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Vida personal

La muerte del Gran Capitán

A comienzos de junio de 1515 Gonzalo enferma seriamente de la que sería su sentencia de muerte: las cuartanas, un tipo de fiebre que padecía hacía tiempo, pero que ahora se mostraban mucho más graves ante una mermada resistencia física. A principios del mes siguiente abandona Loja y, como por intuición, se dirige a Granada. Seguramente, al sentirse débil débil manda hacer su testamento, aunque éste no se redactó hasta meses después. A mediados de noviembre, y enfermo en cama, se le informa del desastre papal frente a las tropas francesas en Marignano, cerca de Milán. Pero, paradojas de la vida, el éxito de Carlos V en Pavía diez años después se fundamentaría en las reformas militares del Gran Capitán.

El 30 de noviembre redacta nuevo testamento, parece ser que para dos cambios: la incorporación en su identificación de su título de Gran Capitán, y para pedir enterrarse en el monasterio granadino de San Jerónimo; lo firmó el 1 de diciembre. Al día siguiente dejaba finalmente este mundo en su casa de Granada, en la digna muerte cristiana, recibidos los santos sacramentos, rodeado de su mujer y de su hija . Con 62 años, 3 meses y 1 día moría el hombre, nacía el mito.

La viuda, Dª María, se encargó de difundir la noticia. Así pues, llegaron varías cartas de condolencia, entre ellas la del rey Fernando, que reanudaba la vieja amistad, y la del joven Carlos de Hasburgo, quién sentía verdaderamente la pérdida. Curiosamente Fernando moría sólo un mes después de su leal Gonzalo. Hasta casi el final, dos vidas prácticamente paralelas, la de Fernando el Católico, y la del gran Gonzalo Fernández de Córdoba.

Termina así la densa y rica biografía del “Gran Capitán”. Como hemos tenido oportunidad de ver, una vida que esta llena de paradojas, símbolos, presagios y aun casual fortuna a veces, también de honestidad y dignidad, pero que, ante todo y por su propio quehacer, destino, vicisitudes y personalidades que la rodearon, indudablemente se jugó en el centro mismo de la historia, como anunciábamos al principio.

Fuente: Ruiz Doménec, José Enrique, El Gran Capitán. Retrato de una época, Barcelona, 2002.

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Batallas Diplomacia

La toma de Granada

Rendición de Granada a los Reyes Católicos

Entre 1482 y 1492 tiene lugar la guerra de Granada y la participación de Gonzalo Fernández en ella. A punto de cumplir treinta años, Gonzalo entra en la vida pública de servidor de la corona en la guerra de Granada. Ante los acontecimientos bélicos y las medidas del rey, pronto comprendería la distancia que media entre los tratados caballerescos y la realidad. Pero todo sucede puntual y vertiginosamente, como en hitos inexcusables. Entre 1481 y 1485, y con la idea clara de que se ocuparían ciudades, plazas fuertes y castillos, junto al azuzamiento de los conflictos internos de la familia real granadina, se da un importante y decisivo empuje al conflicto.

Otro trienio más, de mayo de 1486 a febrero de 1489, y la guerra se acerca casi a su clímax. En este segundo trienio caerán para los cristianos Loja e Illora; en la primera Gonzalo acabará sus días, en la segunda ejercerá como alcalde.

Asimismo, tuvo lugar en este trienio el episodio de la escaramuza en el campo de Almorava, a las afueras de Granada, la primera hazaña importante de Gonzalo y el campo donde, ya convento jerónimo, muchos años más tarde reposaran sus restos mortales.

La guerra de Granada continúa, pero de una forma sórdida y poco clara. Gonzalo en Illora prosigue sus acciones bélicas, pero también frecuenta la amistad con Boadil; defendiendo el diálogo entre cristinos y musulmanes será el héroe de las calles de Granada.

En esta línea de actividad militar y política, entre 1487 y 1489 Gonzalo se muestra como negociador y cree que la mejor solución para Granada es el pacto con beneficiosas consecuencias económicas, y  no la guerra frente a Boadil, justo lo contrario de lo que opina la línea de la casa real.

Este segundo trienio de la guerra de Granada termina con una noticia que afecta a la vida personal de Gonzalo: La celebración de su segundo matrimonio con Dª. María Manrique, con el que Gonzalo volvía a ser el sutil cortesano de diez años antes, sobre todo por la dignidad social que su nueva esposa le entregaba.

En la primavera de 1489 la corte anunció la nueva campaña militar, iniciándose en abril el asedio. A fines de este año se rinde Baza, y poco después Almería y Guadix. En 1490 comienzan las difíciles negociaciones de uno y otro lado para la paz, con Gonzalo como uno de los interlocutores, y en el verano de 1491 empieza el asedio a Granada desde el construido campamento adhoc de Santa Fe. Las negociaciones terminan con la toma de Granada el uno de enero de 1492.

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Diplomacia

El recelo del rey

Fernando II el Católico

Finalizada la guerra en Italia y gracias al tratado de paz firmado entre Francia y España del 11 de febrero de 1504, Nápoles pasó a la corona de España. Así pues, Gonzalo Fernández de Córdoba, como general valeroso propulsor de dicha victoria fue nombrado virrey del Reino de Nápoles con amplios poderes.

Pero la reina Isabel, su valedora, murió a los pocos meses de la ratificación tratado, y el rey don Fernando el Católico entró en zozobra sin la compañía y apoyo de aquella gran reina. Incitado por recelos obsesionantes, el rey decició relevar al Gran Capitán por el arzobispo de Zaragoza y, temiendo que aquel no se dejase relevar, quiso que acompañaran al clérigo Pedro Navarro con órdenes de arrestar al Gran Capitán y apresarlo en Castelnovo, y Alberico de Tenacina para agitar al pueblo en favor del arzobispo. Afortunadamente aquel proyecto no se llevó a cabo, porque don Fernando nombró a su yerno Felipe como Rey consorte Gobernador de Castilla.

Al año siguiente, en 1505, don Fernando visitó Nápoles acompañado de su nueva mujer, Germana de Foix, a la sazón sobrina del rey Luis XII. El Gran Capitán, conocedor de los recelos que inspiraba al rey, salió a recibirlo al mar con gran agasajo, y trató de disipar sus temores por todos los medios. A pesar de ello, don Fernando comprobó personalmente que los napolitanos tenían más aprecio a su general que a él mismo, y que con su comportamiento había decepcionado a los napolitanos y a los subordinados del Gran Capitán. De este modo se dio cuenta de su equivocada opinión; el Gran Capitán  había congregado a todos los Estados del reino y les recibió juramento de fidelidad a los monarcas de Castilla y Aragón en el momento en que se situó al frente del gobierno de este reino.

No obstante, Los injustificados recelos del rey aumentaron y, ya que debía regresar a España a hacerse cargo de la situación por la reciente e inesperada muerte de su yerno Felipe I, ordenó al Gran Capitán que entregase el mando y regresase con él a España. Corría el año de 1507. Una vez allí le mantuvo apartado de cargo alguno. En una ocasión le había jurado por“Dios nuestro Señor, por la Cruz y los cuatro Santos evangelios que resignaría a su favor” el cargo de Maestre de Santiago, pero faltó a tan sagrado juramento y le negó lo prometido al Gran Capitán, por lo que éste se retiró a Loja, ciudad que le concedió el Monarca, cansado y desengañado. En 1512 rompió su amistad con el rey Fernando el Católico.

Fuente: http://www.ingenierosdelrey.com