El Renacimiento
1. Introducción
El desarrollo del Renacimiento propició una crisis histórica, ya que conllevó cambios en las formas de vida, en las instituciones y, en general, en la cultura europea. Su extensión se produjo de forma lenta y gradual, y se topó con resistencias en los elementos bajomedievales. De hecho, si bien podemos encontrar el germen de los cambios en el siglo XIII, el Renacimiento no se empezó a generalizar hasta bien entrado el siglo XV.
Analicemos a continuación la evolución del concepto Renacimiento:
- El término Rinascitá comenzó a ser utilizado por los primeros humanistas italianos en el siglo XIV, haciendo alusión a la recuperación de la tradición grecorromana en las artes plásticas.
- En el siglo XVI, el uso del término Rinascitá, aplicado al Arte, fue sistematizado por Giorgio Vasari. Además, comenzó a ser relacionado con las Letras, ámbito en el que Erasmo de Rotterdam defendió la restauración de la literatura clásica frente a la decadencia de la escolástica medieval.
- En el siglo XVII, Pierre Bayle utilizó el término Renaissance para referirse a la renovación de las letras, contraponiendo la brillantez del mundo clásico al retraso del medieval.
- Esta antítesis entre las época clásica y medieval se mantuvo hasta la Ilustración, corriente que acentuó la visión oscura del Medievo. En la Enciclopedia, el término Renaissance hacía referencia a la renovación artística, literaria y científica que se produjo durante los siglos XIV, XV y XVI.
- El Romanticismo del siglo XIX revalorizó el arte, la literatura y el cristianismo medievales, sin negar el valor cultural del Renacimiento. Jules Michelet amplió el alcance del Renacimiento del Arte y las Letras a otras disciplinas, como la Ciencia o la Geografía. Y Jacob Burckhardt, en su obra La cultura del Renacimiento en Italia, definió el término Renacimiento, generalizando un modelo de análisis centrado en el estudio de los rasgos diferenciales de esta corriente cultural.
A continuación, analizamos los citados rasgos peculiares del Renacimiento.
2. Nueva geografía
La cultura clásica grecorromana fue fundamentalmente urbana. Sin embargo, entre los siglos VI y XII las ciudades decayeron y la sociedad pasó a ser eminentemente rural y feudal. No obstante, los pequeños comerciantes y los artesanos fueron asentándose en las ciudades, al margen de la estructura maniquea de señores y siervos.
Posteriormente, los descubrimientos geográficos del Extremo Oriente (desde mediados del siglo XIII) y el Nuevo Mundo (desde finales del XV) impulsaron la economía burguesa y alentaron la renovación artística, literaria, filosófica y científica. Ambos factores propiciaron, desde el siglo XIV, un gran crecimiento de las ciudades en diferentes regiones de Europa:
- El área de la Hansa en el Mar del Norte y el Mar Báltico (Hambugo, Bremen, Lübeck, Danzig…).
- Las ciudades flamencas (Brujas, Gante, Amberes, Ostende…).
- El Levante español (donde destacaba Barcelona).
- Las poblaciones italianas (Génova, Pisa, Milán, Venecia, Florencia o Nápoles).
3. Nueva economía
La economía medieval era una economía de subsistencia o “natural”, en la que el artesano producía por encargo del consumidor y le cobraba el “iustum pretium”, el justo precio, que era la suma de los costes de producción y de su propia manutención. Este sistema impedía el enriquecimiento del productor.
No obstante, desde la Baja Edad Media, las necesidades de seguridad y eficacia en las transacciones comerciales llevaron al auge del uso del dinero, frente al tradicional trueque en especie.
Gracias a la revolución monetaria, en el Renacimiento la economía pasó a ser “mercantil”, es decir, comenzó a basarse en la mercancía, un producto elaborado para su comercialización en el mercado, sin el encargo previo de un consumidor final concreto. Este sistema permitió a los productores acumular capital y dinamizó la economía.
