La importancia del cultivo e industria del cáñamo

  Según Antonio Ballester y Ruiz, los inicios del cultivo del cáñamo en Callosa de Segura, podían establecerse a partir de mediados del XVI.  Pero según Roque Francisco Albert Lucas, los musulmanes serian los responsables de la introducción del cultivo de cáñamo en la Península. A esto añade que ya existen pruebas en el siglo XIII de su cultivo en la Vega del Río Segura. Esto se demuestra por los pleitos iniciados por los vecinos de Orihuela, debido a que desde las tierras murcianas, teñían el agua del río debido al proceso del embalsado del cáñamo. En 1640 se encuentra en unas notas el oficio de rastrillador de cáñamo. Y en 1723 comienza la relación de diezmos en relación al cultivo de cáñamo.

El ilustrado Jose Cavanilles escribe en 1797 sobre Callosa:

hoy la villa tiene 850 vecinos, todos labradores, excepto los ocupados en 25 telares de lienzo, en 5 calderas de jabón y como 200 en hacer alpargatas

  Esto pone de relieve que el cáñamo no era solo un cultivo sino una industria, donde la cadena  de producción era una larga etapa, en la cual se necesitaban diferentes tipos de trabajadores. Encontramos distintos oficios y funciones desde el agricultor que siembra y recoge la cosecha y así ocurre con embalsadores, agramaderos, arrieros y carreteros, espadadores, rastrilladores, etc.

Fibras de cáñamo ya trabajadas
Fibras de cáñamo ya trabajadas

  También recalcar debemos las industrias que trabajaban con la materia prima del cáñamo. Estos eran hiladores, alpargateros, trenzadores, urdidores, costureros, etc. En el siglo XVIII la hoy llamada Calle de tejedores, agrupó a un pequeño número de población que trabajaba en telares o pequeñas fabricas de tejidos sobre los materiales del lino o cáñamo. También industrias para la fabricación de herramientas y aperos como herreros, o carpinteros.

  Por lo tanto podríamos decir que el cáñamo ocupaba un amplio sector económico pasando por agricultura, transformación de la materia prima y que indirectamente también favorecía una industria que proporcionaba herramientas para nutrir a las industrias como las del calzado o textil.

Rastrillos del cáñamo, servían para peinar las fibras y escoger las más largas y mejores.
Rastrillos del cáñamo, servían para peinar las fibras y escoger las más largas y mejores.

  Según el geógrafo y botánico  Antonio José Cavanilles en sus “Observaciones sobre el Reino de Valencia” la producción alcanzaba la importante cifra de 20.000 arrobas e 1797. Cifra que  junto con el amplio sector económico plasma la importante aportación de la industria cañamera a la economía y población del municipio callosino.


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