La Monarquía francesa y Bodino
1. Introducción
La Reforma Protestante tuvo grandes repercusiones sociales y políticas en la Europa del Quinientos. En los estados consolidados, como Inglaterra o la Monarquía Hispánica, el problema religioso no tuvo una gran incidencia en el ámbito político. En cambio, en otras naciones contribuyó a reforzar los conflictos ya existentes:
- En Alemania, las diferencias religiosas fueron uno de los motivos que llevaron al refuerzo del poder de los príncipes respecto a la autoridad imperial, encarnada en Carlos V.
- En los Países Bajos, la división religiosa impulsó la rebelión contra Felipe II y llevó a la independencia de las Provincias Unidas.
- En Francia, el conflicto religioso estalló al mismo tiempo que se produjo la crisis de la Monarquía.
2. Los pensadores hugonotes
La doctrina de la resistencia al poder
Para defender sus posiciones respecto a la monarquía de los Valois, los calvinistas franceses o hugonotes necesitaban justificar su derecho de resistencia. No obstante, no podían recurrir a argumentos religiosos, ya que Calvino había negado reiteradamente ese derecho, dado el carácter divino del poder real. Esta negativa y la necesidad de conseguir aliados entre otros descontentos (aunque no fueran calvinistas) les llevaron a buscar justificaciones seculares. Con dicha intención, elaboraron una interesante literatura política de oposición a la monarquía absoluta, basada en la defensa de la monarquía limitada. En ella, podemos encontrar dos líneas temáticas:
- La primera encontró justificación en argumentos constitucionales e históricos. Pretendía demostrar a partir de pruebas históricas que la monarquía francesa era en origen una monarquía limitada y que el absolutismo era una corrupción inadmisible.
- La segunda tenía una base más filosófica. Afirmaba que la monarquía absoluta era una institución contraria a los principios de un recto gobierno fundado de acuerdo con el Derecho Natural.
El constitucionalismo histórico de François Hotman
El principal representante del constitucionalismo histórico hugonote fue François Hotman (1524-1590). En su obra Francogallia, propuso como remedio para la crisis de la monarquía la vuelta a la tradición constitucional.
Francogallia es una historia de la organización de la monarquía francesa que parte de la Galia prerromana, sigue con la época de ocupación romana y termina con los francos. En ella, Hotman argumentaba que a lo largo de su historia la monarquía siempre había sido controlada por las instituciones con las que compartía el ejercicio del poder y que era originalmente electiva: el rey era elegido por la asamblea de guerreros que representaba a la totalidad de la nación. Por ello, la asamblea mantenía en sus manos la suprema autoridad del reino, tomaba las decisiones importantes en las que podía estar en juego el destino del reino (deliberaciones sobre la paz y la guerra, las leyes importantes o los impuestos) y conservaba el derecho de vigilar la conducta del rey y, en consecuencia, el de deponerlo. La corona era un órgano de la comunidad, el más importante en su calidad de cabeza política del reino. El rey era el más alto magistrado, pero sus poderes estaban definidos y limitados por las leyes (no podía nombrar sucesor a su arbitrio, no podía enajenar los bienes de la corona y no podía remover a los altos dignatarios del reino según su voluntad).
La argumentación de Hotman se basaba en datos históricos incorrectos, tanto por falta de información, como por su manipulación interesada. Además, su propuesta no era operativa en la Francia de su tiempo, ya que los Estados Generales estaban divididos y eran controlados por la Liga Católica, lo que impedía que asumiesen el papel propuesto por Hotman a los ojos de los hugonotes.
Los monarcómacos
Tras la matanza de la noche de San Bartolomé, el partido hugonote produjo gran cantidad de obras políticas. Junto a la argumentación constitucionalista podemos encontrar una nueva línea de justificación de la limitación del poder regio, fundada en principios filosóficos políticos que se resumen en dos ideas:
- Los reyes fueron creados por la sociedad para su servicio.
- Debe ser la sociedad la que defina la función regia y controle su ejercicio.
Los títulos más destacados de esta línea filosófica son:
- El derecho de los magistrados, de Théodore de Bèze.
- El político (anónima).
- El despertador de los franceses y de sus vecinos (anónima).
- Discursos políticos (anónima).
- El toque de rebato (anónima).
- Y la más importante: el Alegato contra los tiranos (Vindiciae contra tyrannos), atribuida a Philippe Duplessis-Mornay y publicada en Basilea en 1579.
