Historia social e historia económica

Orígenes de la historiografía social y económica

Debates sobre el historicismo en Alemania

El siglo XIX fue “el siglo de la historia” si tenemos en cuenta el prestigio social que alcanzaron los principales historiadores, el peso que adquirió la enseñanza de la Historia en el sistema educativo o la influencia política que adquirió la disciplina.

El historicismo alemán se convirtió en el modelo historiográfico de la historia académica en el resto de los países occidentales. Esta tendencia presentaba las siguientes características principales:

  • Profesionalización de la historia.
  • Conversión en una disciplina académica.
  • Defensa del carácter científico de la Historia.
  • Reducción del objeto de estudio a la historia política, diplomática y militar.
  • Método de análisis basado en la crítica y la utilización de fuentes documentales.
  • Estilo narrativo de descripción cronológica de hechos, con notas sobre las fuentes.
  • Utilización política y pedagógica.
  • Pretensión de objetividad.

Podemos utilizar diversos testimonios de historiadores para ilustrar la esencia de esta corriente historiográfica:

  • Numa-Denis Fustel de Coulanges afirmaba: “No soy yo el que hablo, es la Historia la que habla a través de mí”. O también: “La Historia es pura ciencia, una ciencia como la física o la geología”.
  • Lord Acton impulsó la creación de una obra colectiva de gran alcance, The Cambridge Modern History, partiendo de la premisa de la objetividad y del valor universal de su reconstrucción del pasado. En este sentido, escribía: “nuestro Waterloo deberá satisfacer por igual a los franceses y a los ingleses, a los alemanes y a los holandeses; que nadie pueda decir, sin examinar la lista de autores dónde dejó de escribir el obispo de Oxford y si le sustituyó Fairbairn o Gasquet, Liebermann o Harrison”.

No obstante, pese al éxito historiográfico del historicismo, no todos los historiadores estaban de acuerdo con sus presupuestos. Por ejemplo, el hecho de que el objeto de estudio fuesen los acontecimientos políticos de los distintos estados propició la marginación del análisis de aspectos de carácter económico y social, que tuvieron una gran importancia en la Historia europea del XIX, como las consecuencias de la implantación y el desarrollo del sistema capitalista. Y ello empezó a generar cierta insatisfacción entre algunos historiadores, especialmente interesados por cuestiones sociales.

Las diferentes perspectivas existentes entre los profesionales del gremio en Alemania dieron origen durante la segunda mitad de la centuria a un buen número de largas e intensas disputas que se centraron no solo en el objeto de estudio, sino también en el método, las fuentes, la utilidad o, incluso, el carácter científico de la historia. Pese a la variedad de las líneas críticas, todas aspiraban a un mismo objetivo: la adaptación de la historia a las nuevas demandas sociales con el apoyo en las ciencias sociales. Los defensores del historicismo utilizaron su poder institucional académico para aislar, marginar y desprestigiar a la mayoría de los críticos.

Entre los debates críticos de la historiografía historicista, podemos señalar los siguientes:

  • Robert von Mohl, en su polémica con el historicista Heinrich von Treitschke, planteó la constitución de una sociología (más que una historia social) que tuviese en cuenta las aportaciones de disciplinas como el arte, el derecho, la economía o la religión.
  • Polémica entre Eberhard Gothein y Dietrich Schäfer. Influido por Jacob Burckhardt y Wilheim Dilthey, Gothein consideraba que la historia, como principal ciencia del espíritu, había de asumir como objeto de estudio la cultura, que integraba, además de la política, el arte, el derecho, la economía o la religión. La política solo era, para Gothein, una parte de la cultura y, por tanto, de la historia.
  • El debate Lamprecht. Karl Lamprecht escribió una historia nueva, de pretensión científica, carácter populista (señalaba la fuerza del pueblo alemán y aseguraba su éxito político y económico, lo que le dio un gran éxito editorial), herencia positivista (defendía la acumulación de pruebas documentales para el análisis), estilo explicativo (alejado de la mera descripción factual), y que trataba de comprender la evolución histórica por medio del análisis de las condiciones generales de la sociedad como colectivo humano (y no de las acciones de los dirigentes políticos en el ámbito del Estado). Los planteamientos de Lamprecht fueron criticados por los historiadores historicistas alemanes e, incluso, por los defensores de la “historia de la cultura” (como Gothein). Con la derrota de Lamprecht, el debate sobre la historia cesó en Alemania y la historiografía historicista “rankeana” permaneció vigente durante décadas.

Otros países, como Francia o los Estados Unidos, se mostraron más receptivos hacia los esfuerzos por establecer una relación más estrecha entre la historiografía y las ciencias sociales.

La Tesis de la Frontera de Turner en los Estados Unidos

En los Estados Unidos, la historiografía de la segunda mitad del siglo XIX presentaba características típicas del historicismo europeo: orientación narrativa descriptiva, búsqueda de valor literario, temática política ajena al análisis de aspectos sociales y económicos, uso pedagógico, y estudio de élites y grandes hombres.

