Las universidades públicas realizan más investigación que las privadas

En España, que las universidades públicas realicen más investigación que las privadas no es ninguna noticia, es un hecho que se confirma año tras año en las clasificaciones de universidades que se publican.

Ayer apareció el artículo La ciencia despega en la Universidad a pesar de las empresas en el periódico El País, y se vuelve a confirmar el dato:

Las universidades públicas son el 60% del total, pero hacen casi toda la ciencia.

[…]

Las universidades públicas copan los mejores puestos en investigación, porque son casi las únicas que invierten, y los peores las privadas y los campus a distancia, salvo la Universidad de Navarra que es la tercera.

Y todo esto, a pesar de que las universidades públicas cada vez tengan menos dinero:

Además, “los presupuestos de I+D no han crecido e incluso decrecieron de manera sustancial en los primeros años de la crisis, y las universidades se han visto obligadas a recurrir más que nunca a fondos europeos y eso se refleja en el indicador”, añade.

 

El código de honor en Utah State University

El código de honor en Utah State University, publicado el 11 de mayo de 2013:

Ya he escrito antes sobre los códigos de honor de algunas universidades de Estados Unidos:

La Utah State University, la universidad en la que me encuentro, tiene un código de honor muy extenso: The Code of Policies and Procedures for Students at Utah State University, aprobado en abril de 2009. Tiene varios artículos que cubren diferentes aspectos, como la libertad de expresión, la organización de los estudiantes, la conducta de los estudiantes y la integridad académica, que se trata en el artículo 6: ARTICLE VI. UNIVERSITY REGULATIONS REGARDING ACADEMIC INTEGRITY.

En ese artículo se define un juramento de honor:

I pledge, on my honor, to conduct myself with the foremost level of academic integrity.

Traducción:

Prometo por mi honor, que me comportaré con el nivel más elevado de integridad académica.

Y se incluyen algunas posibles violaciones:

  1. Hacer trampas: recibir ayuda durante la realización de un ejercicio o un examen, hacerse pasar por otro estudiante en un examen, obtener enunciados y ejercicios pertenecientes a profesores o estudiantes sin su permiso, presentar el mismo trabajo en diferentes asignaturas, etc.
  2. Falsificar: alterar o fabricar cualquier información o cita en un ejercicio o actividad académica.
  3. Plagiar: presentar el trabajo de otra persona como propio. También se incluye usar algún material preparado por empresas que venden trabajos académicos (Adventures in Cheating).

En el apartado “Discipline Regarding Academic Integrity Violations” se establecen los posibles castigos:

  1. Realización de servicios sociales.
  2. Suspensión temporal.
  3. Expulsión permanente.
  4. Denegación o revocación de una titulación.

Lo que más asusta a los estudiantes es que estos castigos aparecen en su expediente académico y pueden ser consultados cuando quieran a optar a un puesto de trabajo. Así que estas infracciones te pueden perseguir el resto de tu vida.

Es muy interesante el artículo USU considering honor code to combat cheating; other schools’ codes quite diverse del año 2002, en el que se hablaba de que USU estaba analizando la posibilidad de tener un código de honor.

El código de honor de Stanford

El código de honor de Stanford, publicado el 4 de mayo de 2013:

Stanford University es la mejor universidad del mundo según muchas clasificaciones. Seguramente es la mejor universidad del mundo porque es de las que más dinero tiene, pero también porque se toma algunas cosas en serio.

Por ejemplo, Stanford dispone de un código de honor que fue redactado por los propios estudiantes en 1921. Este código define una serie de actuaciones que son consideradas faltas de honor: copiar o dejarse copiar en un examen, el plagio, recibir o proporcionar ayuda para la realización de un trabajo cuando no está permitido, o presentar como trabajo propio el trabajo de otro.

Ante cualquiera de estas acciones, el castigo normal es una suspensión completa durante un cuatrimestre (te expulsan de la universidad durante un cuatrimestre, para todas las asignaturas, no sólo para la asignatura en la que cometiste la falta) y 40 horas de servicios comunitarios. Cuando alguien es reincidente, el castigo aumenta.