Esta línea de pensamiento defiende que la legitimidad del recurso a las armas frente al “agresor injusto”, pero concibe la resistencia como un derecho limitado, constitucional y defensivo del pueblo, que no puede ser ejercido por todo el pueblo, ni por particulares, sino únicamente por los jefes o guías del pueblo. El rey accede al poder en virtud de un pacto con los jefes naturales del pueblo, de forma que la soberanía persiste en este último, así como el derecho de deponer al monarca en los casos en que incumpla el pacto.
Vindiciae contra tyrannos es la obra más famosa y difundida de la producción monarcómaca. En ella, Philippe Duplesis-Mornay aplica a la realidad francesa el doble pacto que se daba en la consagración de los reyes del pueblo de Israel:
- El primer pacto es entre Dios, el rey y el pueblo. Se trata de un contrato religioso, llamado alianza o foedus, de Dios con el pueblo, a través de su cabeza, el rey, en virtud del cual, el pueblo se convierte en pueblo de Dios, en Iglesia. El rey tiene como obligación mantener al pueblo dentro de la ley de Dios. El pueblo mantiene el derecho a resistirse y a deponerlo si se aparta de dicha ley. En esta situación, los magistrados intermedios podrían actuar en nombre del pueblo para perpetrar el tiranicidio.
- El segundo pacto (pactum) es político, entre el rey y el pueblo. El pueblo crea la figura del rey y se compromete a obedecerle con la condición de que gobierne con justicia y busque el bien público. Las leyes son establecidas por el pueblo y están por encima de los reyes; estos deben cumplirlas y administrarlas, y no las pueden cambiar sin el consentimiento del pueblo. Si el rey incumple sus funciones, el pueblo queda desligado de su obligación de obediencia y puede resistirse.
Duplessis distingue dos formas de resistencia en función de los dos tipos existentes de tiranos:
- El “tirano sin título”, que accede al trono usurpando el poder. El ciudadano privado no tiene ninguna obligación de obediencia y puede incluso matar al usurpador.
- El “tirano por práctica”, el monarca legítimo que incumple el pacto. La resistencia pertenece al pueblo, pero el tiranicidio solo puede ser realizado por los jefes del pueblo (llamados tutores, controladores o éforos).
El autor legitima la ayuda exterior, de un príncipe extranjero, para socorrer al pueblo oprimido por un tirano (de forma coherente con la necesidad de los hugonotes de contar con apoyos externos en su lucha contra la monarquía). Justifica el deber de ayudar en motivos religiosos y civiles: el príncipe extranjero no puede permitir ni los daños espirituales ni los perjuicios civiles que el monarca hereje y tirano está perpetrando contra el pueblo vecino; debe actuar movido por la fe y la solidaridad humana.
3. Los pensadores católicos
Hasta la matanza de la noche de San Bartolomé, los panfletistas del partido católico eran todos monárquicos a ultranza y tenían en común los siguientes planteamientos:
- Defendían el origen divino del poder real y su transmisión por herencia.
- Negaban el derecho de resistencia de los súbditos al monarca, independientemente de su confesión.
- Propugnaban la independencia del poder del rey respecto al del papa, de forma que este no podía deponerle.
Tras la citada masacre y el advenimiento de Enrique III, el partido católico se radicalizó. Y a la muerte de este, desde que intentó ser reconocido como rey el hugonote Enrique de Borbón, asumió las tesis más radicales de los monarcómacos.
La mejor exposición de las tesis de la Liga Católica es La justa autoridad de la república cristiana sobre los reyes impíos y heréticos, publicada en 1590 bajo el pseudónimo de Rossaeus. La obra repite tesis ya conocidas:
- El rey es elegido por el pueblo para la búsqueda del bien común.
- La religión católica es la base de la sociedad. En este sentido llega a afirmar que los calvinistas no eran franceses.
4. Los “políticos”
Entre los hugonotes y los católicos apareció un nuevo grupo de pensadores que pretendía terminar con los enfrentamientos religiosos por medio de un acuerdo político. Los fanáticos religiosos les pusieron el calificativo despectivo de “políticos” porque eran hombres irreligiosos, que anteponían los intereses de la política práctica a la defensa de la verdadera religión.