No obstante, el interés por explorar nuevas vías historiográficas se tradujo entre 1886 y 1890 en la aparición de cinco publicaciones académicas que acercaban la historia a otras disciplinas, trataban de reforzar su carácter científico e introducían perspectivas sociales y económicas en la construcción histórica: Political Science Quarterly, Quarterly Journal of Economics, Annals of the American Academy of Political and Social Sciences, Journal of Political Economy y American Historical Review.

En este contexto y con motivo de la reunión conmemorativa del cuarto centenario del descubrimiento de América, organizada por la American Historical Association, en Chicago, en 1893, un historiador apenas conocido, llamado Frederick Jackson Turner (1861-1932), pronunció una conferencia titulada The Significance of the Frontier in American History, que tuvo una enorme repercusión, tanto socio-histórica como historiográfica.

  • En el plano socio-histórico, la Tesis de la Frontera de Turner obtuvo un gran éxito porque ensalzó los ideales patrióticos de la sociedad estadounidense. Relacionaba el concepto de frontera con la conquista del Oeste, y esta con el nacimiento de una nueva nación, de una nueva sociedad, más abierta, demográficamente joven, integradora de aportes migratorios extranjeros, emprendedora, gobernada por instituciones nuevas y democrática.
  • Así mismo, la tesis de Turner también tuvo una gran repercusión historiográfica por varios motivos:
  • Introdujo el estudio de colectivos sociales, alejándose de la tendencia anterior al análisis de élites políticas y grandes personajes.
  • Amplió el objeto del análisis histórico a los aspectos sociales y económicos. Entre ellos, Turner propuso el análisis de los problemas laborales, las oleadas migratorias, las revueltas de campesinos, la inestabilidad urbana, la depresión económica, el transporte y la revolución en las comunicaciones, el final de la expansión continental y el comienzo del imperialismo ultramarino.
  • Enfatizó la explicación de los procesos históricos (el avance hacia el Oeste), abandonando la tendencia descriptiva factual anterior.
  • Amplió la perspectiva geográfica humana del estudio histórico (antes centrada en un único Estado), proponiendo una historia multi-regional, apoyada en el método historiográfico comparativo. Turner estudió varias regiones, distintos “Oestes” y diferentes líneas de frontera. No obstante, no solo distinguió las regiones y situó las fronteras atendiendo a criterios de la geografía física; al considerar la región como un espacio articulado económica y socialmente, estableció regiones y fronteras en función de sus actividades productivas principales (agrícolas, ganaderas, mineras, comerciales, industriales o urbanas).

Las tesis de Turner promovieron la realización de estudios históricos de carácter social y económico en los Estados Unidos, una moda que llevaría a principios del siglo XX a la aparición de una nueva tendencia historiográfica: la New History.

Enfrentamientos contra la Escuela Metódica en Francia

Tras la derrota en Alemania, a principios del siglo XX los debates sobre la reforma de la historia se trasladaron a Francia, donde diversos intelectuales (no solo historiadores, sino también filósofos o sociólogos) impulsaron una nueva concepción historiográfica, más relacionada con las ciencias sociales.

No obstante, al contrario que en Alemania, las nuevas ideas historiográficas, que pretendían principalmente la ampliación del objeto de la historia a la sociedad, la economía y la cultura, y el acercamiento de la historia a las ciencias sociales empíricas, sí fueron tomadas más en serio. Autores como Henri Berr o el belga Henri Pirenne comenzaron a enfrentarse a la escuela “metódica”, remarcando la importancia de los factores socio-económicos en la construcción histórica. Sus planteamientos tuvieron una influencia decisiva en la creación de la Escuela de los Annales, que acabó rompiendo el monopolio académico historicista.

El darwinismo social y las teorías racistas

La crisis del paradigma histórico rankeano, producida a finales del siglo XIX, fue coetánea a la extensión de otras corrientes historiográficas menores, a la aparición de nuevas perspectivas criticas, y al desarrollo de las restantes ciencias sociales.

Entre las corrientes historiográficas menores destacó por sus nefastas consecuencias el darwinismo social. Las tesis evolucionistas expuestas por Charles Darwin en El origen de las especies por medio de la selección natural dieron origen al “darwinismo social”, una tendencia que pretendía hallar leyes de evolución social similares a los principios biológicos de la selección natural. Su máximo representante fue el británico Herbert Spencer, quien en su Sistema de filosofía sintética trasladó la selección natural al ámbito de la sociología, proponiendo la teoría de la “supervivencia del más apto”. Esta tendencia tenía una perspectiva muy individualista, por lo que no pudo explicar la evolución de colectivos sociales. Además, dio origen a posturas sexistas, racistas y etnocéntricas, y fue utilizada para justificar situaciones de injusticia social.

De hecho, el darwinismo social ofreció un fundamento pseudo-científico a las nuevas teorías racistas que se extendieron por Europa durante la expansión imperialista de la segunda mitad del siglo XIX y que alcanzaron su máximo apogeo en el XX. Estas consideraban que la clave de la evolución histórica se hallaba en la existencia de diversas razas, que conformaban grupos humanos más o menos preparados genéticamente para la lucha por la supervivencia. Diversos teóricos decimonónicos (que no merecen ser nombrados) se esforzaron por demostrar la superioridad de la raza blanca sobre otras que consideraban inferiores (como la “negra” o la “amarilla”) en el transcurso de la evolución de la humanidad. En el siglo XX, estos planteamientos llevaron a la justificación de desastres históricos como la superioridad de la raza aria y el holocausto judío.

