Este blog está realizado por dos alumnos de 2º de Historia de la Universidad de Alicante como parte del contenido práctico de la asignatura Historia Moderna de España I, impartida por el profesor Cayetano Mas Galvany.
En él os comentaremos diversos aspectos de la vida y méritos de Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como el Gran Capitán, uno de los mejores generales del ejército español de la historia, propulsor de una importante reforma militar que daría lugar a los conocidos tercios y gran libertador del reino musulmán de Granada y del reino de Nápoles, del que incluso llegó a ser virrey.
Esperamos que os guste y os sea de toda la ayuda posible.
3 replies on “Presentación”
En mis búsquedas de un personaje “capitán Escalada” que figura en la historia del Concejo de Lena en Asturias me encuentro que batalló en Ceriñola a las órdenes del Gran Capitán; dificil me es encontrar datos que me lo ubiquen en un lugar específico al no tener mas que el nombre de “capitán Escalada” y una posible residencia en un pueblo del Concejo, llamado Sotiello donde existe una casa blasonada que pudiera haber pertenecido.
Solo me centra un interés genealógico, pero os agradecería pudiérais informarme si en vuestras investigaciones del Gran Capitán os habéis “topado” (por así decir) con este personaje y donde puedo encontrar algún listado de quienes estuvieron a sus órdenes. Creo que la grandeza y mérito de un líder (así podríamos llamar al Gran Capitán) radica en las actuaciones de sus subordinados que son quienes de verdad dieron la vida por un reino. Gracias por vuestra atención
hola buenas , estaba buscando informacion sobre la historia de mi familia cuando encontre esto , espero que te sirva , no se el grado de fiabilidad historica , lo que si es cierto es que el escudo y el apellido existen jejej
“en la romanesca casa de los Escalada, de Sotiello, sobre el arco de entrada a la quintana, el heráldico timbre con flores de lis y un castillo del que pende una escala para subir a su almenas, leyéndose bajo la blasonada piedra, la memoria del hazañoso hijo de Lena, que gano el blasón con heroico esfuerzo:
Con XXV soldados,
el capitán Escalada,
de Nápoles al castillo,
por la escalera dio entrada. (1)
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1 – Después de la famosa batalla y triunfo del Gran Capitán en Ceriñola, este conquisto y entro en Nápoles en abril de 1.503; pero las dos fortalezas que dominaban la ciudad no fueron ganadas hasta los últimos días de mayo. A la toma por la escala del Castillo Nuevo o del Castello d’Ovo, debe eludir el epígrafe del blasón de los Escalada, refiriéndose al valeroso capitán que peleo a las ordenes de Gonzalo de Córdoba “El Gran Capitán”, Navarro, Andrade, Carmona, u otros caudillos españoles en aquellas campañas de Italia. ”
encantado , un abrazo . y si tienes alguna información sobre los escalada estaria encantado de conocerla
Igual te sirve esto, que publiqué en el diario La Nueva España en la fecha que se indica.
Nuestros Alatristres 07-08-06
Cuando alguien me interpela con la manida pregunta de si las Cuencas tienen historia, a la fuerza tengo que sonreír. Todos los lugares la tienen y nuestros pueblos no son la excepción. Desgraciadamente muy pocos la han buscado porque es una constante que lo de fuera siempre parece más interesante, pero en cuanto se araña un poco les aseguro que se encuentra una riqueza sorprendente en hechos y personajes que no desmerecen a los de cualquier otro lugar. Les voy a hablar de soldados: por aquí hubo legionarios romanos, guerreros medievales y, por supuesto luchadores contemporáneos a los que podemos identificar por sus propios nombres y sus vivencias personales; hoy vamos a detenernos en los de la Edad Moderna.
Confieso que he dejado antes de llegar al final algunos de los libros que Arturo Pérez-Reverte ha escrito teniendo como protagonista al capitán Alatriste “un soldado veterano de los tercios de Flandes que malvive como espadachín a sueldo en el Madrid del siglo XVII”, según nos aclara su solapilla para añadir a punto seguido que “sus aventuras peligrosas y apasionantes nos sumergen sin aliento en las intrigas de la Corte de una España corrupta y en decadencia”, pero es que –lo reconozco- soy un pésimo lector de novela histórica porque enseguida le empiezo a poner remilgos a los detalles con lo que me es imposible seguir el hilo narrativo. Una desgracia para mí.
De cualquier manera no puedo negar el éxito que ha tenido este personaje y sería tonto que yo lo recomendase a estas alturas. Su publicación ha servido para despertar el interés por los lances de capa y espada y aprovechando este hecho indudable quiero recordarles que por aquí también podemos presumir de algunos héroes locales que son dignos de recuerdo por sus andanzas en los siglos dorados del Imperio español.
Seguramente hubo muchos que no pasaron de soldados y retornaron de las campañas sin gloria ni dinero; otros, con más suerte, hicieron carrera y pudieron edificar casonas y fundar linajes. Entre éstos destaca un capitán, de Sotiello, en Lena, donde aún puede verse –aunque muy reformada- la residencia que levantó para su merecido descanso y en cuya fachada luce orgulloso un blasón donde figuran entre otros motivos una torre y una escalera.
Bajo los grabados un lema que resume una acción de guerra: Con veinte y cinco soldados / el capitán Escalada / de Nápoles al castillo / por la escalera dio entrada. Y una fecha: año de MDIII. Es lógico suponer que el guerrero obtuvo el derecho a cambiar su apellido por éste, que recuerda su hazaña para la posteridad y de paso logró su escudo como premio a una osada acción militar que permitió la conquista de la hermosa ciudad mediterránea. Y si comprobamos los hechos bélicos de la época vemos que todo cuadra.
