Es posible que antes de acabar el siglo XIV se iniciase la corriente migratoria de gentes de Ultrapuertos hacia la mitad septentrional del reino.
Los moros se concentran en la fértil Ribera tudelana, pero propenden a desplazarse Ebro abajo, buscando tal vez mejores condiciones de vida.
La población judía se distribuye sobre todo en los núcleos urbanos; no obstante a pesar de la matanza de Estella (1328), la convivencia no parece ofrecer especiales dificultades e invita quizá a la inmigración, pero el flujo incesante de las conversiones aboca a largo plazo a la extinción de esta minoría.
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