Desde el momento en que el crecimiento urbano de la población callosina le llevó a rebasar La Rambla, que viene a ser un canal activo. el municipio se vio expuesto a serias riadas e inundaciones.
Tras numerosas riadas de menor tamaño como la de 1785 o grandes riadas como la de 1793, que marcó un punto de inflexión, se decidió elaborar un plan de protección para soportar las avenidas de aguas. Para ello se contrató a los arquitectos Lorenzo Alonso y Simón Ferrer.
Las medidas que los arquitectos tomaron, entraban dentro del reformismo ilustrado en materia de obras públicas. En resumen fueron dos soluciones las que se aportaron al municipio. En primer lugar, mantener un único canal de flujo que sería La Rambla, adecuadamente dragado y despejar su cauce de obstáculos, que eran principalmente casas. Y por último, la construcción de presas de sedimentos en la cuenca vertiente.
Pero las medidas tomadas no fueron tal como se habían proyectado, debido a problemas financieros. Esto ocasiono que todas las medidas se centraran en el tramo urbano de La Rambla, para ello, se expropiaron las casas que invadían el lecho. Las cifras de lo expropiado alcanzaron las doce casas, cinco corrales, dos cuevas y distintos terrenos. Junto a ello se proyectó la construcción de un gran muro para bloquear la posible entrada en escena del barranco de San Roque.
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