La originalidad del odio de los judíos se trata:
1)Los trastornos de tipo económico, social y político que caracterizan los dos últimos siglos de la Edad Media y que empiezan con grandes mortandades
2)La epidemias que asolan toda Europa y que culminan en 1348 con la peste negra.
Lo que, con mucha exageración, se ha llamado a veces la edad de oro entre mediados del siglo XII y mediados del siglo XIV. Más exactamente todavía, coincede con los reinados de Fernando III ( 1229 – 1284) y Alfonso X ( 1252 – 1284), en Castilla, y, en la Corona de Aragón, con los reinados de Jaime I ( 1213 – 1276) y Pedro III ( 1276 – 1285 ), es decir, con una fase de extraordinaria expansión territorial, demográfica y cultural. Todos los grupos sociales se beneficiaron de aquella prosperidad, los judíos lo mismo que los otros súbditos de los monarcas; los mismos judíos contribuyeron eficaz y poderosamente a los desarrollos que se produjeron entonces en todos los sectores.
Fue la crisis, la peste negra la que, en el siglo XIV, agudizó las tensiones e inauguró la edad conflictiva.Las pérdidas demográficas fueron inmensas; los muertos se contaron por centenares de millares; toda una estructura económica se vino abajo a raíz de aquella catástrofe; desaparecieron parte de las antiguas jerarquías; unos grupos se aprovecharon de la situación para pasar a ocupar los primeros puestos; la vida política también conoció las consecuencias del tremendo desbarajuste experimentado.
En toda Europa, se desarrolló en el siglo XIV una propaganda agresiva contra los judíos cuyas consecuencias fueron casi siempre dramáticas: sermones que exaltaban y enfurecían al populacho, asaltos a juderías, matanzas de judíos acusados de ser los causantes y los beneficiarios de la crisis.
Peste negra alcanzó su más alto nivel en 1348 y desencadenó una serie de rumores irracionales sobre la responsabilidad de los judíos en la propagación de la mortandad. El rumor más difundido tal vez era que la peste se propagaba por medio del agua sacada de los pozos, unos pozos previa y deliberadamente emponzoñados por judíos. Se rumorea que son los judíos los que, al echar ponzoña en los pozos, son los responsables de las epidemias. Tales rumores fueron acompañadas por una dramática crisis de subsistencias y una enorme alza de precios. Esta situación provocaba a su vez tensiones sociales entre pobles y ricos, señores y vasallos, contribuyentes y hacienda real.
Los judíos sufren los efectos de la crisis tanto como los cristianos, pero las dificultades econóomicas aumentan la conflictividad y la inseguridad. Lo mismo cabe decir de la inestabilidad política; los judíos lo sabían muy bien: <<Nuestras vidas y bienestar dependen de la prosperidad del Estado bajo cuyo bobierno vivimos>>.
El odio a los judíos, considerados como causantes y responsables de todas las desgracias, se extiende a toda Europa. En la Península Ibérica, hay que distinguir tres zonas, correspondientes a las distintas entidades políticas: Navarra, Corona de Aragón y Castilla.
En Castilla, un tema nutre el odio de las masas: el papel atribuido a los judíos en el manejo del dinero.
La crisis social desemboca en conflicto político, en una guerra civil entre el rey Pedro I y Enrique de Trastamara. La victoria de éste último supuso un golpe durísimo para el judaísmo castellano.
El odio a los judíos había cambiado de signo; ya no era la simple aversión para una secta que no admitía que Jesús era el Mesías anunciado. Los factores religiosos habían empezado a emplearse como arma ideológica en los conflictos sociales y políticos. Desde entonces, los judíos eran designados como responsables de todas las desgracias que caían sobre el pueblo y se había comprobado cómo el tema judío podía ser un instrumento eficaz en manos de políticos mal intencionados.