M. Hernández escribe El silbo vulnerado en 1934 con evidentes resonancias místicas. En El silbo vulnerado primitivo los temas principales son el aire libre, la pastoría… es decir el juego de convivencia entre el poeta y su entorno junto a la influencia de los clásicos entre los que podemos destacar a Garcilaso de la Vega y San Juan de la Cruz, sobre todo, además de Góngora, Quevedo, Boscán… dando paso a un segundo «Silbo» influenciado por Benjamín Palencia que desembocaría en un tercero definitivo donde Hernández refleja sus objetivos como poeta. El conjunto de estos «Silbos» dan lugar a lo que en 1935 denominaría el poeta Imagen de tu huella, dando forma a la obra. Dicha denominación sería muy breve al ser sustituida en poco tiempo por el proyecto que acabo titulando El Rayo que no cesa compuesto por 30 poemas, diez de los cuales toma de este libro. Fue publicado en Orihuela en El Gallo Crisis. Como los autos sacramentales, debe mucho a la poesía mística de San Juan de la Cruz, y de Baltasar de Alcázar. “Poesía de factura clásica…”, confesado por el propio Hernández. También se ve reflejada la mano impresionista y colorista de Gabriel Miró.
El silbo vulnerado (Imagen de tu Huella)
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