Vamos a comenzar con Felipe II el Prudente. Antes, como hemos hecho con el resto, debemos repasar, aunque sea brevemente, su biografía. Muchos son los manuales, como veis en la bibliografía, que se interesan por la historia de este rey que, ya sea por sus archienemigos Guillermo de Orange o Antonio Pérez, ya por el turco Solimán el Magnífico -primero o por su sucesor Selim II, después-, ya por su hijo Carlos o ya por el teólogo Martin Lutero -y más enérgicamente por su seguidor Juan Calvino- (entre algunos otros), no debió de disfrutar de un trono muy apacible. Su concepción providencialista del poder, heredada de su padre Carlos V, su fe desmedida y su desconfianza enfermiza, no presagian, ni mucho menos, una vida placentera. Además, se alejó de la idea imperial, que terminará de descomponerse bajo su mandato. Un dato más para contrarrestar: atesoró la mayor biblioteca privada del mundo occidental, convirtiendo El Escorial en un centro de investigación notable. En este enlace podéis repasar una vida que no tiene desperdicio.