Pero a pesar de todas estas tácticas, las batallas precolombinas no producían un gran número de bajas, aunque, como ya he dicho anteriormente, los prisioneros encontraban la muerte bajo el cuchillo de pedernal de los sacerdotes enemigos. Como en todas las guerras, los combatientes peor equipados y con menos habilidad eran los que más fácilmente caían en las trampas del enemigo. Este sería el caso de los jóvenes guerreros novatos. Su corta edad y su falta de experiencia, haría de ellos unas presas fáciles. Su deseo de emular a los veteranos y, sobre todo, el de conseguir capturar un primer prisionero que les diera el ansiado reconocimiento social que todos querían como combatientes y como adultos, les llevaría frecuentemente a exponerse más de lo necesario, pero con consecuencias nefastas.
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