¿Y qué ocurre en España? Bufff, mejor no hablar, mi experiencia personal cuando has “pillado” a algún alumno copiando en un examen, entregando un trabajo que ha copiado de Internet, o entregando la misma práctica que un compañero es bastante desagradable. Tan desagradable que ya poco me importa: yo no soy un policía, y mucho menos si la universidad no me apoya. Porque, curiosamente, no existe un régimen disciplinario en la Universidad de Alicante que regule todas estas acciones que podemos llamar “deshonestas”.

¿Y qué ocurre en otras universidades? La situación no es mucho mejor. Hace unos años se produjo un escándalo a raíz de un nuevo reglamento en la Universidad de Sevilla: La Hispalense explica la medida como ‘garantía’ ante una ‘simple sospecha’. Y en la comparativa con otras universidades, Cómo se trata en otros campus a los que copian, destacaba la Universidad Alfonso X El Sabio: si te pillan copiando, simplemente te ponen un “no presentado”, ni te suspenden ni te aplican ningún castigo. Con esas medidas, ¡tonto el que no copie!

¿Enseñar, investigar o rellenar papeles?

En Esto es a lo que dedican de verdad su tiempo los profesores, aunque no quieran (El Confidencial, 29/05/2015):

Cualquier profesor sabrá rápidamente de lo que hablamos si nos referimos a la burocratización del trabajo del docente. […] Se trata de una labor que empieza justificándose por la obligada rendición de cuentas del trabajador y que termina imposibilitando que este dedique su tiempo a asuntos más productivos como la investigación y la preparación de las clases.

“En España existe una tendencia a crear sistemas de control que han demostrado servir para poco y que han generado un incremento notorio del trabajo burocrático de los profesores”, se lamentaba en la revista ANPE Javier Carrascal, secretario estatal de organización de dicho sindicato de enseñanza. “El incremento de las tareas burocráticas y administrativas para los equipos directivos y los docentes no ha supuesto una mejora de la calidad de la enseñanza ni de los resultados de nuestro sistema educativo”, concluía.

[…]

La situación es aún peor si nos fijamos en el ámbito universitario, en el que, en pos de apuntalar una supuesta meritocracia, el control de los profesores se ha traducido en una desmedida cantidad de trabajo burocrático forzado por la supervisión de organizaciones como ANECA. “Existe una creciente desconfianza en el personal docente investigador, y de hecho también en el administrativo y de servicios, que conlleva un control permanente de todos ellos, la continua realización de informes y actas, y la obligatoriedad de seguir unos procedimientos largos, costosos y en la mayoría de casos inútiles”, explicaba en una columna publicada en El País Ricardo Chiva Gómez, catedrático de Organización de Empresas en la Universitat Jaume I. “No se trata solamente de dar clase, sino de investigar, solicitar fondos, ir a congresos, escribir, evaluar, publicar…”, señalaba Carlos Jesús Fernández Rodríguez, profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, a El Confidencial.

[…]

“Los académicos se pasan cada vez menos tiempo pensando, leyendo y escribiendo y más tiempo rellenando formularios”, explica la autora. Las instituciones educativas aspiran a la eficiencia y una mayor productividad, y para eso utilizan esta clase de estrategias que, paradójicamente, lo único que hacen es perjudicar la eficiencia y productividad de los profesores.

[…]

La principal pregunta que se hace el autor es “cómo en esta avanzada economía occidental, saturada de la retórica de la austeridad, y supuestamente habiendo recogido los frutos de la tecnología moderna, las labores administrativas han proliferado de esa manera”.

Una de las explicaciones aducidas por el autor es que esta cantidad de papeleo puede servir como una herramienta de control social, tal y como funcionó en la vieja Unión Soviética: “Es una manera de asegurarse de que estamos demasiado monitorizados, cansados y ocupados como para hacer preguntas o sublevarnos”. No sólo eso, sino que daña paulatinamente la motivación del trabador, que pasa gran parte de su jornada dedicado a tareas “que secretamente cree que no tienen sentido”.

[…]

La realidad es que, de entre todos los trabajos del mundo, e incluso entre aquellos relacionados con el conocimiento, el del profesor de uno de los más difícilmente cuantificables. Entre otras cosas, porque en una investigación el esfuerzo y su recompensa no son constantes, sino que dependen de muchos factores. Algo semejante ocurre con la docencia, que sólo puede mejorarse a través de la experiencia, el esfuerzo y la formación, no a través de la cumplimentación de toneladas de formularios.