El Racionalismo, que implica la revisión de las ideas tradicionales, inicia en gran medida el pensamiento moderno. Se abren paso la razón, el pensamiento crítico o la búsqueda de la verdad científica.

La Educación ha de contribuir a liberar a la gente de la ignorancia y de la superstición. Se considera esencial para llevar a cabo las reformas y para que el ser humano pueda alcanzar la felicidad.

La cultura ilustrada es, sobre todo, una cultura escrita: libros, enciclopedias, revistas culturales, periódicos, folletos, adquirirán un papel decisivo como “vehículos de las luces”. En este sentido, la obra más relevante del siglo es la Enciclopedia Francesa.

Los nuevos planteamientos hacen que nazcan nuevos valores sociales, económicos, políticos o culturales que repercutirán también en el siglo siguiente.

De acuerdo con el filósofo alemán Inmanuel Kant (1724-1804), la Ilustración persigue liberar al hombre para que pueda usar su inteligencia y su razón por sí mismo, sin la guía de otros. El lema kantiano será “sapere aude” (“atrévete a saber”).

El desarrollo de las ciencias contribuyó al desarrollo de la técnica y al crecimiento industrial. El avance científico se logra en buena parte gracias al nacimiento de academias y sociedades, donde destacan personalidades como: Linneo, en botánica, Hutton, en geología; Lavoisier, en física y química, etc. Fue también una época de gran preocupación por la mejora de los oficios manuales, técnicos y mecánicos.

La Sociedades Económicas de Amigos del País (SEAP). La primera se creó por iniciativa de un grupo de particulares, los Caballeritos de Azcoitia, a los que les gustaba reunirse para intercambiar ideas sobre historia, geografía, matemáticas, física y discutían sobre los problemas actuales del país además de escuchar música. La personalidad más destacada es el conde de Peñaflorida, escritor de Los aldeanos críticos en 1758 sobre ciencia moderna. Más tarde fundó con Miguel de Altuna y el marqués de Narros la Sociedad Bascongada de Amigos del País que tenía como objetivos: fomentar la agricultura, la industria, el comercio, las ciencias, las artes y la cultura en general.

No sólo Peñaflorida hizo una innovación en la época ilustrada, sino que Pedro Rodríguez de  Campomanes, entre muchas otras personalidades,  también seguirá esta vía de progreso hacia una sociedad mejor.

Dichas sociedades, invento europeo, alcanzaron un enorme prestigio teniendo privilegios tanto por parte del gobierno de Carlos III, como del pueblo llano  al que hicieron mucho bien. Se extendieron por las colonias españolas, existiendo muchas hoy día como en el caso de Cuba y fomentando la cultura occidental por el bien del Imperio (éste era el pensamiento español en el siglo XVIII).

Llegado el absolutismo de Fernando VII en el siglo XIX, las Sociedades Económicas de Amigos del País tuvieron serias dificultades a la hora de intentar renovar sus actividades para la mejora del progreso en sus distintas vertientes. Serios conflictos con el Consejo de Castilla en 1788  impidieron sus mejoras, ya que expresaban sus quejas y pretensiones , proponiendo una serie de reformas para darle un nuevo impulso a las SEAPs. El sistema ideado en un principio por Campomanes era imperfecto, por este motivo intentaban innovaciones pero dicho consejo arruinó sus aspiraciones hasta tal punto que redujo el campo de sus actividades.

A parte de la SEAP de la Habana (Cuba), otras sociedades siguen existiendo. En España hay una gran lista de ellas que estaban en el olvido y que personalidades como Jorge Demerson, Paula de Demerson  y otros colaboradores suyos sacaron a la luz en 1974 después de una larga y laboriosa investigación sin la cuál hoy día no tendríamos la oportunidad de conocer.