinos, pero que está situación cambiará progresivamente hasta llegar al punto de inflexión que supone la Pragmática de Medina del Campo, dictada por los Reyes Católicos en 1499.
Entendemos que se producen importantes cambios en la Península Ibérica, desde las primeras llegadas de gitanos a principio de siglo, hasta el reinado de los Reyes Católicos. La necesidad de seguridad tras las inestabilidades de la Guerra de Sucesión Castellana; la conquista de Granada, último reino musulmán en la península; unido al deseo de fortalecer el Estado y la Monarquía que lo gobierna, junto con la religión; en suma, hace que cada vez sea más difícil encajar a este pueblo itinerante en el nuevo mapa de España.
Queda, por último, una cuestión relativa a la legislación elaborada contra los gitanos en esta época: ¿Se trata, realmente de una legislación racista, quiero decir, elaborada para un pueblo que se considera diferente? ¿O está enfocada a condenar una forma de vida o un tipo de delincuencia asimilable al gitano?