Las críticas de los filósofos

Por otra parte, a finales del siglo XIX los filósofos, encabezados por Wilheim Dilthey, comenzaron también a criticar la concepción historicista vigente, negando el carácter científico de la historia, las aspiraciones de objetividad y la capacidad de los historiadores para interpretar y explicar los procesos históricos.

Reacciones contra la especialización aislacionista del historicismo

Paralelamente, aparecieron diversas críticas contra la excesiva especialización “minifundista” de los estudios históricos, manifiesta en la moda historicista de realizar monografías sobre hechos muy concretos del pasado, tratados de forma descontextualizada e independientemente de los procesos históricos. Las fundaciones de la Cambridge Modern History o de la Revue de synthése historique de Henri Berr fueron exponentes de la insatisfacción que generaba la tendencia a la especialización aislacionista y de la reacción de ciertos grupos, en busca de una síntesis histórica que se caracterizaba tanto por su rigor como por su orientación divulgativa.

Los progresos de las ciencias sociales. La sociología, Durkheim y Weber

De forma inversa a la estancada historiografía académica, las ciencias sociales experimentaron un gran crecimiento en el tránsito del siglo XIX al XX. Disciplinas como la lingüística, la psicología o la antropología experimentaron sorprendentes avances. No obstante, de todas ellas, la ciencia humana que más progresó fue la sociología, de la mano de teóricos como el francés Émile Durkheim o el alemán Max Weber.

Émile Durkheim

Émile Durkheim (1858-1917) fue uno de los creadores de la sociología moderna. Fundó la primera revista dedicada a la sociología, L’Année Sociologique, en torno a la que se concentró un grupo de estudiosos dedicados a la investigación sociológica. Entre sus obras, destacan Las reglas del método sociológico y La división del trabajo social.

Durkheim fue uno de los principales críticos de la escuela historiográfica metódica, asentada en las universidades francesas. Pensaba que la historia dependía de fenómenos específicamente sociales (“hechos sociales”), de cuyo estudio había de ocuparse exclusivamente la sociología. Concebía los hechos sociales como modos de actuar, pensar y sentir colectivos, como normas y reglas culturales (como, por ejemplo, la lengua, la escritura o la moneda), con poder para influir sobre los comportamientos, ideas y sentimientos de los individuos. Le negó a la historia el rango de ciencia, porque se ocupaba de la narración de hechos concretos y no podía, por ello, llegar a producir afirmaciones generales empíricamente comprobables.

Pocos historiadores aceptaron la subordinación de la historia a la sociología. No obstante, su perspectiva sociológica de la historia reforzó entre los historiadores críticos la conciencia de la importancia de los aspectos sociales en la construcción histórica.

Max Weber

Max Weber (1864-1920) fue una de las principales referencias intelectuales del tránsito del siglo XIX al XX. Destacó como filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y, sobre todo, como sociólogo. De hecho, junto a Durkheim, es considerado uno de los padres de la sociología moderna.

Weber nació en Erfurt, en el seno de una familia protestante, bien relacionada con los políticos y académicos locales. Fue intelectualmente precoz y entró en la Universidad de Heidelberg (1882), habiendo escrito ya varios ensayos históricos. Estudió Derecho, Economía e Historia. Completó su formación en las universidades de Berlín y Goettingen. A finales de los 80 entró en política y se doctoró en leyes. En los 90 se casó, se dedicó a escribir y empezó a ejercer como profesor en las universidades de Freiburg y Heidelberg. Tras la muerte de su padre, en 1897, Weber tuvo algunos problemas de salud, que le hicieron abandonar temporalmente la docencia universitaria en 1899. En 1903 renunció a su cargo de profesor universitario, para trabajar como profesor privado. En 1905 publicó La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En 1907 recibió una herencia, que le facilitó el mantenimiento. En 1912 trató sin éxito de organizar un partido político de izquierdas (liberal, social-demócrata). Durante la guerra dirigió los hospitales militares de Heidelberg. Tras actuar como consultor en el Tratado de Versalles, elaboró un borrador de la Constitución de Weimar. En 1918, retomó la docencia en la Universidad de Viena. En 1919, consiguió una plaza en la de Munich. Y en 1920 murió de neumonía.

Las características principales de su pensamiento son las siguientes:

  • Recibe influencias de Marx y Nietszche, aunque se separa de ambos.
  • Objeto de estudio: las sociedades (conjunto de estructuras y prácticas colectivas).
  • Perspectiva neutra: ausencia de juicios o consideraciones morales en la construcción sociológica.
  • Renuncia a transformar la sociedad.
  • Primacía de la ideología (ética, moral) sobre los factores económicos para explicar la sociedad. Los valores forman estilos de vida sobre los hombres y sobre las sociedades.
  • Método de estudio:
  • Necesidad de lucidez de análisis (erudición bibliográfica y uso de técnicas estadísticas).
  • Etapas del estudio sociológico: comprensión, interpretación (mediante creación de tipos ideales, conceptos abstractos que ayudan a comprender y ordenar los hechos históricos singulares) y explicación.
  • Aplicación de la sociología a diversos campos: política, derecho, economía, música y religión.

