El matrimonio y la familia eran realidades fundamentales en la vida de los aztecas. Se ensalzaba el valor guerrero de los hombres, y las mujeres eran igualmente honradas por criar a los hijos. Los hombres de clase baja tenían una sola esposa, pero los nobles solían tener varias, por razones políticas. Los hijos casados vivían a veces con sus padres y abuelos, que les daban consejos y organizaban la vida familiar. A los familiares políticos que vivían en casa se les llamaba pacificadores, lo que indica que no se hacía caso de todos los consejos dados por los mayores. Los hijos se solían casar cuando cumplían veinte años.
– El matrimonio: el matrimonio era concertado por los padres con ayuda de un casamentero, pero los novios tenían que estar de acuerdo. Se suponía que una muchacha no debía dar fácilmente el “sí” ni aceptar la proposición de matrimonio a la primera. Una vez que todo estaba acordad, se celebraba una fiesta y se hacían regalos que consistían en mantos y maíz. Al cabo de 4 días se celebraba otra fiesta.
– Las tareas del hogar: La mujer se encargaba de los quehaceres domésticos y enseñaban a las niñas a cocinar y tejer, aunque tuvieran sirvientas para atender a estas tareas. Las muchachas tenían que ser obedientes y puras; las madres debían ser cuidadosas y trabajadoras. Padre y madre compartían por igual la tarea de enseñar a sus hijos que se esperaba de ellos cuando fueran mayores. Un buen chico se conservaba sano y feliz, mientras que un mal chico estaba enfermo y enfadado. Los padres inculcaban a los hijos la obediencia y el respeto a los mayores. Los hombres tenían además ciertos deberes fuera de sus casas, como trabajar en el campo y luchar a las órdenes de sus amos.
– El parto: Cuando nacía un niño, los parientes visitaban a los padres y les llevaban regalos y les daban consejos. Nada más nacer, un astrólogo predecía el futuro del niño; después lo bañaban y le ponían un nombre. A los niños les regalaban un pequeño escudo y flechas; las niñas recibían un hueso y utensilios para tejer. Varios niños corrían alrededor del recién nacido y gritaban su nombre.
– El embarazo: Una mujer embarazada recibía muchos consejos. Algunos eran muy acertados como: no levantes objetos pesados, no salgas de noche por miedo a los espíritus, no mires cosas terroríficas ni de color rojo. Cuando una mujer moría de parto, era venerada como una diosa.
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