La mayoría de los “políticos” eran católicos que habían comprendido que la ruptura de la unidad religiosa de Francia era insuperable y que el enfrentamiento confesional estaba llegando incluso a amenazar la existencia del Estado. Por ello, pretendían mantener la unidad del Estado, aunque no se pudiese mantener la unidad religiosa. Eran monárquicos y coincidían en la necesidad de restaurar el prestigio y la autoridad de la monarquía. Dejando los temas religiosos fuera del ámbito político, el rey podría aparecer como jefe de la nación, poniendo de manifiesto su superioridad respecto a los partidos. La doctrina “política”, por tanto, pretendía la secularización del Estado.
Entre los primeros pensadores “políticos” destaca Michel de l’Hospital.
Michel de l’Hospital fue canciller del reino. Reconocía el deber del gobierno de defender la religión establecida como un bien de la comunidad. No obstante, el Estado también había de defender la paz como bien esencial de la nación. Y si ambos chocaban, debía primar el deber de mantener la paz porque equivalía a mantener la integridad de la patria. Creía que la paz del reino era posible aun estando la población dividida en varias confesiones, ya que era posible separar la vida secular de la espiritual.
Tras la matanza de San Bartolomé, los “políticos” siguieron empeñados en su labor mediadora. Entre ellos, el más importante fue Jean Bodin.
5. Jean Bodin (Bodino)
Vida y obra
Jean Bodin (1530-1596) nació en Angers en el seno de una familia burguesa. Inició su formación con los carmelitas de su población natal, pero no mantuvo sus votos monacales. Estudió y enseñó Derecho en la Universidad de Toulouse. Posteriormente se trasladó a París donde ejerció como abogado y como miembro del Parlamento. No destacó por la brillantez de su carrera profesional.
Su primera obra importante fue el Método para el fácil conocimiento de las historias (Methodus ad facilem historiarum cognitionem, 1566), que recogía un ambicioso sistema de Derecho universal que tenía como objetivo organizar la vida del hombre en sociedad.
Intervino después en el debate sobre el alza de los precios y la reforma monetaria con su ensayo Respuesta a la paradoja del Señor de Malestroit (1568), en el que señaló como causa de la inflación la abundancia de metales preciosos procedentes del Nuevo Mundo, apuntando a una teoría cuantitativa de la moneda.
Por aquellos años, Bodino ocupó diversos cargos en la administración. Tras la matanza de San Bartolomé y la guerra, quedó claramente alineado en el bando de los “políticos” y para defender que la monarquía absoluta era el único medio de unidad y de paz escribió Los Seis Libros de la República (1576), una obra capital en la historia del pensamiento político.
Ese mismo año 1576 participó en los Estados Generales de Blois como diputado del Tercero. Bodino se manifestó a favor de conseguir la unidad religiosa por medios pacíficos y se opuso a la voluntad de Enrique III de obtener recursos para la guerra.
Tras oponerse al rey, su situación se complicó, por lo que optó por retirarse a Laon, donde se dedicó a ejercer como procurador y a escribir. Entre sus últimas obras, podemos destacar la Démonomanie des sorciers (1580), una especie de manual para los procesos de brujería, o el Heptaplomeron sive colloquium de abditis sublimium rerum arcanis (1588), una reflexión sobre la tolerancia religiosa, que permaneció inédita hasta 1857… Bodino murió enfermo de peste en 1596.
Los Seis Libros de la República
El objetivo de Bodino con esta obra es contribuir a la salvación de la república a partir del estudio de los fenómenos políticos desde una perspectiva jurídica. Considera que el derecho de resistencia es el mayor peligro para la instauración de una monarquía sólida en Francia, por lo que la tesis central del libro es que nunca se puede justificar la resistencia contra un soberano legítimo.
Bodino se distancia de las principales líneas de reflexión política:
- De la falta de valores morales y religiosos de Maquiavelo.
- Del derecho de resistencia defendido tanto por los católicos como por los hugonotes franceses.
- Y también de la construcción de Estados utópicos, como el de Thomas More.
Bodino trata de realizar un trabajo equivalente a La Política de Aristóteles, pero aplicado a la situación de la Francia del siglo XVI. Para ello, mezcla el método histórico con el filosófico y jurídico. Y acaba escribiendo una obra que muestra tanto la erudición del autor como su escasa capacidad para sistematizar y organizar la multitud de datos jurídicos, históricos y culturales, tanto clásicos como de su época, que presenta. Pese a todo, Bodino consigue su principal objetivo: separar el poder monárquico del ámbito teológico y colocarlo en el jurídico.