De la ingente producción intelectual de Weber podemos destacar los trabajos relacionados con la sociología de la religión: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, La religión en China: confucianismo y taoísmo, La religión de India: la sociología del hinduismo y del budismo y Judaísmo antiguo. De todos ellos, la obra más importante es la que dedica al tipo ideal del espíritu del capitalismo.

En ella, Weber se interesó por el capitalismo por ser uno de los temas de estudio más demandados en su época. En contra de la interpretación marxista, que defendía que los aspectos económicos eran el motor de la sociedad capitalista, Weber afirmó que los factores que ejercían una mayor influencia sobre ella eran los ideológicos, como los elementos religiosos, éticos o morales.

Para llegar hasta esa conclusión, partió de un análisis estadístico de la concentración de la riqueza económica según la confesión religiosa. Dicho estudio le permitió comprobar que la mayor parte de las propiedades y las empresas pertenecían a protestantes. Buscó las causas de tal acumulación y el determinismo geográfico (los protestantes ocupaban territorios más favorecidos para la actividad económica) no le pareció suficiente para justificarla. En cambio, sí consideró más interesante el hecho de que la riqueza generada a lo largo del tiempo por las distintas familias se transmitiese por herencia. Por ello, comenzó a analizar las ideologías de las dos confesiones (católica y protestante) para comprobar si tenían una influencia tan decisiva sobre el espíritu del capitalismo, un tipo ideal que definía como el conjunto de ideas y hábitos que favorecían la búsqueda racional de ganancias económicas, y que iba a utilizar para lograr identificar una ley general que justificase el desarrollo del capitalismo.

Weber analizó los perfiles generales de los católicos y los protestantes, y halló diferencias considerables en sus concepciones vitales. Mientras los católicos preferían la estabilidad económica, aun sacrificando la posibilidad de mejorar su calidad de vida, los protestantes se mostraban más emprendedores, más dispuestos a asumir riesgos profesionales o empresariales, con el objeto de promocionarse o de incrementar sus ingresos.

Y localizó las causas de dichos puntos de vista opuestos en la ideología de la Reforma protestante y, especialmente, en la ética calvinista:

  • Para los protestantes, la salvación eterna dependía de la doctrina de la predestinación, es decir, solo se podían salvar aquellos a quienes Dios hubiese concedido la gracia de la fe. El éxito social, cuya manifestación principal era la prosperidad económica, era la señal más fidedigna de la predestinación.
  • Para los católicos, la salvación dependía de la realización de buenas obras, lo que en la mayoría de las ocasiones era contrario a la consecución de beneficios económicos.

Definición y características generales de la historia social y económica

Pese a que la tendencia historiográfica de la historia social ha tenido gran cantidad de seguidores desde finales del siglo XIX, su definición ha sido objeto de debates y controversias. Diversos historiadores han propuesto sus definiciones:

  • Uno de los pioneros, Fustel de Coulanges, consideraba que la historia era “la sociología misma”.
  • Ya en el siglo XX, Lucien Febvre, cofundador de Annales, afirmaba que “la historia es, por definición, absolutamente social”, en Combates por la Historia.
  • Años más tarde, en 1944, George M. Trevelyan la definió en su obra English Social History como “la historia sin política” (“’history with the politics left out”).
  • En 1980, Peter Burke la definió en Sociología e Historia; ofreció otras definiciones que si bien mejoraban la de Trevelyan, valían para definir la historia social desde enfoques distintos: “la historia de las relaciones sociales; la historia de la estructura social; la historia de la vida diaria; la historia de la vida privada; la historia de las solidaridades sociales y los conflictos sociales; la historia de las clases sociales; la historia de los grupos sociales vistos como unidades distintas y mutuamente dependientes”.
  • En 1985, la revista History Today solicitó a siete destacados historiadores que respondiesen a la pregunta “What is Social History?” Todos encontraron dificultades para definirla por la complejidad de los fenómenos sociales, la existencia de diversas corrientes y la influencia de distintas disciplinas (como la psicología, la antropología o la sociología).
  • Tras estos intentos, Harry Ritter definió en Dictionary of Concepts in History (1986) la historia social como “el estudio de grupos sociales, sus interrelaciones y sus funciones en las estructuras y procesos económicos y culturales”.

Pese a la dificultad de definir el alcance de esta corriente historiográfica, sí podemos señalar algunas características comunes:

  • Influencia de las condiciones sociales, económicas y políticas: la difusión del marxismo, la formación de la economía mundial, la expansión del capitalismo y el surgimiento de sociedades de masas propias de las economías industriales avanzadas.
  • Ampliación del objeto de estudio de la historia: del hecho político, diplomático o militar al análisis de aspectos sociales, económicos y culturales, como los precios, las rentas, el endeudamiento, la producción, el consumo, la población, los matrimonios, los nacimientos, las defunciones, etc.
  • Ampliación de los tiempos históricos analizados.
  • Cambio del sujeto histórico: de los grandes personajes o los Estados a las masas sociales.
  • Innovación metodológica: aplicación de métodos estadísticos de cuantificación de datos para la observación y el análisis histórico.
  • Utilización de métodos hipotético-deductivos para la explicación de los procesos históricos.

La historia social y económica en los Estados Unidos

The New History

La presentación de la tesis de la frontera de Frederick Jackson Turner promovió en los Estados Unidos, a principios del siglo XX, la realización de estudios históricos de carácter social y económico.

Siguiendo la línea avanzada por Turner, James Harvey Robinson propuso en 1912 la creación de una Nueva Historia cuyas bases rompían radicalmente con la “escuela científica” historicista:

  • Ampliación de la perspectiva del estudio de los hechos políticos, los grandes personajes y el Estado al conjunto de la población.
  • Ruptura con el objetivismo en beneficio de la interpretación hipotético-deductiva.
  • Consideración de los métodos y aportaciones de las ciencias sociales.
  • Relación directa con la sociología y la economía.
  • Intento de aprovechamiento del conocimiento del pasado en el presente.
  • Utilización política por la sociedad democrática estadounidense y el nacionalismo americano.
  • Alejamiento de la ideología marxista y de la lucha de clases.

Esta propuesta innovadora propició el surgimiento de una corriente progresista cuyo desarrollo tuvo como consecuencia la consolidación de la New History como la tendencia historiográfica dominante en los Estados Unidos hasta los tiempos inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Los seguidores de esta Nueva Historia fueron denominados “progressive historians”. Entre ellos, los más destacados fueron Carl Becker, Vernon Parrington, Perry Miller y, sobre todo, Charles Beard.

Charles Beard fue el líder de los “progressive historians”. Sus obras reflejan claramente posiciones historiográficas de la New History, como la búsqueda de razones socio-económicas para la explicación de los acontecimientos y los procesos históricos o la aproximación a las ciencias sociales.

Su aportación más célebre fue la interpretación economicista de la Constitución de los Estados Unidos. Beard partió de las tesis de otro historiador progresista, Carl Becker, quien en su obra History of Political Parties in the Province of New York, 1760-1776, publicada en 1909, explicó que la revolución americana había sido doble: la lucha por la independencia contra los británicos y la lucha de los distintos grupos sociales por el dominio de la nueva nación. Beard desarrolló esta última idea sobre los conflictos entre clases en su obra más popular, An Economic Interpretation of the Constitution of the United States, publicada en 1913. Tras analizar los Federalist Papers de los padres fundadores de la nación estadounidense (Alexander Hamilton, James Madison y John Jay), Beard llegó a la conclusión de que la Constitución fue motivada por motivos económicos, más que filosóficos. En su opinión, la Constitución fue una “contra-revolución”, una respuesta de las clases altas contra los granjeros y plantadores, y fue elaborada con la intención principal de proteger la propiedad privada o, de forma más general, los intereses de la clase alta frente a las tendencias radicales democráticas desencadenadas por la Revolución.

Las ideas de Beard sobre la Constitución estadounidense tuvieron una gran repercusión y recibieron múltiples críticas, especialmente en los años 50 y 60 del siglo XX, en el contexto histórico de la Guerra Fría:

  • Algunos historiadores refutaron los planteamientos de Beard por simplistas, argumentando que la Constitución no se vio influida únicamente por el conflicto de intereses entre las clases altas y las masas populares, sino que hubo mucho más factores que intervinieron en la elaboración de la carta magna.
  • Otros, en cambio, criticaron a Beard afirmando que los padres de la nación no se dejaron llevar por sus propios intereses y que actuaron en beneficio de la unidad política, el desarrollo económico de la nación y la seguridad diplomática.

The New Economic History, la Cliometría o la Historia Cuantitativa

Tras la Segunda Guerra Mundial, la Nueva Historia de los historiadores progresistas entró en crisis y fue sustituida como tendencia historiográfica dominante por la New Economic History, también llamada Cliometría o Historia Cuantitativa. El cambio se debió a diversas causas:

  • La evolución histórica de los Estados Unidos, que aparecía tras el conflicto bélico como una sociedad sin clases, libre, que no había sufrido grandes conflictos políticos o sociales (tras la Guerra de Secesión) y que se hallaba en pleno crecimiento económico al amparo de la expansiva economía de mercado capitalista. Esta nueva imagen de los Estados Unidos requería una historiografía modernizada y cientificista.
  • La crítica generalizada a los planteamientos de los historiadores progresistas, que basaban fundamentalmente sus explicaciones históricas en los conflictos sociales.
  • Los avances en la teoría económica efectuados por John Maynard Keynes y sus discípulos (especialmente en los conceptos de medición macroeconómicos, como la contabilidad social o el cálculo de productividad).
  • La importancia de los estudios económicos realizados por economistas, como Simon Kuznets (que sería uno de los pioneros de la Cliometría) o Walter Rostow (quien presentó en su obra Las etapas del crecimiento económico la teoría del desarrollo).
  • El avance de la tecnología informática, que permitió el tratamiento y la explotación de ingentes cantidades de información estadística.
  • El inicio de la utilización de métodos cuantitativos de análisis orientados a la mejora del estudio histórico (análisis de los comportamientos electorales, de los censos para estudiar la movilidad social, de aspectos propios de la demografía histórica como la reconstrucción de familias, o de los procesos económicos).

