La lengua del telediario: ¿variedad neutra o glotofobia encubierta?

Hace unos días la palabra ‘glotofobia’ salió de nuevo a la palestra. 

En el programa Lo de Évole (https://www.lasexta.com/temas/lo_de_evole_maria_jesus_montero-1), María Jesús Montero, ministra de trabajo, hablaba de la discriminación que había sufrido por su acento andaluz. Ana Rosa Quintana, en el programa El programa de AR (https://www.telecinco.es/elprogramadeanarosa/), pedía –o parecía pedir– que subtitularan los diálogos de dos concursantes andaluces del programa Supervivientes (https://www.telecinco.es/supervivientes/), porque no los entendía. 

Como era de esperar, las redes sociales ardieron en comentarios y aparecieron aquí y allá internautas posicionándose en una u otra trinchera.

¿Pero qué es eso de la glotofobia? ¿Es la sociedad española glotofóbica? 

Hagamos un poco de historia. La palabra glotofobia está compuesta por dos vocablos griegos: γλῶττα (glôtta) ‘lengua’ y φοβία (phobía) ‘temor’, y, como todas las fobias, nos habla de emociones y, en particular, de miedo. Los griegos son de hecho los primeros glotofóbicos de los que se tiene noticia. La palabra ‘bárbaro’, de origen heleno (βάρβαρος), significaba originariamente ‘extranjero’ y designaba en realidad, mediante una onomatopeya, a aquellos cuya lengua –a los griegos– sonaba mal: ‘bar-bar-bar’.

Pero ¿producen miedo las lenguas o aquellos que las hablan? Cuando, en la prensa española, se usa la palabra glotofobia, se refiere, normalmente, a la ‘aversión a los acentos’. Así, en ocasiones, se oyen afirmaciones como las siguientes: «el acento de los murcianos es feo; el de los andaluces y canarios es gracioso, pero poco serio; el de los *madrizleños, chulesco; los vascos parece que están enfadados; los gallegos, llorando; los catalanes hablan ‘polaco’; los manchegos… *‘eh que’ no saben hablar».

¿Pero por qué les disgustan tanto a algunos los acentos? ¿Por qué les resultan injustamente “feos o extraños”? Pues, aunque las razones son lógicamente muchas –y complejas–, hay dos explicaciones fundamentales. La primera es una confusión conceptual. Las variedades geográficas (diatópicas) y las sociales (diastráticas) no son las mismas. Un hablante culto, murciano, manchego, valenciano, burgalés, tendrá un habla culta no por su origen geográfico, sino por su formación; y un hablante poco formado reflejará también esta situación en su habla, independientemente de su lengua o dialecto. 

La segunda es la negación del otro, vinculada, entre otras cosas, con el escurridizo concepto ‘identidad’. Durante el siglo pasado muchos hablantes meridionales (andaluces, extremeños, principalmente) emigraron por razones económicas a territorios de habla norcentral, y ello estigmatizó injustamente su variedad geográfica. En otro plano, aunque el resultado sea el mismo, las otras lenguas de España (el catalán, el euskera, el gallego) han ocupado durante una época –en parte todavía– un lugar social menor, y ello también ha estigmatizado en parte a sus hablantes. 

El estigma busca negar en realidad la diversidad y con esta negación crear una falsa seguridad uniformadora. La identidad se concibe así –para algunos– como la confrontación de la propia con las demás. 

Las lenguas, sin embargo –y eso sí que es seguro– no son una estructura única y unificada, sino, como señalaba Lavob[1] (1966): «un conjunto complejo de muchos estilos y variedades diferentes». Una lengua es, pues, la rica suma de todas sus variantes: geográficas, sociales y situacionales.

En definitiva, no hay un dialecto mejor que otro, sino oídos mal informados.

¿Y esto lo explica todo? Pues no exclusivamente, y aquí viene lo del telediario. 

En España no existe, como sí sucede en inglés, una norma de pronunciación estándar para los medios (el RP o Received Pronunciation); pero sí se usa en muchas ocasiones –aunque de forma “encubierta”– una ‘norma de pronunciación no escrita’. Esta norma, la variedad neutra o estándar, tiene, por otra parte, un fuerte peso uniformador. 

Así, si una actriz andaluza o un actor vasco, con acento, quieren actuar en una película, deben hacer (casi siempre) del estereotipo andaluz y vasco, no de ingeniera, médica o profesor. Y si un periodista televisivo quiere presentar el telediario, se tiene que olvidar también de su acento. ¿Algún lector sabría decir, por ejemplo, de dónde son (las, por otro lado, excelentes profesionales): Alejandra Herranz, Sandra Golpe, Alba Lago, Ana Blanco o Lara Síscar? ¿Tiene Matías Prats algún acento?…

Algunos argüirán que esto no siempre ocurre, y es verdad. O señalarán que el telediario es una situación particular, y que lo que encontramos aquí es una variante diafásica[2], es decir, una variedad aplicada a una situación o a un contexto concreto. 

Yo, la verdad, tengo mis dudas. 

Muchos, quizás, ya no se acuerden de ella, pero, a finales de los 70, la tinerfeña Cristina García Ramos (https://es.wikipedia.org/wiki/Cristina_García_Ramos) presentó el telediario (cuando solo había un telediario). Por primera vez se pudo oír en los informativos de TVE a una presentadora con acento canario. ¡Las variedades meridionales habían entrado por fin en el espacio reservado para el español más serio! Hoy, 46 años más tarde, del seseo de Cristina García ya solo queda el recuerdo. 


[1] Labov, William (1966). The Social Stratification of English in New York City. Cambrige University Press. Cita: “A language is not a single unified structure, but a complex of many different styles and varieties”.

[2] Las variedades diafásicas dependen de la situación en la que se encuentra el hablante. Independientemente del nivel de lengua, no se habla igual en una fiesta con amigos que en una conferencia. 

4 thoughts on “La lengua del telediario: ¿variedad neutra o glotofobia encubierta?

  1. Un artículo súper interesante. Como andaluz y lingüista veo muy necesarias estas reflexiones a nivel divulgativo, hay que apreciar y cuidar el gran paisaje lingüístico que tenemos!

    • Muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que, como andaluz, te haya gustado. Su riqueza dialectal es lo que hace interesante a una lengua.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *