Biografía

Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar (Montilla, Córdoba, 1453 – Granada, 1515), más conocido como el Gran Capitán, fue un militar al servicio de los Reyes Católicos. Perteneciente a la casa de Aguilar, se formó a caballo entre la tradición guerrera de la frontera andaluza y la corte real castellana. En las Guerras de Granada (1480-92) empezó a practicar sus innovaciones tácticas, que superaban la guerra medieval de choque entre líneas de caballería por la mayor maniobrabilidad de una infantería mercenaria encuadrada en unidades sólidas; su habilidad para aprovechar todos los recursos, adaptando la táctica a las condiciones del momento (empleando, por ejemplo, espías para disponer de la ventaja de la información, o practicando una lucha de guerrillas en alguna de sus campañas), explica los éxitos de su carrera, que le convirtieron desde joven en el más destacado jefe militar de la monarquía castellano-aragonesa.

Gracias a sus relaciones diplomáticas con el rey Boabdil de Granada, encomendadas por los Reyes Católicos, fue premiado con la delegación de la Orden de Santiago, además de otras recompensas económicas y territoriales. En consecuencia, tras la capitulación de Granada en 1492 y la expulsión de los moriscos de la Península, el Gran Capitán fue enviado a Nápoles, donde dirigió una intensa campaña que duró dos años (1494-96) contra los franceses de la casa Anjou, que reclamaban ese territorio para sí. Finalmente derrotó a los franceses y repuso en el trono al rey napolitano -procedente de la familia real aragonesa-, ganándose en el acto su sobrenombre y el título de duque de Santángelo. Sin embargo, después de volver a España en 1948, tuvo que regresar a Italia dos años más tarde para reconquistar el territorio que la Corona de Aragón, a quien había defendido anteriormente, había dividido en dos y cedido en parte a Francia por el Tratado de Granada (1500).

Este mismo expansionismo francés reabrió la lucha contra España en 1500, y una vez más, se acudió al Gran capitán, que se encontraba luchando contra los turcos, para dirigir el frente español. Así pues, Gonzalo encabezó una persistente resistencia frente a la superioridad francesa que remató con un devastador contraataque al llegar los refuerzos que llevó al Reino de España a la victoria en las batallas de Ceriñola, Garellano y Gaeta (1503). Nápoles pasó así al dominio español, bajo el cual se mantendría hasta el siglo XVIII, quedando Gonzalo como gobernador del reino.

La muerte de la reina Isabel en 1504 marcó el inicio de la caída en desgracia del Gran Capitán. Su enfrentamiento con Fernando el Católico alcanzó un punto culminante a raíz del Tratado de Blois (1505), por el que el rey devolvió a la Corona francesa las tierras napolitanas que Fernández de Córdoba había expropiado a los príncipes de la Casa de Anjou y había repartido entre sus oficiales. En 1507 Fernando viajó a Nápoles para tomar posesión de su nuevo reino, momento en que cuenta la leyenda que exigió al Gran Capitán que rindiera cuentas de su gestión financiera; en todo caso, fue depuesto como gobernador de Nápoles, adonde nunca regresó a pesar de sus protestas.