La nueva corriente dominante presentaba las siguientes características historiográficas:

  • Énfasis en el uso, el desarrollo y la mejora de métodos cliométricos cuantitativos.
  • Aplicación de modelos teóricos matemáticos al tratamiento de los datos recogidos y elaborados.
  • Aspiración al cientificismo (por la orientación matemática de los estudios).
  • Uso de procedimientos hipotético-deductivos.
  • Construcción de modelos matemáticos contrafactuales para el análisis histórico.
  • Aplicación a diversos ámbitos de estudio (historia económica, social, demográfica, política, etc.), siempre que existiesen fuentes estadísticas susceptibles de tratamiento informático y análisis matemático.
  • Elaboración de estudios históricos por economistas.
  • Rechazo del estilo narrativo-descriptivo en la construcción histórica.

Así mismo, se basaba en cuatro premisas teóricas:

  • La existencia de leyes determinantes del curso de la economía.
  • La economía capitalista se caracteriza por el crecimiento, que adopta formas similares en las sociedades modernas.
  • El proceso de modernización económica conduce a la modernización política, el mercado libre y la democracia liberal.
  • El método cuantitativo se puede aplicar a los procesos económicos y también a los sociales.

Los principales representantes de la Cliometría fueron norteamericanos:

  • Simon Kuznets. Fue uno de los pioneros en la aplicación de métodos cuantitativos a los estudios económicos. Desde finales de los años 30 del siglo XX comenzó a realizar estudios económicos (sobre los ingresos de los EE. UU.) a partir del tratamiento y análisis de datos estadísticos. Entre sus obras, podemos destacar El crecimiento económico moderno (1966).
  • Alfred Conrad y John Meyer. Estos dos autores firmaron en 1958 uno de los primeros trabajos de cliometría, The economics of slavery in the Antebellum South. Gracias a la aplicación de distintas técnicas de análisis matemático sobre diversas fuentes estadísticas con la ayuda de ordenadores, Conrad y Meyer llegaron a la conclusión de que la afirmación de algunos historiadores sobre el hecho de que el sistema esclavista habría desaparecido sin la Guerra de Secesión era una hipótesis “romántica” contraria a la realidad. Y demostraron que el esclavismo sureño era rentable económicamente, si bien necesitaba expandirse hacia los territorios del sudoeste.
  • Robert Fogel. Es el máximo representante de la tendencia cliométrica. Fue Premio Nobel de Economía en 1993, precisamente por sus innovaciones en la investigación de la historia económica a partir de la aplicación de técnicas cuantitativas para la explicación de cambios económicos e institucionales. Su obra más destacada es Railroads and American Economic Growth, publicada en 1964. En ella, consiguió refutar la creencia general (basada en los estudios de Schumpeter y Rostow) de que el desarrollo capitalista estadounidense había sido posible gracias a la red de ferrocarriles creada en el país. Para ello, construyó un modelo contrafáctico, imaginario, sin ferrocarriles, pero con otros medios de transporte alternativos, y aplicando técnicas de análisis cuantitativas, logró demostrar que la red ferroviaria no había sido un factor decisivo para el desarrollo económico de los Estados Unidos.
  • Robert Fogel y Stanley Engerman. Junto a Engerman, Fogel publicó años más tarde, en 1974, otro estudio cliométrico de gran trascendencia, Time on the Cross: The Economics of American Negro Slavery. En ella, trataron de rebatir algunas ideas generalizadas por la historiografía anterior sobre el sistema de producción esclavista: su estado de decadencia en los momentos previos a la Guerra de Secesión, su ineficiencia, el hecho de que hubiese sido la causa del estancamiento del sur de los EE. UU., las extremadamente penosas condiciones de vida de los esclavos o la creencia de que la Guerra Civil norteamericana solo adelantó su final unos años. Gracias a la aplicación de técnicas cuantitativas y al apoyo de la tecnología informática, Fogel y Engerman pudieron demostrar que la esclavitud era una institución vigorosa y eficiente, que su eliminación se debió a la voluntad política y que las condiciones de vida de los esclavos eran mejores que las de los trabajadores libres de las fábricas. Las afirmaciones de los dos cliometristas generaron una gran polémica.

