Cabe mencionar los cementerios. Cada aljama debía disponer de un lugar propio para enterrar a sus muertos; por razones de salubridad, estos cementerios se situaban extramuros; sólo los judíos tenían cabida en ellos.
Se han conservado los cementerios de Barcelona (Montjuic), de Gerona – una de las necrópolis mejor estudiadas de la Península, de Segovia – estaba situado en la ladera de un cerro al otro lado del río Clamores , de León – en el arrabal de Puente Castro, de Sevilla – al exterior de la Puerta de la Carne. Se sabe de otra necrópolis, en el barrio de San Bernardo, que la reina Isavel mandó expropiar el 25 de marzo de 1482 porque en él se enterraban conversos según el rito judaico, etc.
En todos aquellos cementerios, los cadáveres aparecen orientados con la cabeza al oeste y los pies al este para que en el momento de la resurrección sus rostros estén vueltoss hacia Jerusalén.
Sin embargo, algunas aljamas no tuvieron cementerio hasta bien entrado el siglo XIV. Durante mucho tiempo, hasta 1343, por lo menos, Cervera no dispuso de cementerio y los cadáveres de los judíos debían ser enterrados en otro lugar. En 1326, Jaime II autorizó a los judíos de la villa de Burriana (Castellón de la Plama) para que dispusieran de un terreno en el término de la villa para instalar en él su cementerio y evitarles de este modo el penoso traslado de los cadáveres hasta Murviedro ( Sagunto ) o a otras localidades.