A continuación voy a explicar un ejercicio que podéis utilizar en vuestras clases de pronunciación para practicar la percepción y el léxico.
Tomemos una canción (adecuada al nivel) y hagamos que el estudiante la oiga para familiarizarse con la música y con la letra. Si es una canción que le guste, se facilitará el proceso; por lo tanto, no cuesta nada preguntar. Una vez oída, separemos cada uno de los versos o frases de la canción. Tomémoslos uno a uno y hagamos que el estudiante los repita de forma casi automática. Es decir, que el estudiante repita sin intentar reproducir el léxico de forma exacta. Si el estudiante necesita dos o más veces con cada frase, se la pondremos las veces que necesite. Después de las audiciones, el estudiante -con casi toda seguridad- habrá reproducido grupos de sonidos bastante parecidos a los de la lengua meta. En el mejor de los casos el estudiante acabará oyendo y reproduciendo las palabras de forma exacta. El estudiante se sorprenderá de haber pronunciado cosas que creía no haber oído. En otros, el estudiante oirá, pero no sabrá separar en palabras aquello que ha oído. Es decir, repetirá sin aislar los significados. En estos casos tenemos que ayudarle en la partición. Si somos nativos, aislaremos aquellas palabras o grupos de sonidos que le presenten dificultades y las volveremos a pronunciar. Si no somos nativos, intentaremos aislar estas mismas palabras o grupos de sonidos usando la canción misma haciéndoselas oír de nuevo. Si al final del proceso el problema de distinción continúa, le proporcionaremos las palabras directamente y su significado. Sólo en casos extremos les daremos la escritura de las palabras. Pasado un tiempo podemos volver a repetir el ejercicio utilizando la misma canción o eligiendo una nueva. Obviamente, la canción deja de ser útil para nuestros propósitos en el momento en el que el estudiante se la haya aprendido de memoria.
El objetivo principal del ejercicio es que el estudiante aprenda a oír y que adquiera confianza a través del oído. Debemos hacerle ver que en muchas ocasiones no es que no sea capaz de oír, sino que no sabe separar aquello que oye. No conoce las palabras o no conoce su verdadera pronunciación. Esto le hará comprender –y nos hará comprender a nosotros como profesores- que la enseñanza de la pronunciación y el léxico deben estar íntimamente relacionadas. A medida que aumentemos nuestro léxico, las particiones que hagamos de los sonidos serán más fáciles. Al mismo tiempo, a la vez que mejoremos la audición, nuestro léxico se incrementará, sea porque se refuerce lo aprendido, sea porque oigamos cosas que no conocíamos y les asignemos un significado (mediante el contexto o mediante la búsqueda de las palabras nuevas en el diccionario).