Clásicos de la historiografía de la conquista del Perú (II)

Francisco de Xerez: Verdadera relación de la conquista del Perú (II)

Espacios y costumbres de los Incas y relación con los indígenas:

La crónica de Xerez cuenta con descripciones breves o desarrolladas de los espacios que atraviesan. Las breves corresponden a espacios sin interés o desconocidos, de los que cita su plaza fuerte, algunos aspectos de sus casas y calles y el valle o lugar donde se encuentra.  Las ciudades que llaman la atención del cronista y a las que dedica varias líneas descriptivas son Guacambo, Cajamarca y Cuzco.

En cuanto a las costumbres de los incas, admiradas por Xerez, aporta numerosos datos. Xerez describe aspectos económicos, sociales, religiosos, arquitectónicos, estéticos y bélicos de los Incas. Destacan las descripciones de los ricos tejidos andinos (La ropa es la mejor que en las indias se ha visto)[1], de los sacrificios humanos, de las ciudades y edificios y, sobre todo, la descripción en la que más énfasis y admiración pone Xerez es en las armas y en la formación y disciplina militar.

Respecto a la relación de los españoles con los indígenas, muestra que los primeros no tenían intención de guerrear, a no ser que los indígenas se mostrasen hostiles. El objetivo de los españoles era convertirlos en vasallos del Emperador, obtener productos para subsistir y servicios personales y acceder a su riqueza.                                            Administrarían justicia, es decir, reducirían por la fuerza, a los pueblos que se mostraran hostiles. La obra también describe las guerras y rivalidades internas previas a la conquista, que fueron contadas por Atahualpa a Pizarro.

Mentalidad y mensaje de la obra: la figura de Pizarro y la conquista

Francisco Pizarro es el héroe de la empresa y, en la crónica, la principal figura y motor de la misma, puesto que Diego de Almagro queda reducido a un segundo plano y a Hernando de Luque ni lo menciona. Xerez resalta la valentía, la firmeza y los claros principios y objetivos de Pizarro para conseguir la hazaña. Muestra a un Pizarro, tratado como Gobernador en la crónica tras su viaje a España para obtener apoyo real, compasivo con los nativos. Su intención no es agredir de forma gratuita al indígena. Siempre trata de establecer relaciones de paz y cooperación con ellos y se opone a que los miembros de su expedición los maltraten. Sólo cuando se muestran hostiles, Pizarro no dudará en empuñar las armas y castigarlos duramente, con detenciones y ejecuciones, porque es por una causa justa. Se trata de una idealización de su jefe por parte de Xerez. Esta excesiva centralización en la figura de Pizarro y su idealización, omiten interesadamente, ya no sólo la responsabilidad o importancia de otros en la conquista del Perú, sino los conflictos entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Xerez trata de impedir que se refleje cualquier aspecto negativo o asunto espinoso alrededor de la figura de Pizarro.

Xerez presenta en su relato connotaciones ideológicas desarrolladas durante la Edad Media y equipara la conquista de los incas con una cruzada contra el musulmán. De hecho, cuando habla de los templos incas se refiere a ellos como mezquitas y cuando describe la formación de las escuadras incas la equipara con los turcos.

En cuanto a la expansión de la fe católica, en ocasiones reduce a ello la misión de los españoles: “… venimos a conquistar estas tierras, porque todos vengáis en conoscimiento de Dios y de su santa fe cathólica. Y con la buena demanda que traemos permite Dios, criador de cielo y tierra y de todas las cosas criadas: porque le conozcáis y salgáis de la bestialidad y vida diabólica en que vivís…”[2]. Este alegato a la guerra justa sería dictado probablemente por el propio Pizarro a Xerez. La ayuda divina a los españoles está presente en toda la obra, incluso cuando surgen dudas en la expedición por la dureza de la misma y por su inferioridad numérica, Pizarro alude a Dios y a su voluntad. Otro argumento para que abracen la fe católica los nativos, es que no ha sido voluntad de su dios que derrotaran a los españoles.

La superioridad española tanto militar como religioso-cultural forman parte de la visión del cronista. Aunque en ningún momento da una visión general peyorativa de la cultura Inca. La verdadera intención de los españoles se refleja sin tapujos en la obra, conquistar nuevas tierras y obtener las riquezas que se le presumían, sobre todo oro.


[1] XEREZ, Francisco de, Verdadera relación de la conquista del Perú, Historia 16, Madrid, 1992, p. 116

[2] Véase XEREZ, Francisco de. op. cit., p. 113

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2 Responses to Clásicos de la historiografía de la conquista del Perú (II)

  1. azucena says:

    es muy importante para nosotros x q debemos aprender de nuestras historias

  2. abilio says:

    es una uebada y no debemos aprender de estos

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