En el siglo XV, los judíos pasan a un segundo plano; son los conversos o cristianos nuevos los que ahora constituyen un problema político, social y religioso. Menos de 5 por 100 de la población total de España, por consiguiente una minoría, pero una minoría concentrada en núcleos urbanos y que, por lo tanto, llamaba más la atención. No se trata de un grupo social homogéneo. No forman los conversos una clase social; no se sienten forzosamente solidarios unos de otros. No se nota en ellos una clara tendencia a la endogamia que hubiera mantenido su identidad de grupo.
Los mixtos matrimoniales parecen haber sido de uso corriente, lo cual dará lugar, en el siglo siguiente, a las laboriosas y terribles informaciones de limpieza de sangre, cuando se querrá averiguar si tal o cual individuo tiene entre sus abuelos alguna mancha de este tipo.
El converso, pese a su bautismo, no deja de ser un judío con la circunstancia agravante de que ahora, como cristiano, tiene la facultad de ocupar en la sociedad cargos, dignidades, oficios que antes le estaban vedados por ser judío. Los conversos son gente más bien educado, instruida, con un nivel cultural superior. Pues, se encuentran conversos en el clero, regular o seglar, casi siempre en puestos relevantes.
El éxito social de los conversos provoca el odio de los plebeyos. Constituían los conversos una minoría de unas doscientas cincuenta mil a trescientas mil personas repartidas por toda España pero con características notables. El mapa geográfico y sociológico de la población judeoconversa viene a ser como el negativo del de los judíos.
En Castilla, la situación política es la que favorede otra vez el odio a los judíos y sobre todo a los conversos. El enfrentamiento entre nobleza y monarquía cobra a mediados del siglo XV mayor intensidad hasta desembocar en guerra civil. Los judíos están convencidos de que sólo un poder estatal fuerte puede garantizarles la seguridad y se ponen al lado de Álvaro de Luna. Por lo contrario, los nobles inquietos ante una política que tienda a reforzar el poder real, se muestran decididamente antijudíos y anticonversos.