La obra está dividida entre seis libros, pero su contenido se puede agrupar en tres partes:
- La primera parte está dedicada al estudio de la estática del cuerpo político, es decir, el análisis de los elementos que lo componen y de sus relaciones. La forman los tres primeros libros:
- El Libro I, que analiza los fines de la república y la diferencia entre república y familia.
- El Libro II, que trata el tema de las formas de gobierno y la administración.
- El Libro III, que aborda las principales instituciones políticas.
- La segunda parte está dedicada al estudio de la dinámica del cuerpo político, esto es, de su evolución y cambios. La forman los libros IV y V:
- El Libro IV trata el nacimiento, el florecimiento y la caída de las repúblicas.
- El Libro V reflexiona sobre los procedimientos para adaptar la forma de la república al modo de ser de los pueblos.
- El tercera parte, que coincide con el Libro VI, trata sobre la mejor forma de gobierno y la justicia.
La república y sus elementos componentes
Definición de República.
Para Bodino “la República es el recto gobierno de varias familias y de lo que es común, con poder soberano”. Del análisis de esta definición, se desprenden algunas ideas significativas del pensamiento del francés:
- El paternalismo de la autoridad del soberano.
- El gobierno recto es el que se ajusta al Derecho Natural y la ley de Dios.
- La unidad social es la familia.
- La separación entre propiedad privada (de cada familia) y propiedad común (de la República).
Elementos componentes de la República.
La familia es, para Bodino, el origen y la fuente de toda república y su principal elemento. La familia es una comunidad natural, que cuenta con una serie de derechos entre los que destaca la propiedad (que no es individual, sino familiar), y en la que el padre tiene el poder omnímodo.
La familia tiene necesidades que ella sola no puede satisfacer. Por ello, las familias se asocian entre ellas en corporaciones locales y profesionales, que Bodino llama “ciudades”. Cada “ciudad” repite los esquemas organizativos de la familia y cuenta con elementos comunes, como las costumbres, el idioma, la tradición histórica o la religión. Bodino asocia la religión a la ciudad y no al Estado, de forma que pierde su dimensión política.
La República está compuesta por el conjunto de ciudades. La pluralidad cultural y religiosa no obstaculiza la unidad política.
La soberanía
La existencia de la República depende de la instauración de un poder soberano que gobierne rectamente a las familias que le prestan obediencia. Bodino no atribuye la soberanía al pueblo, sino al Estado.
La soberanía es el poder perpetuo y absoluto de la República:
- La soberanía es un poder perpetuo, que pervive en el tiempo independientemente de su titular. El gobernante tiene el poder soberano de forma vitalicia.
- El titular de la soberanía tiene total disponibilidad del poder. Su poder es absoluto, es decir, no está sujeto a la ley positiva. De hecho, la ley es la expresión de la voluntad del gobernante. El soberano es el legislador que crea el Derecho positivo.
La soberanía es un poder absoluto, pero no arbitrario ni totalitario. Aunque cuenta con plena capacidad de actuación en el ámbito del ordenamiento jurídico positivo, el poder soberano está subordinado a la ley de Dios y a la ley natural, es decir, a la religión y a la justicia. Bodino distingue entre ius y lex:
- El ius es la ley natural, que reside en la misma naturaleza de las cosas y que ha sido creada por Dios.
- La lex es la ley positiva, creada por el titular de la soberanía. Debe ser conforme a la ley natural.
La ley natural le impone al soberano dos límites:
- El soberano está obligado a cumplir los contratos estipulados con príncipes extranjeros o con los súbditos.
- El soberano no tiene poder sobre la propiedad de los súbditos (los impuestos requieren el consentimiento de estos últimos).
Junto a la ley divina y a la ley natural, el poder soberano también está subordinado a las leges imperii o leyes del reino, que tienen carácter constitucional:
- Las que rigen la sucesión del gobernante (la ley sálica y la indivisibilidad del reino).
- Las relacionadas con el patrimonio de la República (impidiendo la enajenación de bienes o tierras, ya que el titular de la soberanía no es el propietario, sino el usufructario).
La soberanía cuenta con algunos “atributos” indivisibles, con funciones exclusivas cuyo titular no puede compartir:
- El poder legislativo.
- La capacidad de declarar la guerra o de negociar la paz.
