María de Borgoña era la única hija de Carlos, duque de Borgoña, más conocido con el Temerario y de Isabel de Borbón. Según la describía su futuro marido, Maximiliano, era como una princesa salida de un cuento de hadas: era pequeña, blanca como la nieve, con cabellos negros, una nariz chiquitina, una cabeza pequeña, un semblante agradable, a pesar de sus ojos ligeramente cansados y su boca demasiado grande.
María era la única heredera de un vasto y rico domínio, englobando el Ducado y el Condado de Borgoña y la mayoría del territorio de los Países Bajos. Por esta razón, a lo largo de su juventud estuvo siempre rodeada de diversos pretendientes que ansiaban su mano. Cuando todavía era una niña de cinco años, recibió su primera proposición para desposarse con el futuro rey Fernando II de Aragón. Más adelante hubo otros como El duque de Clarence, hermano de Eduardo IV de Inglaterra ; Nicholas I, duque de Lorena; Carlos de Valois, duque de Berry; y Carlos de Angulema, padre del futuro Francisco I. Conclusión, la lista era interminable, le llovían candidados por todos los rincones de Europa.