Otro nombre propio y otra de las mentes privilegiadas de la ilustración valenciana fue Baltasar Iñigo. Nacido en la ciudad de Valencia, fue sacerdote, doctor en teología, físico y matemático.
Baltasar Iñigo fue uno de los actores fundamentales de la renovación científica valenciana que tuvo lugar en las ultimas décadas del siglo XVII. En el círculo de los anteriores ilustrados valencianos, instaló una Academia Matemática en su propia casa a la que asistían Tosca y Corachán y donde eran ilimitadas las tertulias y debates científicos y filosóficos.
Aquí se dedicaban a realizar observaciones físicas, astronómicas, matemáticas y de toda índole científica. Corachán era el secretario y se encargaba de redactar los informes donde quedaban documentadas todas las actividades que se llevaban a cabo en la Academia. Tanto de estos citados informes como de los testimonios de Mayans y Bordazar se deduce el carácter de “preceptor” de Iñigo, al que llegaron a bautizar como el “Arquímedes de nuestro siglo”.