- El nombramiento de los principales oficiales.
- El derecho a ser la última instancia judicial.
- El poder de conceder gracia a los condenados.
- El derecho de acuñar moneda y de fijar las medidas y pesos.
- El derecho de grabar a los súbditos con contribuciones e impuestos, o de eximir a algunos de ellos de su pago.
Las formas de Estado y de gobierno
Bodino distingue entre tres formas de Estado según el titular de la soberanía:
- Monarquía, cuando el titular es un solo príncipe.
- Aristocracia, cuando la soberanía recae en una parte del pueblo.
- Democracia, cuando la soberanía reside en todo el pueblo o en la mayor parte de él.
Dado que la soberanía es indivisible, Bodino no cree posible el régimen mixto de gobierno. Lo considera un Estado popular.
Tras definir las formas de Estado, Bodino trata sobre el ejercicio en él de la soberanía, es decir, sobre el gobierno. Cree que es posible combinar una forma de Estado con otra de gobierno:
“El Estado puede constituirse en monarquía y, sin embargo, ser gobernado popularmente si el príncipe reparte las dignidades, magistraturas, oficios y recompensas igualmente entre todos, sin tomar en consideración la nobleza, las riquezas o la virtud. La monarquía estará gobernada aristocráticamente cuando el príncipe solo dé las dignidades y beneficios a los nobles, a los más virtuosos o a los más ricos”.
Además, afirma que el ejercicio de la soberanía puede dar lugar a formas degeneradas o corruptas de gobierno. Así, distingue los gobiernos entre legítimos, despóticos y tiránicos.
Respecto a los gobiernos tiránicos, trata sobre el derecho de resistencia:
- Admite la resistencia e incluso el tiranicidio contra el tirano que ha usurpado del poder.
- Y lo niega respecto al príncipe legítimo convertido en tirano. A este solo Dios puede juzgarle. Se muestra muy claro: “Si el príncipe es absolutamente soberano…, en este caso, ni los súbditos en particular, ni todos en general, pueden atentar contra el honor o la vida del monarca, sea por vías de hecho o de justicia, aunque haya cometido todas las maldades, impiedades y crueldades imaginables”.
Dinámica política
Para Bodino, la soberanía nace con el mismo nacimiento de la sociedad independiente; es decir, si es establece una sociedad independiente de otro poder soberano, aunque sea por la fuerza, por pequeña que sea, ya existe la soberanía.
Desde su mismo origen, la República tiene un ciclo vital y experimenta variaciones constantes, dada la gran inestabilidad del ámbito político. Estas variaciones pueden ser de dos tipos:
- Cambios en la forma de gobierno (cuando se produce un traspaso de soberanía a un nuevo titular).
- Alteraciones en las leyes, en las costumbres, en las religiones o incluso en los lugares (cuando la soberanía permanece en el mismo titular).
Bodino cree que cada forma política tiene su propia dinámica interna, su propia coherencia y que es necesario conocerla para poder gobernar con acierto.
Así mismo, cree que los factores geográficos de una región (como la altitud, la longitud, la latitud o el régimen de vientos) influyen sobre la sociedad que vive en ella y sobre los aspectos políticos. Da los primeros pasos en el campo de la sociología política, anticipándose a planteamientos futuros de otros pensadores, como Montesquieu.
La mejor forma de República
Bodino examina las ventajas y los inconvenientes de las tres formas de Estado y acaba reconociendo la superioridad de la monarquía. Cree que la indivisibilidad de la soberanía queda asegurada con la sucesión de monarcas y que el mando unificado en la figura del rey es más eficaz. Piensa que es la forma de gobierno más natural.
En cuanto al gobierno, considera que la mejor forma es el gobierno temperado por el poder aristocrático y popular. Y basa esta idea en una complicada teoría de la justicia que distingue entre tres tipos jurídicos:
- Justicia conmutativa o aritmética, basada en el principio de la igualdad y propia de las repúblicas populares.
- Justicia distributiva o geométrica, basada en el principio de la proporcionalidad y propia de las repúblicas aristocráticas.
- Justicia armónica, basada en el principio de la armonía, que es una combinación de la proporción aritmética y geométrica; y es el principio de la república monárquica.
Bodino termina la obra presentando su deseo político de que la monarquía francesa pueda crecer en paz, manteniendo la pluralidad cultural y religiosa.