Efectivamente, la segunda campaña que Fernando el Católico desarrolló en Italia se inició en el año 1500 y el ejército español dirigido por el famoso (al menos cuando yo estudiaba) Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba fue venciendo en la batallas de Ceriñola y Garellano y en la misma ciudad de Nápoles hasta derrotar definitivamente a los franceses en la plaza de Gaeta, ya en enero de 1504, con lo que aquel estado italiano se agregó a la Corona española, donde se integró hasta 1707.
Queda por conocer en cual de los episodios de la Guerra destacó el de Sotiello. Seguramente no fue en la misma Nápoles, donde no se peleó por las murallas, sino en la conquista de las fortalezas de Castel Nuovo y Castel de Ovo, en junio de 1503, la misma fecha que muestra su escudo.
Por lo que sabemos, después de entrar en Nápoles, el Gran Capitán decidió cortar por lo sano la resistencia que se ofrecía desde estos dos castillos, prácticamente inexpugnables y con provisiones suficientes para resistir un largo asedio, y para ello encargó a un tal Pedro Navarro que volase sus defensas con un sistema de minas de su invención.
Este Pedro era un vasco que había destacado en su juventud como pirata y que llevaba años perfeccionando un sistema de explosivos con el que ya había obtenido algunos éxitos parciales, pero en Castel Nuovo el resultado fue demoledor en el amplio sentido de la palabra: primero mandó excavar unos nichos bajo las murallas donde colocó unos barriles de pólvora, luego la infantería fingió un asalto para atraer hasta las almenas a los franceses y cuando éstos se situaron sobre la zona minada los hizo explotar con la consiguiente carnicería. Entonces por la brecha abierta se colaron los primeros españoles para abrir camino a los demás.
Hubo más acciones parecidas, pero en las crónicas se da mucha importancia a esta valiente entrada, por lo que creo que fue en este episodio donde nuestro paisano lenense obtuvo la gloria que recuerdan hoy sus descendientes en el apellido. La confirmación definitiva requiere más tiempo del que yo tengo para estos artículos, pero seguro que duerme entre los legajos de algún archivo histórico y dentro de algunos años alguien dará con ella. Desde este 2006 seas quien seas, yo te saludo.
En fin, Escalada no fue el único soldado que paseó su espada por las batallas españolas, en Planta, cerca del límite entre Mieres y Langreo está otra casa en la que dos siglos más tarde, en 1762, Rodrigo Álvarez Covián colocó también otras inscripciones haciendo profesión de fe patriótica y también de mala gramática, en las que quiso mostrar su ardor bélico: “Muera Hargel”, se lee en una; “Biba el Rey de España”, en la otra y para rematar, tras la fecha de inicio de la obra su nombre también con dos bes: “Rodrigo Albarez Cobian”. No es un caso aislado y aunque la mayor parte se han perdido, si buscamos por nuestras aldeas, todavía podemos encontrar grabados parecidos, pero apenas podemos obtener de ellos otra información que el saber que allí residió un veterano que quiso mostrar esta condición ante sus vecinos.
Un caso especial es el Diego Suárez Corvín, el aventurero de Urbíes, nacido en esta localidad turonesa en 1552, que recorrió España, para pasar después como soldado nada menos que veintisiete años en Orán y acabó muriendo, como no podía ser de otra manera, en Nápoles. Afortunadamente, Corvín fue también escritor y cuando cumplió los 40 decidió contarnos su azarosa vida. Su “Crónica de Orán” o “Historia de Berbería” nunca llegó a publicarse, pero en 1901 una revista histórica de Burdeos recogió su prólogo –apenas 20 páginas- en las que nos relata su autobiografía. Cien años más tarde ya podemos leerla en español después de traducirla desde el francés, ¡Qué cosas!
Don Diego escribió además otros tres libros: “Romances en lenguaje antiguo, imitando el estilo y los romances del Cid Campeador”; “Historia del maestre último que fue de Montesa y su hermano Felipe de Borja” y ”Memorial de los servicios del autor contra sus émulos”.
Los versos del Cid salieron de la imprenta en Alcalá de Henares en 1607; la historia del maestre se editó en 1889 en Madrid y el memorial aún está inédito. No hará falta que les diga que es imposible encontrar estos libros en Asturias, pero vuelvo a insistir una vez más en la conveniencia de que los Ayuntamientos publiquen sus propias colecciones de clásicos locales. En este caso, Mieres podría empezar por la vida de Corvín. Apenas 20 páginas dije antes, pero les aseguro que densas, sorprendentes, llenas de aventuras y de datos y fáciles de leer ¡Venga, hombre, que es poco dinero!
Buenas intenciones aparte, volvamos al personaje: viajes y descripciones de ciudades, galeras, combates de infantería, cárcel, secretos de sacristías, escapadas…todos los ingredientes necesarios para tentar a cualquier novelista; además la historia de Diego Suárez es el reflejo de una época que tampoco podemos olvidar aunque la haya eclipsado la minería del carbón, la de aquellos hombres atados al campo y obligados a sobrevivir trabajando para otro señor; para ellos la milicia era en muchos casos la única salida y el patriotismo no hacía más que enmascarar la supervivencia.
Diego Suárez Corvín, soldado de Felipe II, nos aclara en las primeras líneas de su escrito que “el hombre que tiene ánimo y atrevimiento para tratar vidas ajenas de otros, muertos y vivos, debe, antes de que se meta en tan peligrosos trances, representar y mostrar la suya, quien es por si mismo, su naturaleza de patria y sangre, discurso y carrera de la vida…” Seguramente tiene razón, pero a mí, como a la mayoría de nosotros en estos tiempos de comodidad, no me apetece contarla, tal vez porque no encuentro nada que pueda resultar interesante para los demás.
Ernesto Burgos