Sí se pudo

Sería un tremendo error creer que el éxito electoral de Podemos se debe al estrellato televisivo de Pablo Iglesias: hay otros muchos tertulianos abonados a tiempo completo en tertulias de todas clases, que no tienen el mismo eco ni de lejos.
Tampoco sería correcto señalar que se trata de un movimiento espontáneo, imprevisible, nacido de la nada en poco tiempo. Recordemos que hubo un 15-M no hace mucho y, sobre todo, que la gente de Podemos ha estado trabajando a pie de calle desde hace ya algunos años.
Se sabe, por otro lado, que si las encuestas han fallado en general a la hora de valorar la dimensión electoral del fenómeno Podemos es porque sus antenas y diseños estaban orientados, principalmente, a reflejar una realidad definida desde los parámetros tradicionales. Fallan las encuestas porque estás se mueven en una realidad que ha cambiado, y no lo han detectado.

Y así podríamos seguir. Nadie se debería de extrañar, por experiencia histórica, de que una crisis tan devastadora como la que padecemos produzca consecuencias sociales y alteraciones del estatus quo. Se ha despreciado el hecho de que la presión a que ha sido sometida la sociedad española, con el sufrimiento inducido en amplios sectores, es real y cotidiana. Que la crisis social y política ha sido ocultada sistemáticamente bajo un alud de datos y fantasías macroeconómicas. Que no ha habido un diagnóstico certero de la crisis, por lo que las medidas tomadas en Europa han resultado ser un fracaso estremecedor, condenando a las generaciones venideras a una sociedad sin futuro.
Podemos ha actuado inteligentemente en tres frentes: participación, denuncia y exigencia de responsabilidades.

En cuanto a la participación, porque ha puesto en valor un hecho: que mucha gente no confía en el actual sistema de partidos, al considerar que se comporta como un mero gestor de medidas y estrategias que se toman fuera del marco democrático, tanto en Europa como en España. De hecho, Podemos ha dado un ejemplo de participación, tanto por su dinámica en red, como por la movilización espectacular de personas –sobre todo de jóvenes– dentro de los cauces establecidos.

En cuanto a la denuncia, Podemos ha canalizado la protesta social hablando clarito de los abusos que se cometen. El éxito de comunicación de Pablo Iglesias consiste en que ha enterrado el lenguaje críptico en que se expresan las elites, para verbalizar lo que mucha gente piensa, a saber, que el coste de la crisis la están pagando los sectores medios y bajos, que la desigualdad social crece, que el sistema es incapaz de respetar sus propias normas, mientras las elites viven como en los felices años veinte.

En cuanto a la responsabilidad, el ojo crítico de Podemos no se detiene a exigir responsabilidades a éste o a aquél culpable de la crisis, banqueros concretos o políticos corruptos, que también, sino que pone el acento en las responsabilidades estructurales que se derivan del modelo económico-financiero, fuertemente especulativo, que actúa al margen del mandato democrático.

No cabe duda que la irrupción de Podemos en el panorama político español, como se ha comentado estos días, supone una ruptura que afecta a todos los partidos, tradicionales o no. La mejor lectura que se puede hacer es que, ojalá, suponga un acicate para devolver a los partidos, sobre todo a los partidos de izquierda, a la realidad tal cual es. Podemos vacila entre mantenerse como movimiento, del que hay otras muestras en Europa, o tomar el camino de la institucionalización. En todo caso, pasar de la denuncia a la propuesta, en las condiciones en las que hoy se mueve España, es la prueba de fuego que les aguarda.

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Artículo del profesor D. José Asensi Sabater publicado en el Diario Información el 2 de junio de 2014.

Fuente: http://polop.cpd.ua.es/dossierua/REPOSITORIO/02-06-2014/INFORMACION/SI%20SE%20PUDO.jpg

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