Uno de los aspectos más interesantes a la hora de estudiar el libro en el siglo XVI, es su consideración social. Es en este siglo cuando el libro comienza a alcanzar rango de utilidad pública. Paralelamente a esto, se incrementa el comercio de libros. En esta época del capitalismo temprano, en la que el comercio era considerado como fuerza impulsadora vital para la prosperidad de las naciones. La relación entre las diferentes religiones se hace ada vez más regular y el círculo se amplia.
Si se hace un análisis de las tasas en lo que al libro impreso del siglo XVI se refiere, se observa un aparente abaratamiento del libro, debido fundamentalmente al aumento de tiradas, que normalmente alcanzan ya el millar de ejemplares. Además se buscó uno tipografía en la que entraron más letras por línea y más líneas por página, lo que permitió ahorros sustantivos en la cantidad de papel y en los gastos de impresión y transporte. Sin, embargo las ganancias de los impresores sin duda alguna, se incrementaron, ya que este abaratamiento del libro impreso no iba en igual proporción que la reducción de los costos de producción.
Para poder precisar la enorme cantidad de publicaciones que aparecía anualmente, tenemos que utilizar los catálogos de los libros. Del análisis de los mismos se desprenden resultados interesantes. El primer catálogo se publicó en el 1564 de la mano de Jonge Willer, de Augsburgo, movido por el interés de poner en conocimiento de sus clientes las novedades de la librería nacional y extranjera, puestas a la venta en la Feria del libro de Frankfurt.