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¿Qué será, será?

Los pronósticos nos llevan necesariamente a equivocarnos. Por un lado, cuentan con la limitación de que su bondad no puede ser superior a la calidad de los datos que alimentan el modelo. Malos datos, implicarán malos pronósticos. Pero más importante, en sociedad, a menudo pronosticamos con la idea de conseguir que no se cumplan los vaticinios. Por ejemplo, el partido que resulte en segunda posición en un sondeo electoral hará lo que sepa y pueda para convertirse en el primero. En el caso de una epidemia, lo que queremos es frenar la expansión, acercarnos al mejor escenario posible.

Hace casi un mes (12/2/2020), publicaba The Economist estos escenarios con respecto al COVID-19:

El gráfico representa la llamada curva epidemiológica, donde la altura de la curva representa el número diario de nuevos casos. Se entiende que una vez se alcanza el pico y empieza el descenso del número de casos, se puede entender que se va en el buen camino para el control de la epidemia. El 12 de febrero se pensaba que ya se habría podido producir el pico (escenario optimista) y, en el planteamiento pesimista que ese punto se alcanzaría más adelante en febrero. Y, en efecto se ha cumplido, hasta la fecha, pero solo en China. Estos son los datos disponibles a día de hoy sobre China:

Fuente: El País, 10/3/2020

Es decir, el pronóstico no era malo, pero solo se ha cumplido, hasta la fecha, en China. Sin embargo, ese es el error del pronóstico. El considerar que la crisis podía acotarse a China. Lo que preocupa ahora es lo que ocurre en el resto del mundo. Y de hecho, en el resto de países estamos siguiendo la curva epidemiológica en su fase ascendente: cada día se incrementa el número de casos nuevos (ojo, no hay que confundir con las gráficas de casos acumulados). Estos son los datos del situation report de OMS a día de hoy:

Fuente: WHO, Situation Report 49

La cuestión aquí es cuando se producirá la inflexión de la curva. Los números a escala mundial, son ahora muy parecidos a los de China en su peor momento (unos 5000 casos nuevos diarios), pero las medidas sociales aplicadas en los diferentes países afectados distan todavía de las tomadas por China. Por otro lado, las capacidades de los distintos países son muy diferentes y no se espera que todos los países adopten las mismas medidas que China, aunque en Italia ya se parecen mucho y es posible que otros sigan el ejemplo.

Otra forma de acercarse a qué va a pasar es fijarse en lo que ha ocurrido en otros países. Por ejemplo, Italia puede ser una buena guía para países como Francia, Alemania, España y, en general, el conjunto de países de Europa. El día 8 de marzo, en España contábamos 17 muertos y 589 casos (cifras no oficiales), es decir, una situación muy parecida a la de Italia hace apenas 10 días. Sin embargo, ayer, día 9, ya nos parecíamos a la Italia del 1 de marzo (8 días de diferencia).

Fuente: twiter de @pmarsupia 8/03/2020

¿Qué ocurrirá entonces? En el corto plazo, se puede usar como referencia para España lo que ocurre en países como Italia, pero lo que ocurrirá en el futuro depende de las medidas que se tomen en cada caso, acompañadas por efectos que dependerán de las medidas que tomen el resto de países. Ahora en China, por ejemplo, ya están más preocupados por evitar la importación de casos de otros países que por el control de la epidemia interna. La buena noticia es que hay países que están dando la vuelta a su curva epidemiológica (China y Corea son los mejores ejemplos), la mala es que el resto no está ahí. La peor es que seguimos pensando en términos de países.

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La respuesta social a la epidemia

La epidemia de COVID-19 no cuenta con vacuna ni medicamentos para detenerla. Tardaremos varios meses, si no años, en contar con ellos. Eso si hacemos caso de las lecturas más optimistas, ya que, las más escépticas, las propias del pensamiento científico, se plantean que no se puede anunciar que se conseguirá algo hasta que se ha logrado. Hasta la fecha (9/3/2020), por tanto, los medios de respuesta aplicados han consistido en medidas de carácter comunitario y poblacional, como la limitación de eventos públicos, la cancelación de actividades (escolares, laborales, deportivas, festivas), desincentivar viajes, el seguimiento y aislamiento de casos y localidades (hasta regiones) o las cuarentenas. Con ello se pretende conseguir el efecto que se muestra en esta curva:

Goals of community mitigation for pandemic influenza 

Fuente: Qualls et al. Community Mitigation Guidelines to Prevent Pandemic Influenza — United States, 2017

El objetivo es triple:

a) reducir la expansión de la enfermedad (para minimizar el número de fallecimientos y de personas de baja),

b) evitar una concentración de casos en un tiempo corto (esto colapsaría el sistema de salud, pero también otras actividades esenciales, e impediría tratar bien los casos),

c) ganar tiempo para la preparación de la respuesta.

Y todo ello depende de lo que hagamos en el espacio social. Este blog trata sobre cómo la actuación sobre las pautas de interacción social va a servir para conseguir el control o, por el contrario, para favorecer la expansión de la epidemia (o quizá, las dos cosas, según a qué zonas del mundo y grupos sociales hagamos referencia). Vamos viendo.