Las riadas del último cuarto del siglo XVIII

 

  Las últimas décadas del siglo XVIII, fueron prolíficas en desastres naturales tales como riadas o inundaciones, no solo en la zona del Bajo Seguro sino en gran parte del litoral valenciano también. Este periodo vino caracterizado por la frecuencia de y solapamientos de periodos de sequías con inundaciones. Provocando serios daños en la agricultura, poblaciones, infraestructuras y amargos recuerdos en las memorias colectivas de las sociedades que sufrieron estos desastres.

  El origen del problema viene del primer momento de ocupación, cuando se escoge un lugar cercano a la orilla del río por sus ventajas. Es decir, garantizar el consumo de agua humano, el riego para los cultivos, el aprovechamiento de la pesca fluvial, la utilización de las vías de comunicación que el río proporciona, la fuerza motriz para molinos y norias, etc.

  Muchos de estos asentamientos,  se fijaron en las amplias llanuras aluviales, protegidas por montañas circundantes que enriquecían sus tierras de cultivo gracias  a los aportes sedimentarios que venían con las crecidas de los ríos. Sin embargo, al tiempo de esto, y con las deforestaciones y la erosión de los suelos potenciarían un paisaje perfecto para el aluvión torrencial. En los cursos altos esto no generaba problemas al fluir las aguas encajadas en el cauce, el problema se desvelaba en las llanuras aluviales, como ocurrió en Callosa en numerosas ocasiones.

Evolución urbana de Callosa con respecto al abanico en el que se encuentra
Evolución urbana de Callosa con respecto al abanico en el que se encuentra. Por Giménez Font.

 A comienzos de septiembre de 1793 un temporal afectó a la parte meridional del  reino valenciano destruiría, entre otras infraestructuras, los viaductos sobre el río Tarafa de Aspe y el puente de Callosa de Segura. El mismo temporal causó importantes estragos en las poblaciones de los cursos bajos de los ríos Vinalopó y Segura tras descargar una gran masa nubosa. Las villas de Aspe y Callosa de Segura padecieron sobremanera con sus términos totalmente inundados, las cosechas arruinadas, el arbolado arrancado y con la riada llevándose por delante toda la tierra de cultivo.

  El emplazamiento de la villa de Callosa de Segura  se encuentra en un abanico fluvial activo, con el alto riesgo que ello entraña, resultó determinante para que la catástrofe alcanzara enormes dimensiones. No era la primera vez que eso sucedía, pues ya en 1783 imponentes avalanchas de agua y lodo se abatieron sobre el casco urbano. La gran cantidad de lodos acumulados como consecuencia de los arrastres causados por las fuertes precipitaciones de septiembre de 1793 provocó que los caudales que descendían por ramblas y barrancos de la sierra de Callosa, al tener cortada su salida natural, se desviaran con enorme fuerza contra la población callosina, destruyendo una treintena de casas y cubriéndola totalmente de barro.

emplazamiento de Callosa
Emplazamiento de Callosa

  A mediados de octubre de 1797 la gran crecida del Segura conocida como de San Nicasio, donde las aguas superaron las alturas de las moreras, aparte de ocasionar múltiples daños, arrasó el puente Nuevo de Orihuela.

  Ante la reiteración de estos desastres las autoridades, tanto locales como provinciales y centrales, hubieron de adoptar decisiones pragmáticas no exentas de transitoriedad con el fin de que no se vieran interrumpidas las actividades económicas y las relaciones sociales. Muchas de estas medidas tardaron años en realizarse o nunca se realizaron en muchas de las poblaciones en las que se habían proyectado. Una de estas excepciones fue la de los Lorenzo Alonso y Simón Ferrer quienes, ante la fundada sospecha de que la riada se podía repetir, diseñaron un interesante plan de prevención y protección de las avenidas.

  Se produjeron importantes riadas en 1783, 1793 y 1797, es decir a una media de una riada en un tramo inferior a  un lustro. Este es un problema que debido a su situación geográfica se fue repitiendo hasta nuestros días recientes. Ejemplo de esto es la riada de 1987 cuando el 4 de noviembre el Segura se desbordó y sus aguas engulleron numerosas poblaciones de la Vega Baja, entre ellas Callosa.

Riada de Callosa de 1987
Riada de Callosa de 1987

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