Hernández, M. Cancionero y Romancero de ausencias. Buenos Aires: Lautaro, 1958.
Los primeros poemas de Cancionero y romancero de ausencias empezó a escribirlos hacia 1938, cuando todavía estaba escribiendo El hombre acecha. Probablemente, motivados por el nacimiento de su primer hijo Manuel Ramón y su posterior fallecimiento. Los borradores de estos poemas aparecen a lápiz sobre unas cuartillas de igual papel al de su anterior libro. Varios de estos poemas aparecerán de hecho en El hombre acecha, por ejemplo, el poema «Carta», que vimos en el apartado anterior, dirigido a la mujer y al hijo muerto, como lo demuestran tanto la lectura atenta del poema como los borradores previos. Existe en el Cancionero y romancero de ausencias un aspecto esencial: es su capacidad de sufrimiento. El morir diario ya de por sí es bastante para aniquilar a un hombre y mucho más si ese hombre es un poeta. Esa inclinación por la muerte, esa visión y concepción de la muerte desde que empezó a sentir, esa predisposición, presentimiento de muerte que le acompaña, va más allá de su propia persona.