Cuando las fuerzas de ambos ejércitos estaban igualadas y no había posibilidad de romper el frente con ataques frontales, los mexicas recurrían a otras tácticas mucho más complejas y que requerían una gran disciplina y organización. Las fuentes españolas nos confirman que los pueblos guerreros de Mesoamérica eran expertos en el uso de “tretas y artimañas”, como los falsos movimientos de tropas o las retiradas fingidas con la que atraer al enemigo hacia alguna encerrona en algún lugar desfavorable donde tenderle una emboscada. En una de esas crónicas, se nos cuenta como las órdenes de otontin y cuahchicqueh recibieron instrucciones antes de una batalla de preparar una emboscada: “Se ordenó a todos estos soldados que se tendieran en el suelo con sus escudos y mazas en las manos, unos 2.000 hombres de todas las provincias. Luego fueron cubiertos con hierba hasta que no pudo verse a ningún hombre”. Cuando apareció a la carrera el ejército oponente los aztecas permanecieron inmóviles tendidos en el suelo. “Corrieron hasta el lugar donde los grandes guerreros aguardaban emboscados. Cuando el enemigo hubo entrado en la trampa, los hombres ocultados en la hierba se pusieron de pie y los aniquilaron. Ninguno escapó, todos fueron muertos o hechos prisioneros. Incluso los jóvenes tomaron muchos cautivos.”
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