No obstante, no solo fueron objeto de crítica los resultados de las investigaciones de los historiadores de esta nueva tendencia cuantitativista. El debate sobre la cliometría enfrentó a sus representantes con historiadores de otras corrientes:

  • Lawrence Stone dirigió sus críticas contra la falta de fiabilidad y la disparidad de las fuentes utilizadas para los estudios, los problemas de verificación de los resultados de los análisis, y la dificultad para comprender las obras, en las que se primaba el análisis matemático sobre la explicación de los resultados y su interpretación histórica.
  • David S. Landes polemizó sobre el fetichismo del número y de la cuantificación en perjuicio de la interpretación histórica.
  • Eric Hobsbawm criticó la aplicación de modelos contrafactuales y el presentismo de los enfoques.
  • Jon Elster atacó igualmente los modelos contrafácticos.
  • Douglas North revisó la evolución de la cliometría y descubrió algunos problemas: la elaboración de análisis superficiales de eventos y de problemas microeconómicos, sin realizar interpretaciones de procesos históricos, como la transformación de los sistemas económicos o el crecimiento a largo plazo.

La historia social y económica en Europa

Gran Bretaña

Desde los años finales del siglo XIX, con el desarrollo del capitalismo y la difusión de las tesis económicas marxistas, el estudio de la historia económica experimentó un considerable auge en Gran Bretaña. Hitos claros de este período son los trabajos de los siguientes historiadores:

  • Las Lecciones sobre la Revolución Industrial de Arnold Toynbee (1884).
  • El libro La organización industrial en los siglos XVI y XVII (1904) de George Unwin.
  • La clásica obra de John Clapham, El desarrollo económico de Francia y Alemania (1921).

Paralelamente a la New History y la historia social marxista, en Gran Bretaña apareció una corriente historiográfica del movimiento obrero no marxista, cuyos temas de estudio principales tuvieron relación con la revolución industrial, el desarrollo del capitalismo y las formas organizativas obreras. Entre los representantes de esta tendencia, podemos destacar dos matrimonios:

  • Beatrice y Sidney Webb. Iniciaron en 1894 el estudio de las organizaciones sindicales con la publicación de la obra The History of Trade Unionism. El ensayo relataba el origen y crecimiento de los sindicatos desde el siglo XVII. Recuperaba abundante documentación sindical de enorme valor para la historia industrial. En su contra, se puede señalar que se trataba de una simple descripción, carente de análisis histórico, y que su enfoque era moralista, parcial, idealizado y paternalista (retrataba al obrero bueno y sufridor frente al patrono malo y explotador).
  • Barbara y John Hammond. Escribieron una trilogía sobre los efectos de la industrialización sobre las clases trabajadoras populares: The Village Labourer (1911), The Town Labourer (1917) y The Skilled Labourer (1919). En ellos, describen las condiciones de vida de los campesinos, los obreros y los mineros, incidiendo en temas como los desequilibrios económicos y sociales, las reacciones populares contra la opresión de los propietarios y el maniqueísmo moralista entre buenos y malos. Los tratados cuentan con abundante bibliografía y una mínima reflexión plasmada en sendos capítulos de conclusiones.

Tras la publicación de estos autores socialistas fabianos, la historia económica británica cobró auge y a partir de 1929 los historiadores económicos contaron con un excelente instrumento de difusión de sus trabajos: The Economic History Review (aún activa en la actualidad).

Francia y Bélgica

Como ya indicamos, en Francia las nuevas ideas historiográficas que pretendían la ampliación del objeto de estudio de la historia a la sociedad y la economía y el acercamiento a las ciencias sociales tuvieron mejor acogida que en Alemania.

Diversos autores comenzaron a enfrentarse abiertamente a la escuela “metódica”, remarcando la importancia de los aspectos sociales y económicos en la construcción histórica:

  • El sociólogo Émile Durkheim propuso la subordinación de la historia a la sociología.
  • Henri Berr realizó una propuesta integradora: la introducción de aportaciones de las ciencias sociales en la síntesis histórica.
  • El dirigente socialista Jean Jaurès fue uno de los pioneros de la historia social francesa. Entre su producción destaca la obra Histoire Socialiste de la Révolution Française (1901-1904).
  • George Lefebvre publicó en 1924 la obra Les Paysans du Nord pendant la Révolution Française, un minucioso análisis de la estructura social agraria y de sus transformaciones, con cierto apoyo cuantitativo.

La historia social y económica quedaría enmarcada a partir de 1929 en la Escuela de los Annales. Entre los historiadores cercanos a la corriente, cabe destacar a Ernest Labrousse, quien en su ensayo Esquisse des mouvements des prix et des revenus en Trance au XVIII siecle (Esbozo del movimiento de precios y rentas en Francia en el siglo XVIII), publicado en 1933, demostraba estadísticamente la prosperidad económica de la burguesía francesa anterior a la Revolución Francesa y la relación entre las crisis de subsistencias con las movilizaciones sociales.

En Bélgica, la historia económica y social se consolidó plenamente con los trabajos de Henri Pirenne sobre el origen mercantil del renacimiento urbano medieval (Las ciudades de la Edad Media, 1927) y sobre la ruptura de la unidad mediterránea clásica en el siglo VIII bajo el impacto de la expansión musulmana (Mahoma y Carlomagno, 1937).

