¿Qué es el paludismo?
El término paludismo proviene del latín palus (laguna) y está directamente relacionado con el origen de la enfermedad. La utilización de la palabra malaria, procedente del italiano, mal’aria (mal aire), es más reciente, se inicia por el botánico italiano Torti en 1753, y también se vincula con el mecanismo de transmisión más consensuado entre la comunidad científica hasta finales del siglo XIX. No obstante, la referencia a la patología en los textos españoles de la época se acomete por el uso de términos asociados a la intermitencia de sus fiebres, tales como «tercianas», «cuartanas», «fiebres estacionales» o «calenturas intermitentes».
Durante el siglo XVIII y hasta el XX los arrozales valencianos fueron, junto a los de la comarca de Campo Arañuelo en Cáceres, los focos palúdicos principales de la Historia Moderna de nuestro país. La problemática arrocera en la época supuso una gran merma demográfica pero afectó también social, económica, jurídica y medicamente.
Breve historia sobre la malaria:
En España, así como en toda la Cuenca Mediterránea, la malaria o paludismo fue una dolencia muy frecuente y bastante desconocida. Se desconocían cuáles eran sus causas y formas de contagio hasta bien entrado el siglo XIX. El médico francés Charles Louis Alphonse Laveran descubrió en el año 1880 el origen de dicha patología.
Más tarde, investigaciones encabezadas por G. Batista Grassi y R. Ross detectaron la acción esencial de las hembras de mosquitos culícidos del género Anopheles, que resultaban definitivas para el contagio y trasmisión de esta enfermedad. Hasta ese momento se creía que la transmisión de la enfermedad se debía a la contaminación del aire (efluvios o aires pestilentes procedentes de la putrefacción en las aguas estancadas.)
En Valencia las gentes procuraron alejarse de las áreas lacustres ocupando viviendas altas y alejadas de las mismas y construyendo muros que contuvieran y alejaran a los núcleos de población de lo que se pensaba que eran los focos palúdicos.
