Nos encontramos en el siglo XV, cuando en toda Europa comienza a surgir un movimiento intelectual denominado Humanismo. La corriente tenía como base central el antropocentrismo, es decir, situar al hombre en el centro del universo. Supone un choque tanto en la cultura como en la educación dejando a un lado el teocentrimo del medievo. Uno de los rasgos distintivos más conocidos y destacados del humanismo es su interés por lo “antiguo”, un interés donde predomina el punto de vista de la investigación filológica. Este interés crea el desarrollo de la perspectiva histórica en el acercamiento a otra cultura. Con esto se puede decir que es el humanismo el que consolida la historicidad como la clave del pensamiento europeo.
El modelo humanista era el enciclopedista, el hombre deseaba descubrirlo todo mediante el uso de su razón. Se profundizó de esta forma la investigación sobre el cuerpo humano, la física, la química, la astronomía y la navegación. También con el humanismo surgió el pensamiento crítico. Los autores dejaron de escribir en latín, como se hacía en la Edad Media, y comenzaron a hacerlo en lenguas europeas, con loq ue la gente en general, pudo tener acceso a los libros, que fueron traducidos a múltiples idiomas.
En definitiva, el humanismo fue un movimiento cultural que llegó a todos los ámbitos de la vida. Sobre todo, fue de gran importancia en el cambio de pensamiento y en educación. En cuanto al aprendizaje o conocimiento un punto importante fue la traducción y difusión de obras, en parte gracias a la imprenta. Y, como dijo Erasmo de Rotterdam, uno de los más importantes humanistas: “Ojalá que hubiera traducciones a todas las lenguas para que esos escritos pudieran ser leídos y conocidos”.