Desde su creación en 1762, la Junta de Comercio de Valencia tenía como objetivo primero el mantenimiento de la producción sedera. Para ello era necesaria la aportación suficiente de la materia prima pertinente, de ahí que los precios del coste de las mismas fuesen relativamente bajos. Además de esto, para poder garantizar la continuidad de esta producción y su comercialización, y consigo el mantenimiento de la hegemonía sedera en la capital, se exigió un gran control a los agricultores. Esta actividad intervencionista por parte de la Junta de Comercio de Valencia en el proceso de obtención de la seda tenía una explicación. La intervención se hacía con el objetivo de reducir las posibles actividades fraudulentas, dando lugar al contrabando y por ello a los grandes descensos económicos dentro del comercio de la seda. Esta actitud por parte de la Junta de Comercio demuestra el gran interés que tenían en el mantenimiento de su hegemonía sedera, que tantos beneficios aportaba a la burguesía comercial, así como a la propia capital y territorios próximos. Evidencia de esto lo podemos observar en la prohibición, por parte de la Junta de Comercio, ante la monarquía de la exportación de seda en rama. Esos excesos de intervencionismo por parte de la Junta de Comercio supusieron un rechazo de los agricultores hacia el mantenimiento de sus cultivos de seda, decidiendo orientar sus cultivos a otros productos más rentables. Era el caso del arroz, cultivo cuyo precio había sido mayor entre 1740 y 1750.
Por ello en 1760, ante esta situación que afectaba tanto a los agricultores como a la propia Hacienda Real, se decide desde la monarquía reducir esa prohibición de la exportación de seda en los seis meses de producción de seda más elevada. Aunque la Junta de Comercio de Valencia seguirá ejerciendo presión, dando lugar a la suspensión de este decreto en 1767. A esto debemos añadir el interés de la Junta de Comercio por evitar la extensión del cultivo de arroz, puesto que suponía una fuerte amenaza para el buen desarrollo de la producción de seda. Aunque a pesar de esto, en 1768, tras el estudio de los territorios municipales, se decide ampliar el cultivo de arroz para poder ocupar las zonas pantanosas, evitando así los posibles riesgos para la salud de las aguas estancadas. Tras esto, la monarquía decide revisar estos territorios, enviando en 1769 a la Junta de Comercio de Valencia para realizar la inspección. Ésta reconoce que no existen tales terrenos para dicho cultivo, decidiendo que solo se puede producir el cultivo de arroz mediante riegos periódicos. Como es evidente, los agricultores mostrarán una clara oposición ante esta decisión, intentando obtener por todos los medios las licencias para poder practicar el cultivo de arroz. La Junta de Comercio de Valencia, en 1773, emitirá una serie de informes donde defenderá su posición contando con testimonios de labradores de cada localidad. Este informe será apoyado por la propia monarquía, quien decidirá que la Junta de Comercio de Valencia establezca las propuestas que considere oportunas ante esta situación. Así, entre otras propuestas, planteará la solicitud de “regantes privilegiados” para aquellos agricultores que cultivasen trigo, panizo y moreras. Aunque las decisiones aportadas por la Junta de Comercio de Valencia no fueron de gran utilidad.
De este modo, podemos observar el gran poder económico del que gozaba la Junta de Comercio de Valencia en todo el territorio valenciano. Así como el interés que mostraba por defender y mantener la producción y el comercio de la seda, siendo este uno de los grandes motores económicos de la ciudad de Valencia a lo largo del siglo XVIII.
Almudena Martínez