Alemania

Ya conocemos que en Alemania, los historiadores historicistas bloquearon las propuestas renovadoras surgidas a finales del siglo XIX al calor de los debates promovidos por Robert von Mohl, Eberhard Gothein y, sobre todo, Karl Lamprecht. Ello tuvo como consecuencia la perduración de la tendencia historiográfica “rankeana” durante unas cuantas décadas.

En el ámbito de la historia social y económica únicamente cabe citar la existencia de la Nueva Escuela Histórica de Economía Nacional, completamente influida por el historicismo clásico. Dicha Escuela se ocupó de estudiar los problemas desencadenados por la industrialización en Alemania. Su principal representante fue Gustav von Schmoller. Entre sus presupuestos historicistas, cabe destacar ideas como la importancia de la crítica de las fuentes, el estilo narrativo descriptivo o el papel central del Estado. De esta escuela, que consideraba a los obreros como parte del Estado, surgieron los primeros grandes estudios empíricos acerca de las condiciones de vida de los obreros industriales de la época. Sus planteamientos fueron criticados por su carácter plenamente historicista por autores como Otto Hintze y Max Weber. Estas críticas no menoscabaron la vigencia del historicismo en Alemania.

Tras la Primera Guerra Mundial, durante la República de Weimar, un pequeño círculo de historiadores agrupados en torno a Eckart Kehr realizó nuevas críticas a la historiografía nacional historicista. Kehr enfatizó en sus trabajos la influencia de la estructura social y los intereses económicos en las decisiones políticas. Propuso el desarrollo de una nueva historia multidisciplinar, así como el abandono de la historia puramente política e instrumentalizada de la corriente tradicional. No obstante, las ideas del grupo de Kehr no tuvieron la influencia necesaria para provocar cambio alguno y la tendencia académica siguió vigente en Alemania hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

En la década de los 60 del siglo XX aparecieron en la escena historiográfica nuevas circunstancias que marcaron la ruptura del monopolio historicista tradicional:

  • La necesidad profesional de revisar los viejos planteamientos historicistas.
  • La necesidad moral de los historiadores por investigar la evolución del Estado alemán desde el siglo XIX hasta la dictadura nacionalsocialista para llegar a comprender y explicar los crímenes nazis.

Si bien ambas labores fueron desarrolladas por algunos historiadores tradicionales, el surgimiento de una nueva generación de historiadores, formados tras el conflicto bélico e influidos por las propuestas de Kehr, enriqueció considerablemente la historiografía alemana, dando origen a una nueva corriente llamada Historia Social Alemana.

Los principales representantes de esta línea historiográfica fueron los alemanes Hans-Ulrich Wehler, Jürgen Kocka y Hartmut Zwahr, y el austriaco Michael Mitterauer.

En los años 70, la nueva tendencia de la historia social empezó a romper el monopolio del historicismo clásico en las universidades. Además, como consecuencia de las fundaciones de la serie de monografías Estudios críticos sobre la ciencia histórica en 1972 y de la revista Historia y Sociedad en 1975, las posibilidades de publicación para estos nuevos historiadores se multiplicaron.

Los historiadores sociales de la República Federal Alemana buscaron respuestas a las necesidades historiográficas que se plantearon en aquella época.

En cuanto a la revisión del historicismo, sus planteamientos presentaron las siguientes características generales:

  • Promovieron la inclusión de aspectos sociales y económicos en los estudios históricos.
  • Criticaron la instrumentalización política de la Historia.
  • Se centraron especialmente en el estudio del movimiento obrero y de la evolución de la sociedad industrial.
  • Introdujeron la demografía histórica, con sus métodos cuantitativos, en los estudios de historia social y económica.
  • Pretendieron reforzar el carácter científico de la historia.
  • Intentaron identificarse con el nuevo Estado social democrático de su época.

En cuanto al estudio del movimiento nazi y de sus catastróficas consecuencias, rompieron radicalmente con las interpretaciones de los historiadores tradicionales:

  • Buscaron las causas del triunfo del nacionalsocialismo en precedentes ideológicos y políticos (teorías anexionistas, antisemitas y antidemocráticas).
  • Desmontaron el planteamiento historicista que presentaba el período de la dictadura nazi como un paréntesis accidental y sorprendente de la democracia alemana, provocado por el excesivo poder de un dirigente, Adolf Hitler, y el genocidio subsiguiente como una más de las manifestaciones del horror, habitual en el siglo XX en todo el mundo y especialmente en el marco del stalinismo de la URSS.

Las diferentes interpretaciones sobre las causas y las consecuencias del nazismo llevaron a los historiadores de ambas tendencias a entablar un duro debate en los años 80, que enfrentó inicialmente a Ernst Nolte (historicista) y a Jürgen Habermas (historiador social), y que tuvo una importante repercusión social al tener eco en los medios de comunicación de masas. El debate perduró hasta bien entrados los años 90.

One Response to Historia social e historia económica

  1. Gaby Chávez says:

    Excelente aportación, muchas gracias. Está muy claro y refiere a los exponentes más importantes de la historia económica que necesitaba para realizar un estudio que requiero más adelante. Saludos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *