La Misión es un film, indudablemente un drama histórico, que funciona de principio a fin gracias a una buena lectura del director que favorece un lenguaje cinematográfico fluido aunque la trama y el modo de hacer del cineasta pueda parecer un tanto lánguido en un primer momento. Históricamente se sitúa en la América colonial del S. XVIII, concretamente en la década de los 50, antes de que se produjera la expulsión de la Compañía de Jesús en 1967. Y es que la Compañía de Jesús, los jesuitas, son protagonistas de la historia que se narra en La Misión. De hecho, bien pueda parece el film un canto en defensa de la tarea jesuítica, aunque parece remitirse a sucesos y comportamientos veraces y con rigor. Más que sucesos podemos hablar de comportamientos, tendencias. Por consiguiente, tanto comportamientos como tendencias responden a la historia aceptada de aquellos años.
La zona que se encuentra por encima de las cataratas de Iguazú es la zona de disputa de tres actores fundamentales: el Imperio portugués, el español y la Iglesia Católica. Es una zona que, en realidad, no debiera suponer mucho para estos tres actores pero que geo-estratégicamente es crucial, ya que viene de un acuerdo entre España y Portugal. Estas relaciones políticas y acuerdos los explica el catedrático Fernando Sánchez Marcos: “El deseo de españoles y portugueses de resolver de mutuo acuerdo sus diferencias fronterizas en Sudamérica llevó en 1750 a la firma en Madrid del discutido tratado de Límites o de Permuta, entre los gobiernos de España y Portugal, para reemplazar la obsoleta demarcación establecida por el acuerdo de Tordesillas de 1494. Carlos III, considerando excesivamente favorable a los portugueses el tratado de Límites, lo revocaría nada más iniciar su reinado, aunque demasiado tarde para las misiones guaraníticas en cuestión. Según las estipulaciones de este tratado, España, a cambio de recibir la colonia del Sacramento (un asentamiento portugués asomado al Río de la Plata, frente a Buenos Aires) reconocería un desplazamiento de la frontera de Paraguay hacia el oeste y, concretamente, se comprometía a entregar a los portugueses los territorios entre los ríos Uruguay e Ibicuy. Allí se encontraban siete misiones jesuíticas.” De todas formas, aunque el filme históricamente se fije en estas relaciones políticas entre España y Portugal, estos acuerdos mencionan la misión de San Miguel, que aparece en la película, pero no menciona la misión de San Carlos, que es con la que más fijación trata La Misión. Y es que todo esto es lo que da lugar a que en el film se narre la historia desde diversas perspectivas: desde la diplomacia tanto política como religiosa de las metrópoli; desde la visión jesuita pura mediante el padre Gabriel (Jeremy Irons); desde la visión de un ex cazador y vendedor de esclavos que mediante La Misión busca la redención -Rodrigo Mendoza (Robert de Niro)-; y desde la visión de los indígenas que están siendo evangelizados por los jesuitas. Todas estas perspectivas hacen que la película se mantenga dentro de un cierto juego neutral, aunque obviamente esto es muy difícil, y más sabiendo de ante mano que el director de la obra, Roland Joffé, ha sido creador de variados filmes políticos como Los Gritos del Silencio (The Killing Fiels, 1984) ó Creadores de Sombras (Fat Man and Little Boy, 1990), películas justamente anterior y posterior a La Misión respectivamente en la filmografía de Roland Joffé. Por tanto, ingenuidad política no, pero rigor político sí. Ambos son compatibles y es lo que sucede en La Misión, que trata el problema de la colonización en América en la época del reformismo borbónico, una época en la que España quería recuperar el tiempo perdido anteriormente (S. XVII).
Cine e historia en La Misión
Se ha comentado más arriba que la película La Misión funciona como lo que es, una película. Esto sucede como suele suceder en muchos casos por una serie de motivos: una buena historia adaptada a lo que se convierte en un buen guión; una buena interpretación por parte de los actores, indiscutible en La Misión simplemente nombrando a Jeremy Irons y Robert de Niro, dos actores ya maduros en su carrera; obviamente una buena dirección de un buen director que viene de ofrecer en su primera película una obra maestra como Los Gritos del Silencio; y dos factores fundamentales: la fotografía de la mano de Chris Menges y la música de la mano del maestro y genio romano Ennio Morricone. Tanto una como otra parcela artística dentro del filme están sobresalientes y son los verdaderos ensalzadores del largometraje. El proceso evangelizador se da mediante la música (la flauta del padre Gabriel, que se entremezcla de forma no agresiva con la cultura guaraní, uno de los valores que se pretenden realzar de las tareas que llevaban a cabo los jesuitas). Los paisajes de la jungla dentro del contexto natural que suponen las aguas de las cataratas de Iguazú son espectaculares. La naturaleza es testigo directo de lo que acontece allí, y de hecho puede salir seriamente perjudicada por la ocupación de las fuerzas imperiales.
Por consiguiente a todo lo que se acaba de nombrar La Misión posee todos los ingredientes para ser una gran obra majestuosa en cuanto a lo meramente cinematográfico. Si entráramos en detalle en cuanto al guión nos daríamos cuenta de que no es un guión trepidante, no es un guión genial, pero está bien hilado y posee seriedad y elegancia para solventar con creces el papel que le corresponde. Con las interpretaciones ocurre algo muy parecido, son interpretaciones correctas, no excesivamente voluptuosas, y no ejercen un papel derrochador en cuanto a lo que se le presupone que es una grandísima interpretación, pero cumple con su cometido: correctas interpretaciones venidas de grandísimos actores, venidas de, eso sí, genios de la interpretación, por lo que en esta faceta cumplen con su trabajo con creces. Podríamos decir exactamente lo mismo de la dirección por parte de Joffé. Por tanto es en la fotografía y en la música donde no sólo se cumple, sino que se rebasa el cometido de estas elevando a la película a grados más altos de los que en realidad poseería si no hubiese tenido a su servicio Roland Joffé a estas dos personas fundamentales en La Misión, Menges y Morricone.
En cuanto a la complementación entre cine e historia podríamos decir que La Misión es un film válido que proporciona una perspectiva, en consecuencia, válida. Se han podido observar otras películas como La Conquista del Paraíso (The Conquest of Paradise, 1992) o Gladiador (Gladiator, 2000), ambas de un gran director, Ridley Scott, en las que cine e historia no se complementan correctamente, ya que son filmes que si bien pueden funcionar como película, no pueden funcionar proporcionando una perspectiva histórica debido a la deformación clara y manifiesta que se hace de la historia, de los hechos, algo que no es malo que suceda, ya que se declaran descaradamente ellas mismas dejando claro que simplemente son películas, pero que no son válidas desde el punto de vista histórico. Y es que con esto se debe tener excesivo cuidado, y hay que saber diferenciar entre películas que proporcionan mero entretenimiento y películas que son capaces de aportar, además de eso, otras cosas, como es ofrecer desde el punto de vista histórico una perspectiva válida. ¿Y por qué La Misión proporciona una perspectiva válida para la historia? Por lo que se ha comentado antes de forma escueta: porque La Misión, si bien no es rigurosa en cuanto a lo exactamente sucedido en aquellos años en esa zona fronteriza entre el Brasil (del imperio portugués) y el Paraguay (del imperio español), sí que es fiel a muchos de los comportamientos políticos, sociales y económicos de aquellos tiempos. Es fiel a muchos de los comportamientos, por ejemplo, de la diplomacia de la Iglesia, de la de los Imperios coloniales, y fiel a muchos de los comportamientos de los jesuitas y de los indígenas guaraníes. También es fiel a una época en la que se comerciaba con esclavos, se utilizaba la espada y habían asesinatos basados en el los celos o la deshonra, algo que, por otra parte, ha sucedido y sucederá siempre, aunque en la película se plasma de forma muy adherida a una época concreta. La historia y los personajes son veraces, y como la historia y los personajes son veraces y tratan una época del pasado, La Misión sirve a la historia, funciona como perspectiva histórica, es útil históricamente hablando, siempre teniendo en cuenta que el cine es una representación de la realidad que muestra una realidad distinta a la que fue, puesto que el cine siempre es ficción.
En el siguiente capítulo se tratará la situación política en La Misión.
gran película. buen tema y bien tratado. fotografía genial y música soberbia…combinación perfecta. mencionar gladiator o la conquista del paraíso debería ser sacrilegio (si es q eso se puede decir aquí… jeje) aunque es cierto q es útil xa mostrar la diferencia de trato entre ellas.