El desarrollo de la economía mercantil capitalista implicó una serie de progresos técnicos:
- El desarrollo de las técnicas de contabilidad (la contabilidad por partida doble –débito y crédito-).
- El creciente uso de las letras de cambio.
- El perfeccionamiento de las sociedades mercantiles de responsabilidad limitada.
- El establecimiento de las bases de la banca moderna y la aparición del banquero (para el cambio de moneda, la realización de pagos a distancia y el préstamo con interés).
- La mejora de los medios de transporte (especialmente, los marítimos).
- La dinamización de las comunicaciones (especialmente, por el desarrollo de los sistemas de correos).
4. Nueva cosmovisión
Racionalización.
Con el Renacimiento, el hombre cambió su manera de enfrentarse al mundo. Empezó a utilizar sistemáticamente la razón para encontrar soluciones técnicas a sus problemas, apoyándose en la experiencia y no en la especulación.
Este cambio de actitud fue el responsable de la aplicación de los tres grandes inventos que marcaron el final del mundo medieval: la pólvora, la brújula y la imprenta. Así mismo, tuvo como consecuencia el desarrollo científico, basado en la interpretación racional de la Naturaleza, cuyo primer gran exponente fue la teoría heliocéntrica de Copérnico.
Secularización.
Los duros acontecimientos que vivieron los europeos durante el siglo XIV (como las epidemias de peste negra -1348-, la Guerra de los Cien Años, el Cisma de Occidente) les llevaron a prestar una mayor atención a la vida terrena.
Frente a la concepción medieval de que la vida era un valle de lágrimas en tránsito al Paraíso, a una vida eterna y feliz, el hombre renacentista, sin negar la dimensión eterna del ser, comienza a dar valor a su vida terrena, secular, temporal, y pretende también ser feliz durante su estancia en este mundo. Y para conseguir la felicidad, aspira al éxito personal (que se manifiesta en el honor, la fama, la gloria e incluso el dinero).
Individualismo.
La cultura del Renacimiento es una cultura del éxito social del individuo. Parte del reconocimiento de las posibilidades del individuo para alcanzar un alto estatus social. El individuo es capaz de progresar por sus propios medios.
Esta concepción rompe con el orden estamental de la sociedad jerárquica medieval, en la que cualquier intento de prosperar al margen de dicha ordenación corporativa significaba rebelarse contra Dios.
5. Nueva antropología: el Humanismo
El Humanismo es un movimiento intelectual que se desarrolló en el siglo XV en Italia (el Quattrocento) y que se difundió por Europa en el XVI. Sus principales características son las siguientes:
- Inspiración y admiración por la Antigüedad clásica grecorromana.
- Defensa y promoción de la dignidad del hombre.
Con esta corriente surge la figura del humanista, un estudioso de perfil muy diferente al medieval:
- Frecuentemente es laico (lo que rompe con el monopolio clerical del saber).
- Intenta incrementar su conocimiento sobre el hombre apoyándose en la razón.
- Prefiere un saber inductivo y no sistemático-deductivo (propio de la Escolástica).
- Busca el conocimiento concreto de la realidad.
- Trata de crear una obra singular y busca el éxito personal, de acuerdo con los valores del individualismo y su ética del triunfo.
La antropología humanista aporta un concepto optimista del hombre, porque cree que es capaz de alcanzar la excelencia en el desarrollo de sus cualidades, si lo intenta.
La recuperación del pensamiento de Platón fue decisiva en el desarrollo del Humanismo. Su filosofía idealista defiende que el hombre es, más que ningún otro ser, imagen de Dios.
En el plano religioso, los humanistas trataron de poner de acuerdo su visión de Dios y del hombre con la Revelación. Analizaron las fuentes, publicaron nuevas traducciones al latín de las Sagradas Escrituras y promovieron la simplificación de la organización jerárquica de la Iglesia.