¡Una y ya!, como dice mi hija Jimena. Lo que significa que os pongo la última entrega de esta serie. Como muestra, ya está bien. Insisto en que podéis practicar el juego de las diferencias entre ésta y Memoria de España. Estos días de frío y lluvia puede ser un pasatiempo muy divertido en esas largas reuniones de amigos en casa. Aquí os dejo el Capítulo Reinado de Felipe II, o sea, el dedicado a esa España “martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma y cuna de San Ignacio”. El ínclito Marcelino Menéndez y Pelayo, mi paisanuco de memoria prodigiosa, tal vez estuvo excesivamente condicionado por sus convicciones religiosas cuando elevó tamaña máxima. Que San Ignacio nació en Azpeitia (Guipúzcoa) no es discutible; pero tampoco que las “herejes” Provincias Unidas (Países Bajos) depusieran a Felipe en 1581 y se proclamaran República en 1588; o que el Concilio de Trento institucionalizara, con Felipe, la ruptura de la Iglesia; o que los Estados Pontificios en ningún caso se alinearan con Felipe por su ultrarreligiosidad, sino dependiendo de los intereses concretos del momento, del Papa de turno o, sencillamente, de la necesidad de camuflar oscuras intenciones. Pues nada, ahí va eso:
[kml_flashembed movie="http://video.google.com/googleplayer.swf?docid=-5999206134597572009#" width="400" height="326" wmode="transparent" /]