La “batalla” del agua

  Tras la emancipación de Callosa respecto a su anterior dueño, Orihuela, en 1579 se pusieron de relieve ciertas dependencias. Orihuela, celosa de esta segregación, elaboró en ese mismo año un memorial donde enarbolaba distintas causas por las que la independencia de Callosa de Segura no debía llevarse a cabo, de entre ellas vamos a describir uno de esos motivos. Se trata de la dependencia del agua.

  Como hemos citado, se remarcaba en el dicho memorial elaborado por el Consell d’Oriola la dependencia del agua para el riego. Este agua llegaba a Callosa proveniente de la acequia que parte de la ciudad de Orihuela. Hay que sumar a esto, que los aportes de la citada acequia  eran escasos en época de solsticio de verano, esta situación se agravó todavía más cuando el señor de Cox instaló un molino en el tramo de inicio de la acequia, que dificultó la llegada de aguas todavía más y arruinó a numerosos agricultores. Incluso fue necesaria la mediación del gobernador, cuando se llegó al punto de que, habitantes callosinos intentaron por la fuerza alzar el azud del molino, para facilitar el paso de las aguas. Pero el asunto no terminó ahí, los señores Ginés Miró y el notario Juan José Rocafull, como síndicos y procuradores de los propietarios de las tierras irrigadas por la acequia de Callosa, interpusieron ante el Capitán General del Reino de Valencia una súplica contra el señor de Cox. El objetivo de que se retirase la valla más alta situada en el cauce del Río Segura a su paso por Orihuela donde se erigía el molino.

  El conflicto terminó en enero de 1582 con sentencia favorable para lo labradores de Callosa, garantizándose así el flujo de agua durante todo el año. Hubo un pleito posterior que dictaba sentencia, otorgando a Orihuela cuatro días naturales de riego, doce para Callosa y ocho para Catral. Catral no quedó conforme y recurrió la sentencia, pero esta le fue favorable.

  Hasta nuestros días, han llegado  entre litigio y litigio estos asuntos. Muestra de ello son procesos más recientes en el tiempo, como el de 1954, cuando Catral volvió a exigir la reordenación de las tandas de aguas, pero recibió  de nuevo sentencia desfavorable.

  Podemos pues decir, que la batalla por el agua de riego, desatada ya antes de esta época, se postergó  durante más de 500 años, en un problema que todavía sigue candente para los agricultores de la Vega Baja.


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